Capítulo 4

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Rodeó la cintura de la castaña, respirando con pesadez mientras dejaba que Nancy acariciara con lentitud su cabello para tranquilizarlo. Debía marcharse a casa de Taehyung, pero se sentía agotado mentalmente como para moverse siquiera. Aquel trabajo estaba jodiendo su mente mucho más rápido de lo que creyó fuese posible y no estuvo seguro de si aquello era algo a lo que deseaba exponerse.
—Jungkook, ¿Vas a decirme qué sucede? —Nancy susurró, tirando con suavidad del rostro de Jungkook para observarlo, sonriéndole de manera tranquilizadora.
—Estoy agotado... Quizá sólo debería tomarte y sacarte de este puto lugar... —musitó agotado.
—Sabes que no puedo. Sabes que tú tampoco puedes... Jungkook, ¿Qué está sucediendo...? Nunca habías estado así con un trabajo.
El pelinegro se levantó, quitando el cuerpo de Nancy con cuidado de no lastimarla, paseándose por el lugar con impaciencia. Sus dedos se deslizaron por su cabello, dejando escapar el aire de sus pulmones casi de forma dolorosa. La chica se levantó, rodeando su cuerpo con sus brazos para detener su ir y venir, apoyando su cabeza contra el pecho de Jungkook, escuchando como sus latidos parecían descontrolarse.
—Ese lugar es... Es el infierno, Nancy... No sabes lo que es...
Nancy afianzó su agarre, cerrando sus ojos con fuerza. — Entonces termina de una vez, no necesitamos ese dinero...
El pelinegro sonrió, separando a Nancy de sí mismo; la besó con suavidad, esperando que el tiempo con ella pudiese tranquilizar su mente y sirviera como método de catarsis para todo lo que estaba viviendo el último tiempo. —Sabes que es imposible
—Y supongo que no repetiremos esta conversación, ¿Verdad? — la castaña dijo con decepción.
—Debo volver. Gracias por recibirme esta madrugada—. Vio la expresión disconforme de Nancy ante sus palabras. Sabía a la perfección que ella no estaba de acuerdo con lo que hacía, mas tampoco quería repetir aquellas discusiones constantes que aquel tema provocaba. Suspiró, besando un vez más a Nancy, extendiendo aquel beso por un momento. —Te prometo que llegará un día donde no debas pedir que no desaparezca... Juro que será así.
—Llevas tres años repitiendo lo mismo— sonrió con tristeza—, y yo los mismo años creyendo en ti... Ten cuidado, y por favor, no desaparezcas.
—Es imposible si me lo pides de esa forma— dijo con toda la tranquilidad que pudo reunir mientras tomaba su arma—, por cierto, siempre he amado cómo te ves con esa ropa. Cuidate, llamaré pronto.
Salió del apartamento, suspirando al ver la hora. Sabía que el pelirrojo aprovecharía cualquier oportunidad para restregarle su posición y para su desgracia, esta vez no tenía excusas para defenderse.


[...]

Llegar al Club aquella noche se sintió incluso peor que otras veces; y aunque adoraba ver la forma en que todas las personas rogaban por tenerlo, jamás se sintió tan asfixiado por aquella atención. Se subió al escenario, manteniéndose estoico ante el dolor que seguía latente en su cuerpo por la golpiza reciente. Sus ojos barrieron todo el Club, sintiéndose asqueado cuando vislumbró a Hyung Sik junto a una de las chicas; seguramente, aquella mujer había conseguido un nuevo accionista para su amado Velvet y estaba a punto de ser recompensada por su arduo trabajo.
Daba igual; podía acostarse con todas ellas mientras nadie siquiera intentase tomar su lugar. Medio sonrió ante la idea, después de todo, Hyung Sik jamás lo dejaría, incluso aunque esas mujeres se esforzaran por desplazarlo.
Incluso aunque ahora llevase a esa mujer a su oficina y le entregase un momento de libertad en el Club.
Volvió a alejar se atención de Hyung Sik, las palabras muriendo en su garganta al encontrar su mirada con la de Jungkook. El pelinegro fruncía el ceño confundido al verlo parar su actuación, al igual que todo el resto de clientes. Por un momento, se sintió perdido bajo los ojos de su niñero, mas sonrió nuevamente, reanudando su canción pese a que su mente seguía por completo turbada.
Se mantuvo en su lugar por largos minutos, obligándose a disfrutar de la atención que recibía hasta el último segundo que pisó aquel escenario. Se dirigió hacia la oficina apenas pudo, siendo detenido antes de poder llegar al lugar por el firme agarre de Jungkook. Rió, intentando liberar su brazo del pelinegro, jadeando de dolor ante el movimiento brusco.
—S-Suéltame... No tienes derecho a tocarme... —ordenó, aunque aquello sonó mucho más como una súplica de lo que hubiese querido.
Jungkook lo ignoró, sabiendo que el peso de Taehyung descansaba en su agarre debido al dolor que el pelirrojo sentía. —El Señor Hyung Sik aún no termina con la joya que llevó, Señor.
— ¿Te divierte saber que también se folla a estas perras de mierda? Seguro debes pensar que él va a dejarme porque ahora está acostándose con alguien más, pero no es así, Hyung Sik me ama.
Sonrió divertido ante el enojo de Taehyung, liberando su brazo al fin cuando lo vio recuperarse por completo del dolor. —Lo que me divierte, es que usted siga creyéndose especial pese a las últimas circunstancias.
—Yo... Yo soy...
—La joya más valiosa —repitió aquella frase como un mantra—, lo sé.
— ¡Imbécil! ¡Puedes irte a la mierda! ¡No te necesito, ojalá te mueras de una puta vez! —gritó con rabia, volviendo a caminar hacia la oficina y entrando sin siquiera dudar de sus acciones. Jungkook suspiró,
dejando descansar su espalda contra la pared, en espera de lo que fuese sucediera allí, pues era obvio que su jefe no iba a estar feliz por aquella interrupción.
El pelirrojo se acercó a Hyung Sik, sonriendo con burla al ver el terror en la expresión de la chica que seguía desnuda en el lugar. El castaño rodeó su cintura, aceptando el beso que Taehyung le dio, profundizándolo apenas el pelirrojo le permitió la entrada a su boca, dócil como a Hyung Sik le gustaba.
—Dile a esa puta que se largue, no la quiero aquí.
—Bebé, no tienes que temer.
Rió con ironía — ¿Temer que esa imbécil me supere? No lo hago... Pero odio que crean que porque abren sus piernas para ti, son especiales—. Se volvió hacia la mujer, sintiendo las manos de Hyung Sik perderse bajo su ropa, acariciando su piel mientras su lengua recorría su cuello. Vio el enojo en aquella chica que inevitablemente había deseado escalar, ir creciendo al notar lo fácil que Hyung Sik olvidaba todo cuando el pelirrojo se encontraba presente. Cualquier esperanza desaparecía, porque Taehyung era sin dudas diferente a cualquiera en el Velvet. — Lárgate de acá, puta. ¿O es que quieres ver cómo complazco como se debe a Hyung Sik?
—S-Señor Hyung Sik...
—Escuchaste a mi joya —Hyung Sik dijo honestamente divertido— , toma tu ropa y ve a hacer lo que mejor sabes, preciosa. Fue divertido, pero no eres Taehyung, ¿Verdad? Taehyung rió cuando la chica dejó la oficina por completo humillada y con sus ojos al borde de las lágrimas. Se separó de Hyung Sik, viendo el deseo en los ojos de aquel hombre, lo que sólo alimentaba la ilusión de poder en la que vivía.
—Debes ser delicado, Hyung Sik... Mi cuerpo sigue doliendo— susurró, comenzando a desvestirse para él. El deseo en el castaño aumentaba al ver su cuerpo desnudo frente a él, esperando poder poseerlo una vez más.
—Será al ritmo que tú desees, bebé.
Taehyung sonrió triunfal, empujando a Hyung Sik y montándolo, moviéndose tanto como el dolor le permitía. Sus gemidos prontamente llenando el lugar, mas deteniéndose por completo cuando las palabras llenas de burla del pelinegro cruzaron su mente Él no era igual a esas mujeres, lo había demostrado ahora.
Era superior... Era el dueño del mundo si Hyung Sik así lo decía...
Si Hyung Sik quería, podía tenerlo todo...
Soy especial... Soy lo único que Hyung Sik jamás dejaría...
Se levantó abruptamente, viendo la sonrisa de Hyung Sik desaparecer ante su rechazo.
—L-Lo siento... Duele... —se disculpó, esperando que aquello fuese suficiente.
—Bebé, ¿Qué crees que haces?
Se vistió con dificultad, ignorando el enojo en la mirada de Hyung Sik y conteniendo la respiración cuando el castaño tiró de su cabello para forzarlo a enfrentar su mirada. Sus manos inconscientemente recorrieron su pecho en un intento por tranquilizarlo. Su boca luchando por un beso que sirviera de distracción y que agradeció, consiguiera una respuesta rápida.
—Mi cuerpo duele... Por favor, perdóname, amor.
Hyung Sik suspiró, acariciando su rostro con suavidad. —De acuerdo, bebé. Cuida tu hermoso cuerpo, porque en la semana deberás presentarte para uno de mis accionistas, así que por hoy te dejaré ir.
—Gracias, Hyung Sik...
—Eso es, bebé. Ahora ve a casa, debo seguir trabajando.
Obedeció, abandonando la oficina con expresión vacía; caminó a lo largo de aquel pasillo, ignorando al pelinegro que seguía esperando.
Su mano buscó apoyo cuando su cuerpo resintió violentamente el dolor de sus lesiones, perdiéndose en la puerta que daba hacia la bodega del lugar para evitar que alguien pudiese verlo así de débil.
Sus piernas flaquearon, mas el firme agarre en su cintura evitó que pudiese encontrar el frío y duro suelo. Se sentía mareado, luchando por conseguir que el oxígeno pudiese encontrar el camino a sus pulmones.
—N-No puedes tocarme... —jadeó, sin alzar su rostro que se encontraba hundido en el cuello del pelinegro.
Jungkook respiró profundamente, enfocando sus pensamientos cuando el aliento de su protegido golpeó su piel, una acción que sólo hizo que su mente se llenase de imágenes por completo indebidas, alimentadas por aquel juego al que sin notar, el pelirrojo venía sometiéndolo. —No estoy haciéndolo. Estoy evitando que se lastime, ése es mi trabajo.
El pelirrojo rió, relajando su cuerpo contra el de Jungkook cuando sintió sus manos afianzar su agarre. Sentía su aroma embriagarlo e ir aliviando el dolor que sentía, y Dios... Debía controlarse.
—Eres un imbécil... ¿Tienes miedo de que la posesión más valiosa de Hyung Sik se rompa? Eres tan imbécil, niñero—susurró, sintiendo el dolor ir disminuyendo y presionando su cuerpo contra el de su niñero de manera inconsciente para buscar apoyo—, no te necesito... No voy a romperme...
Jungkook sonrió, pero la alegría no alcanzó sus ojos. El cuerpo de Taehyung recargado completamente contra el suyo, sin siquiera preocuparse de la fragilidad que demostraba, contradecía sus palabras.
—Usted ya está roto, Señor.
Musitó, sintiendo el cuerpo del pelirrojo tensarse por segundos antes de que se alejase por completo. Su sonrisa arrogante otra vez enmascarando sus verdaderos pensamientos.
—Tan insolente... ¿Quién mierda te crees para opinar sobre mí? Eres un hijo de puta... Yo no... Yo no soy...
—Creo que ya se encuentra mejor si vuelve a actuar como el niño mimado que es. Lo llevaré a casa, Señor.
Taehyung chasqueó su lengua, caminando hacia la salida sin preocuparse si Jungkook lo seguía o no. Lo odiaba... Él no tenía ningún derecho a meterse en su mente y joderla de ese modo. No tenía derecho a hacerlo dudar de su posición...
No tenía derecho a recordarle que era un objeto y que si Hyung Sik lo deseaba, podía terminar mucho más roto de lo que ya estaba.


UNTOUCHABLE® [TAEKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora