Capítulo 19

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Se abrazó a sus rodillas mientras veía a Minjae moverse de un lado a otro en aquella bodega abandonada. Mordió su labio, queriendo decir algo que pudiera servir para tranquilizarlo, mas comprendía que su novio estaba culpándose y nada de lo que dijera evitaría aquello.
Minjae había prometido llevarlo a un mejor lugar, sin embargo seguían estancados en la miseria y sin una salida evidente a ello. El pelirrojo nunca cuestionó de todos modos, porque mantenerse junto a Minjae seguía entregándole fuerzas suficientes para soportar. Podía aguantar los días que llevaban sin comer, porque no podía culpar a Minjae por la falta de dinero, después de todo ambos estaban sobreviviendo en aquel mundo.
Dando un profundo suspiro, se levantó de su cama improvisada, acercándose a su novio para rodear su cuerpo en un abrazo, sintiendo cómo la tensión en Minjae se relajaba por completo ante esto.
—Estaremos bien... Vamos a estar bien, amor —el pelirrojo susurró, permitiendo que Minjae se volviera entre sus brazos para enfrentarlo. Le sonrió, besando con suavidad sus labios—, no es tu culpa, ¿Sí?
El castaño sostuvo su rostro, acariciando con suavidad las mejillas de Taehyung. —Quizá podamos viajar... Siempre quisiste conocer otros
lugares...
Frunció el ceño.
—No vamos a irnos... Nos costó demasiado escapar de ese maldito lugar, podemos soportar esto...
—Taehyung, no he podido conseguir ningún jodido trabajo...
— ¡También puedo intentarlo! —gritó con molestia, queriendo encontrar una solución a todo aquello que los consumía—, ¡También quiero esforzarme por ambos!
—Mi amor... —suspiró—, todo estará bien, ¿De acuerdo? Sólo necesito seguir buscando... Yo me encargaré, ¿Sí?
El pelirrojo asintió con cierta renuencia, comprendiendo que cualquiera de sus palabras no serían suficientes para convencer a Minjae.
—Vamos a dormir, Amor. Mañana podemos seguir pensando en qué hacer, ¿Sí? —Taehyung susurró, llevando a su novio hacia la cama con una sonrisa, abrazándose a su cuerpo para compensar en parte el frío que comenzaba a sentirse en el lugar. El castaño acarició con suavidad su espalda, captando la atención de su novio— ¿Todo bien?
Minjae sonrió, acercando su rostro al de Taehyung y rozando sutilmente su nariz contra la del pelirrojo antes de besarlo.
—No importa el resto del mundo, Tae... Sólo existimos nosotros.
—Sólo existimos nosotros... Te amo, Minjae-ssi.
—También te amo. Descansa, mi amor, mañana juro que traeré buenas noticias.
Musitó palabras de ánimo para Minjae, volviendo a abrazar a su novio para tranquilizarlo. Cerró sus ojos, sus labios curvándose en una tenue sonrisa cuando sus latidos se acompasaron con los del castaño.
«Todo estará bien, Minjae-ssi... Sólo existimos nosotros.»

[...]

Su ceño se frunció profundamente al no encontrar a Minjae a su lado. No era muy difícil adivinar que su novio había salido muy temprano en búsqueda de algún trabajo que pudiese ayudarlos.
Suspiró con desgano, levantándose sólo para encontrar el dinero suficiente para poder ir y tomar un baño. Sus ojos entonces se posaron en aquel abrigo, sintiendo su corazón acelerarse por el nerviosismo. Tomó el abrigo con cuidado, preguntándose cuánto podría conseguir si lo vendía, después de todo aquel hombre no usaría ropa barata y sin clase. Probablemente podría conseguir muchísimo incluso si conseguía una fracción de su valor real.
Relamió sus labios, decidiendo al fin por vender aquella prenda. Sus manos entonces revisaron los bolsillos para asegurarse de que todo estuviese en perfectas condiciones, frunciendo el ceño al sentir el pequeño trozo de cartón doblarse con el roce de sus dedos. Sacó la tarjeta, viendo el nombre y el teléfono grabado en dorado.
—Club Velvet... —rió amargamente al leer el nombre de aquel lugar—, puto imbécil pretencioso...
Parte de su mente le advirtió de forma automática en el momento en que recordó las palabras de Hyung Sik. Aquel sujeto extraño había dicho que deseaba verlo feliz... Había ayudado a Minjae pese a haber recibido insultos...Y necesitaban ayuda...
Alejando las dudas, tomó el poco dinero que aún tenía y corrió en busca de algún teléfono, marcando con manos temblorosas. El sonido de espera sólo empeoraba su ansiedad, sus manos sudando y su corazón latiendo dolorosamente, tanto así que sus oídos parecían zumbar.
Contuvo la respiración en el momento en que escuchó su voz. Alejando el auricular de su oído, demasiado asustado como para seguir. Pero llevaban días sufriendo sin poder comer más que lo suficiente para no caer desmayados... Inhaló profundamente, volviendo a tomar el teléfono antes de que la llamada se cortase, tomando aquella opción con Minjae en su mente. Consciente de que su novio jamás aceptaría que lo ayudase en el mundo en el que se movían.
—Es Taehyung—anunció con voz apenas audible—, yo... Yo quisiera hablar...
Lo escuchó reír con suavidad a través de la línea, lo que sólo envió escalofríos por su columna.
— ¿Quieres hablar conmigo? ¿Por qué?
—Por favor... —tragó saliva con dificultad, negándose a obedecer la parte de su cabeza que repetía una y otra vez que se equivocaba—, por favor, realmente necesito que hablemos...
—Amo tanto escuchar eso, bebé. Ve a la estación de policías donde tu príncipe fue retenido. Enviaré alguien por ti... No sabes cuánto esperé esta llamada, Taehyung.
Susurró una despedida, dirigiéndose hacia el lugar acordado sin demora; su respiración se estancó en sus pulmones al ver el automóvil esperando y a uno de aquellos hombres que solían acompañar a Hyung Sik. Sonrió con nerviosismo cuando el sujeto abrió la puerta del automóvil, cerrándola por él apenas se encontró dentro del vehículo.
Sus manos se movían inquietas sobre su regazo, viendo cambiar rápidamente el paisaje fuera del vehículo. Aquel lado de la ciudad nada tenía que ver con lo que acostumbraba y era obvio que Park Hyung Sik realmente contaba con mucho dinero. Maldijo mentalmente aquello que sólo pudo catalogar como una injusticia luego de todo lo que Minjae y él sufrían.
— ¿Dónde mierda estamos? —. Su pregunta sonó llena de miedo cuando el vehículo paró en un estacionamiento subterráneo, mas el conductor sólo ignoró sus palabras y bajó, rodeando el automóvil para abrir su puerta—. No voy a ir a un puto lugar si no me dices dónde estamos, imbécil.
El tipo lo observó con frialdad, tomando su brazo para sacarlo del automóvil y empujarlo hacia el ascensor. Sus manos sostenían el borde de su sudadera mientras veía los números ir aumentando, deteniéndose al fin luego de minutos eternos. Sus ojos se ampliaron al ver el lugar, incapaz de contener la sorpresa.
Jamás siquiera imaginó poner un pie en un sitio de ese tipo, mucho más lujoso de lo que alguna vez soñó.
De forma instintiva, caminó a través del lugar hasta el enorme ventanal, sus manos presionando el cristal mientras veía la ciudad extenderse bajo él. Tan ínfima e insignificante...
— ¿Te gusta, bebé?
Se giró hacia Hyung Sik, la emoción por todo aquello que jamás
podría alcanzar desbordándose sin poder evitarlo.
— ¿Dónde estamos? —Una de mis propiedades.
Rió.
— ¿Una? Estás mintiendo...
Hyung Sik sonrió, caminando hacia un amplio sofá para tomar asiento, sus ojos fijos en el pelirrojo que seguía analizando el lugar. —No necesito mentir. Soy un hombre de negocios, bebé.
—Negocios... —. Su lengua humectó sus labios con ansiedad, deteniéndose en la mesa que se encontraba frente a él. Ni siquiera recordaba cuántos días llevaba sin comer decentemente y ahora Hyung Sik le ofrecía un banquete como si nada. Se mantuvo en su lugar, negándose a demostrar lo mucho que deseaba poder recuperar en algo la energía y probar algún alimento—, ¿Qué tipo de negocios?
Hyung Sik sonrió.
—Inversiones. Puedes acercarte, bebé. Estoy seguro de que debes tener hambre.
—No... No es así.
—Dijiste que necesitabas hablarme. Vamos a tener una agradable conversación, acércate.
—No malentiendas...
— ¿Por qué lo haría? Sólo quiero verte feliz. Odio ver que sufres, bebé... Te lo dije, las joyas deben brillar. Ven aquí, no haré algo que tú no desees, te lo dije.
Se acercó con prudencia, sentándose en el lugar que Hyung Sik le ofrecía a su lado. Sus manos empuñadas sobre su regazo y su corazón
bombeando con demasiada fuerza. Su acompañante extendió su mano para alcanzar uno de los platos, entregándoselo con un cuidado único; su estómago protestó ante la cercanía del alimento y sin poder resistir, comió casi con angustia.
—Dios... Esto es increíble... Minjae-ssi realmente disfrutaría poder comer de esto también.
Arqueó una ceja con diversión al escucharlo.
—Quizá la próxima vez puedas invitarlo, bebé... Lo que sea que te haga feliz.
El pelirrojo alejó el plato, mirando directamente ahora a Hyung Sik. El hombre sonreía con una calma abrumadora y sus ojos lo consumían ante la intensidad. Se sentía vulnerable con sólo una mirada, incluso aunque en apariencia, Hyung Sik mantuviese total control de sus deseos.
—Necesito un trabajo. Minjae-ssi necesita trabajar también...
— ¿Debo contratar a tu príncipe, bebé? —rió—, eso me daría oportunidad de verte cada vez que quisiera... Ahh, quisiera tanto...
—Te lo dije. Nada cambia.
El mayor sonrió.
— ¿Qué es lo que sabes hacer? ¿Qué tienes para ofrecer que pueda ser de mi interés?
—Yo... Yo canto... Puedo cantar... Tu tarjeta decía que eres dueño de un Club. Puedo hacerlo, puedo entretener a tus clientes, puedo servirlos, puedo...
Se detuvo cuando Hyung Sik sostuvo su mandíbula con suavidad, sus ojos demostrando molestia ante sus palabras.
— ¿Servirlos? No sabes lo que dices... Las joyas de mi Velvet son especiales. No cualquiera puede entrar a ese lugar... Y tú no eres una simple joya, bebé. Tú deslumbras... Tú mereces estar puesto en el lugar más alto, donde nadie pueda siquiera poner un dedo sobre ti...
—D-Debo irme... Minjae-ssi debe... Debe haber regresado...
—Mira esto, bebé— dijo sin dejar de sonreír, levantándose y tomando con cuidado la mano de Taehyung. Lo dirigió hacia el ventanal, enseñándole la ciudad bajo ellos—, ¿Te gusta?
—No entiendo qué tiene que ver con lo que pedí...
—Lo veo en tus ojos, bebé. Veo el lugar al que perteneces... Y también sabes que todo eso que se extiende bajo nosotros es insignificante. Mereces poseer esto y más... Mereces adueñarte del
mundo, bebé.
Miró la ciudad bajo él, sabiendo que nunca podría estar tan cerca de obtener aquello como en ese momento. Bajo él se extendía el mundo que por años deseó... Ahí estaba todo lo que quería.
Hyung Sik sonrió, acunando con una de sus manos el rostro de Taehyung, su pulgar deslizándose con ansias por el labio del pelirrojo, sintiendo el cuerpo del menor temblar ligeramente, mezcla de miedo y emoción. Sus ojos demostrándole lo mucho que deseaba aquello que sólo él podía darle.
—Eres perfecto, y mereces sólo resplandecer—. Se acercó a él, empujando con suavidad el cuerpo del pelirrojo hacia el ventanal, sus labios a escasos centímetros y su aliento torturándolo por la cercanía. Su mano libre delineó su cuerpo, abrumado por aquella cercanía que había ansiado desde el primer momento; disfrutando de la confusión en su invitado que, sin poder evitarlo, temblaba ante cada roce. Tan perfecto y sublime.
—D-Debo volver... —habló, mas se sentía embriagado por las palabras que Hyung Sik pronunciaba—, por favor...
—Puedo darte todo, bebé... El mundo estaría a tus pies.
Intentó poner distancia, sus manos empujando el pecho de Hyung Sik sin poder darle la intensidad que su cabeza le ordenaba. Sintió al castaño tirar con suavidad de su labio inferior entre los suyos, presionando con tanto cuidado, que su mente lo traicionaba a ratos. Sus manos sostuvieron la camisa de Hyung Sik de forma inconsciente, la humedad de su lengua buscando el consentimiento que el pelirrojo le otorgó de forma tímida y nerviosa.
Lo besó con lentitud, jugando en el interior de la tibia cavidad de forma delicada. Taehyung respondía con sutileza, su mente nublada por las promesas de aquel hombre. Entonces, recuperando la cordura que lo abandonó por momentos, se separó angustiado de Hyung Sik, limpiando su boca como si de esa forma pudiese borrar lo sucedido.
Hyung Sik respiró profundo, viendo a Taehyung poner distancia entre ambos con expresión mortificada.
—Bebé —susurró cerrando la distancia—, no sabes lo mucho que había soñado con esto...
— ¡No te acerques! —gritó con lágrimas en sus ojos—, ¡No lo hagas!
—No llores, no hiciste algo mal.
—Minjae-ssi... Minjae-ssi va a odiarme... Dios, Dios, Dios... Yo lo amo... Tú no entiendes... No quiero el mundo... No quiero un mundo donde él no esté amándome... No quiero la mierda que me ofreces...
El castaño arqueó una ceja, su mandíbula tensándose ligeramente ante las palabras del chico. —Te llevaré con tu príncipe, bebé.
Taehyung se dirigió al ascensor, sintiendo los pasos del hombre tras de sí, mas ignorándolo sin preocuparse de si esto molestaba o no a su acompañante. Subió al automóvil, esperando abandonar de una vez aquel lugar.
—P-Para... —dijo sintiendo su cabeza dar vueltas apenas el automóvil abandonó aquel edificio—¡Para!
Bajó del vehículo y sintió su estómago revuelto, incapaz de contener el asco que sintió por su propia actitud.
Aquel hombre le ofrecía el mundo, y lo más aterrador de aquello, fue que por un instante, realmente deseó aceptar.

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