Con un amago de sonrisa, permitió que aquel hombre siguiera recorriendo su cuerpo con la desesperación que sólo ser consciente de sus más bajos deseos despertaba.
Lo escuchaba maldecir mientras embestía contra su cuerpo y no pudo dejar de preguntarse qué lo llevaba a arriesgarse de aquella forma.
Hombres poderosos que eran capaces de apostar todo por un instante de placer enfermizo. Pero pese a que la curiosidad era algo normal, sus ganas de terminar con aquella asignación siempre terminaban sobre todo. Porque al final, no importaban las razones que aquellos hombres tuviesen para caer en el abismo que el Velvet les ofrecía, nada los salvaría del verdadero infierno que sus acciones iban a desatar.
—Anda, ruega por mí—. Lo escuchó murmurar, cerrando una de sus manos alrededor de su cuello. Sintió los dedos del hombre clavarse en su piel, disminuyendo el flujo de aire, sin detener las violentas embestidas.
Las lágrimas cayeron de sus ojos, sus manos sosteniendo la muñeca del hombre para intentar detenerlo de forma infructuosa, cayendo en su juego de sumisión sin demasiadas quejas. Había estado sometido a situaciones mucho peores, un poco de hipoxia no era algo importante en comparación.
—Por favor —susurró apenas, relamiendo sus labios para mantenerse enfocado—, por favor, no se detenga... Quiero sentirlo...
Lo escuchó gemir, su cuerpo temblando sobre el suyo indicándole que aquel encuentro estaba llegando a su fin. Su boca entonces siendo atacada con violencia, sintiendo el ardor que el hombre provocó al morder sin medirse.
Se mantuvo en silencio, lamiendo la sangre que brotaba de su labio mientras el tipo se levantaba con orgullo y comenzaba a vestirse. Quiso reír, pero supuso que tentar su suerte de aquella forma no era algo inteligente; probablemente su superior no estaría feliz de saber que estaba siendo castigado.
—Espero verte de nuevo, mi amor. Quizá podamos probar algo diferente...
Con un suspiro, volvió a sonreír, ignorando el dolor en su labio ante esto.
—Eso me haría tan feliz... Espero que podamos repetirlo; me siento tan bien cada vez que me toca...
—M-Mierda... Hyung Sik merece todo mi maldito dinero por ti...
—El Señor Hyung Sik se sentirá muy feliz de saberlo...— dijo sin dejar de sonreír, separando sus piernas para exponer su cuerpo; su mano se deslizó lentamente sobre su piel, notando la forma en la que aquel hombre se tensó. Porque las reglas eran claras en el Velvet y nadie podía estar más de una vez con la misma joya en una noche—, y yo seré tan feliz de volver a sentirlo muy, muy dentro de mí...
—M-Me voy ahora... Volveré... Prometo que volveré... Espera por mí.
El hombre dijo de forma atropellada, saliendo del cuarto luego de lanzar un beso y entregarle una sonrisa nerviosa. La puerta de aquel cuarto se cerró y su sonrisa desapareció por completo. Se sentó en la cama, chasqueando la lengua ante la molestia en su cuerpo debido a la violencia con la que el hombre lo penetraba.
—Seguro que esperaré por ti, hijo de puta— musitó, buscando su ropa para salir de aquel lugar, necesitando un trago para desaparecer el
persistente sabor a tabaco que su cliente dejó en su boca.
Cuando volvió a pasearse por el Club, el flujo de clientes era notablemente menor. Algunos hombres terminaban sus tragos entre caricias furtivas con las joyas y otros simplemente se preparaban para
marcharse sin suerte. Sus ojos buscando entre las personas hasta dar con el hombre que debía cuidar las joyas.
Una risa casi infantil abandonó sus labios, sentándose en uno de los sofás de aquel Club, alejado ya de todos; su mirada siguiendo el camino de Namjoon quien, con desagrado, terminaba de despedir a los últimos clientes.
—Deberías regresar a tu habitación, Jimin—. Pese a que sus palabras hubiesen parecido una amable petición, el tono de voz de Namjoon fue autoritario, indicándole la clara orden que cada noche debía acatar. Sonrió, ignorando el sonido del lugar que comenzaba a consumirse, dando por finalizada aquella jornada de entretención—. Jimin, estoy hablando.
—Pero necesito un trago. Nuestro honorable cliente tiene el mal hábito de mascar tabaco— dijo con fingida tristeza, sus ojos chispeantes de diversión al ver las mejillas de aquel hombre teñirse suavemente.
—Las joyas no pueden beber... No puedes dañar tu cuerpo, no te pertenece.
Había escuchado aquellas palabras tantas veces, que no pudo evitar rodar sus ojos. Desde el primer momento en que había aceptado pertenecer al Velvet luego de su audición, se habían encargado de condicionar su mente a base de aquel pensamiento. Habían dejado de ser personas para convertirse en valiosas joyas de Park Hyung Sik.
Comprendió entonces porqué cada joya del lugar parecía normalizar el juego de poder al que eran sometidos dentro del Club. Y estuvo seguro que si no estuviese entrenado para soportar situaciones límites, también hubiese creído aquello.
—Pero sólo será un trago~
Te tengo. Sonrió al ver a Namjoon verificar que ninguna otra persona estuviese cerca, moviendo su cabeza de forma sutil para indicarle que lo siguiera.
Usando su autoridad, terminó de alejar a los pocos empleados que aún permanecían en el lugar, buscando bajo la barra una botella de licor barato, totalmente ajena a lo que servían en el Club.
—Un trago—ordenó, abriendo la botella y entregándosela al pelirrosa. Jimin asintió, bebiendo un largo sorbo de alcohol, devolviéndola luego para cumplir con su juego de obediencia.
—Eres el mejor. No sé que haría sin ti, Namjoon— dijo acercándose, sus manos descansando de forma controlada sobre el pecho del hombre frente a él.
—No juegues... Sabes que una joya no debe...
—No soy una joya cuando estoy contigo. Audicioné para ti, no para el Señor Hyung Sik... No soy su joya, soy tuyo.
—Mierda... Jimin, no...
Aun con aquella negativa, se dejó guiar por el lugar hasta llegar donde sabía, las cámaras del lugar no eran capaces de llegar. Jugar con los puntos ciegos del Velvet se había vuelto su cosa favorita en verdad,
porque conseguir información de Namjoon había resultado sorprendentemente interesante.
Lo acorraló contra la pared, viendo el deseo mezclarse con el terror a ser descubiertos.
— ¿No me extrañaste?
Namjoon maldijo, notando incluso con la escasa luz, los hematomas que comenzaban a formarse en el cuello de Jimin y el corte en su labio. Su dedo acarició con cuidado, conteniendo la respiración al sentir la lengua del pelirrosa. Y lo había extrañado jodidamente mucho... Incluso aunque estaba poniendo su vida en juego por aquel chico.
—Quince minutos... —murmuró, viendo la diversión en cada una de las facciones del pelirrosa.
—Eso es más que el tiempo que dura cualquiera de mis clientes...
Rió: —Cómo mierda no te han castigado aún...
—Porque sé cuándo debo guardar silencio— dijo acercándose a Namjoon, besándolo con lentiud; un gemido lleno de satisfacción escapando de sus labios al sentir la lengua de aquel hombre irrumpir en su boca, notando el suave sabor a cerveza que su lengua traspasaba. Estaba jugando, pero hubiese mentido si decía que no disfrutaba cada segundo junto a él—, y tú jamás me traicionarías, ¿Verdad?
Namjoon gimió al sentir las manos de Jimin deshacerse de su cinturón, perdiéndose bajo su ropa con la urgencia que el tiempo les daba.
—No... Nunca... Mierda... Nunca haría algo que te lastimase...
El pelirrosa se detuvo por segundos, sonriendo antes de volver a besarlo mientras su mano se movía con un ritmo constante por la erección de Namjoon, ahogando sus gemidos contra su boca. Era interesante la seguridad que había visto en los ojos de Namjoon mientras decía aquello, incluso aún sabiendo que al final, sería él quien terminaría lastimando a Namjoon, quisiera o no.
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UNTOUCHABLE® [TAEKOOK]
ActionTodos siempre nos sentimos atraídos por lo prohibido, es como una ley. Lo prohibido puede darte satisfacción, paz, tormento o incluso llevarte a tu propia perdición. Fanfic Taekook Homosexual