Capítulo 29

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Apenas los disparos cesaron y sus hombres se hicieron con el control del Velvet, corrió al interior del lugar en el instante en que Jimin le entregó la información sobre la última orden que le entregase previo al allanamiento. Limpió el sudor de su frente, dejando que sus hombres fueran sacando una a una a las joyas de Hyung Sik para mantenerlas aisladas antes de sus declaraciones, porque necesitaban que todas comprendieran que su lealtad hacia Hyung Sik no debía seguir presente ya.
Con una respiración profunda, se acercó a la última habitación de aquel pasillo, empujando con violencia para abrirse paso al interior, frunciendo el ceño al verla completamente vacía. Con pasos cautelosos avanzó por el lugar, dirigiéndose hacia el espacio entre la cama y uno de los muros.
Escuchó el disparo y por instinto, retrocedió; su cuerpo perdió el equilibrio, cayendo al piso con brusquedad. El ardor de la perforación extendiéndose desde su hombro hacia su cuello.
— ¡Oh por Dios! ¡No quise hacerlo! Creí que eras... No lo pensé...
Exhalando con pesadez, sintiendo la molestia en su hombro donde el disparo impactó, intentó enfocarse en algo que no fuese el conocido dolor de una herida a bala. —Mierda...
— ¡Lo siento tanto! J-Jimin dijo que... ¡¿Qué mierda está pasando?!
Seokjin gritó, soltando el arma y lanzándola fuera de su alcance para acercarse al peliverde que ahora presionaba su hombro para detener la hemorragia. De forma instintiva, utilizó sus propias manos para
ayudar al peliverde, sus ojos viendo directamente el rostro del hombre que ahora lo observaba con seriedad, verificando que Seokjin de encontrase totalmente a salvo.
De forma sorpresiva, Yoongi llevó una de sus manos a la nuca de Seokjin, acercándolo con brusquedad para besarlo de forma ansiosa, como si volver a sentirlo fuese lo que necesitara para recuperar en algo la calma y permitiendo que el pelirrubio se alejase luego de un momento.
—Prometí que iba a sacarte, ¿No es así? —dijo con calma, sentándose con dificultad por el dolor en su hombro, viendo la confusión en Seokjin.
—Pero yo... Yo creí que tú sólo estabas... Jugando... —confundido, fue incapaz de articular palabras mientras examinaba en detalle al peliverde, notando ahora el uniforme que vestía; sus ojos se detuvieron en las insignias que decoraban su ropa, ahogando un jadeo de sorpresa. Llevó sus dedos a su uniforme, trazando con suavidad la superficie de la tela que ahora se encontraba ensangrentada por su disparo—, ¿Tu nombre?
Yoongi sonrió, levantándose con cuidado de no forzar el movimiento en su hombro herido, esperando que el pelirrubio lo imitase. — ¿También quieres un nombre para recordar? O es que tu tiempo en este lugar de mierda te hizo adquirir fetiches extraños como los disfraces...
—Quizá esta vez sólo sea por curiosidad... No puedo agradecerte de manera correcta si no sé quién eres...
—Entonces, salgamos de aquí y puede ser que ayude a satisfacer tu curiosidad, Seokjin. Estar acá realmente me irrita.
Incapaz de retener su sonrisa, permitió que Yoongi lo sacara de aquella habitación. Se tensó ligeramente mientras avanzaban entre cuerpos y restos de aquel intercambio de balas entre los hombres de Hyung Sik y la policía. Era sorprendente ver el Velvet en aquel estado deplorable luego de haber presenciado la elegancia que noche a noche había repletado aquel lugar.
— ¿Lo atraparon? —preguntó asustado, buscando a su alrededor
de forma inconsciente por Hyung Sik o el pelirrojo.
—Tú ya no debes preocuparte de eso; te llevarán a las dependencias del NIS, te interrogarán y luego iré por ti, ¿De acuerdo? Probablemente te pongan en protección a testigos junto a todas las personas que decidan colaborar hasta que la investigación se cierre.
— ¿Significa que escapó? ¿Taehyung? —Está cercado. Tú ya no debes preocuparte...
Se detuvo abruptamente cuando vio al pelinegro luchar por liberarse de paramédicos y policías pese a encontrarse totalmente lastimado. Por un momento, estuvo tentado a hablar, pero el grito de Jungkook lo mantuvo en su lugar mientras veía a Yoongi correr hacia él para estabilizarlo.
El peliverde alejó a los hombres que intentaban contener a Jungkook, ignorando el dolor en su hombro cuando forzó al pelinegro a mantenerse en el suelo, sabiendo que el menor no estaba en todos sus sentidos.
—Basta, Jeon —ordenó con firmeza, esperando que el pelinegro pudiese reaccionar—, necesitas que traten esos golpes.
—No puedo... No puedo estar aquí... Tengo que detenerlo. Debo ir por él antes de que vuelva a dañarlo.
—Suficiente. Tenemos una orden de captura para Park Hyung Sik; no podrá movilizarse ni escapar y dudo que alguien quiera exponerse a caer con él ahora... Intentó asesinarte, asesinó a Nancy... Está jodido, Jeon.
— ¡No! No, no... Se lo prometí, Yoongi... No puedo dejarlo. ¡Deja de retenerme!
El peliverde frunció el ceño al ver a Jungkook colapsar, utilizando su único brazo sano para tirar de su ropa con desesperación. —Kook... Estamos buscando en cada maldito lugar... Y ese chico está tan hundido como Park Hyung Sik. Es su maldita sombra, es la única persona que puede atestiguar y sabemos que no va a hacerlo. Acabó, Kook... Terminaste al fin; podrás tener tu placa de vuelta sin estar escondido... Podrás volver...
—Por favor... Por favor, no me hagas esto —rogó, desesperado por no poder abandonar el Club para ir tras Hyung Sik, tan asustado de lo que sabía iba a suceder si no se liberaba, que sus pensamientos se volvían un desorden.
—Jungkook, tu trabajo acabó. No me obligues a encarcelarte hasta que todo esto termine por completo.
— ¡No entiendes! ¡Va a lastimarlo! Por favor, no me hagas esto... Taehyung está en peligro y yo no puedo con la idea de que ese maldito enfermo lo aleje. Déjame ir... Déjame ir, Yoongi... Señor, por favor no me haga seguir esta orden. No puedo quedarme aquí, necesito ir por él... Está esperándome... Prometí que sería libre...
Pidió angustiado, sintiendo su rostro empaparse con sus lágrimas que fue incapaz de contener. Sabía a la perfección qué es lo que Hyung Sik haría si le permitían escapar y no podía detener el caos que se formaba en su mente. La imagen de Taehyung quemando en su cabeza y su promesa volviéndose un recordatorio constante de que alejarse del pelirrojo era lo último que deseaba hacer.
Ni siquiera el dolor de sus lesiones era capaz de evitar sus intentos por salir del Club, lo que sólo empeoraba su desesperación. Deseaba alcanzarlo y darle la libertad que juró, le entregaría. Quería mostrarle que no necesitaba aquel mundo que anhelaba poseer mientras estuviesen juntos.
Demostrarle que ninguna de sus palabras eran un juego.
—Debes ir al hospital, Kook —intentó convencerlo, luchando por mantener la neutralidad en sus decisiones.
—Se lo prometí... Por favor, Yoongi, debo ir.
Yoongi relamió sus labios, sintiendo su pecho oprimirse al ver lo destrozado que Jungkook se encontraba por la joya de Hyung Sik. Entendía perfectamente que Taehyung se había metido hasta lo más profundo de su sistema, pero se negaba a aceptar que aquel chico al que había tenido a su lado por tantos años, ahora era incapaz de funcionar sin el pelirrojo infectando hasta el lugar más recóndito de su cabeza.
Jungkook lloraba, angustiado por ir en busca de Hyung Sik para evitar que pudiese volver a acercarse a Taehyung. El chico que lo único que tenía en mente era cumplir su deber aunque tuviese que arriesgar su propia integridad, rogaba entre lágrimas por alcanzar a alguien que definitivamente era intocable ahora.
No comprendía porqué todo el mundo de Jungkook se había visto reducido a aquel pelirrojo, pero de la forma que fuese, la persona frente a él se encontraba destrozada por la inminente pérdida. Sus ojos demostrándole el dolor que sentía ante la simple idea de no ser capaz de proteger al pelirrojo.
—Yoongi... No puedo dejarlo...—el pelinegro susurró, liberando su agarre de la ropa de Yoongi. Las lágrimas seguían cayendo mientras su voz sonaba rota y extenuada—, no puedo...
Con manos temblorosas, buscó a su alrededor hasta dar con una de las armas de los hombres de Hyung Sik, respirando con pesadez antes de confirmar que el cargador se encontraba completo. Comprendía que tal vez estaba cometiendo un error, pero la angustia en Jungkook calaba profundamente en el peliverde pese a todo. Jungkook seguía siendo demasiado importante como para no notar que su amigo, el hombre al cual se había encargado de entrenar desde el primer momento, estaba sufriendo mucho más que en cualquier ocasión.
—Vas a perder tu placa... —musitó, sosteniendo con fuerza el arma en sus manos para detener su propio temblor—, vas a meterte en algo de lo que no seré capaz de salvarte... Estarás alejándote por completo, Kook.
—No quiero salvarme si no puedo estar junto a él... No quiero una vida correcta sabiendo que dejarlo es cometer un error, Yoongi.
—Si haces esto, serás igual que ese maldito hijo de puta... Si haces esto, no hay vuelta atrás —se sorprendió a sí mismo rogando de manera implícita porque el pelinegro desistiera, abrumado por sus propias emociones.
—Mi punto de no retorno comenzó desde que se cruzó en mi vida. Lo quiero conmigo incluso aunque tenga que renunciar a todo. Mis planes... No puedo regresar a una vida de la que ya no me siento parte.
Con una sonrisa llena de amargura al escuchar la determinación en las palabras del menor, extendió el arma hacia el pelinegro; su brazo fracturado, el cual sus hombres se habían encargado de fijar de forma rápida para evitar mayores daños, no parecía ser un impedimento para Jungkook, quien ahora guardaba el arma que Yoongi le entregase segundos antes.
—Estás solo, Kook... No puedo cruzar contigo esa línea esta vez... No puedo seguirte en lo que deseas.
Se levantó con cierta dificultad, mirando una última vez a Yoongi con expresión cansada. Quiso sonreír y explicarle que no importaba... Que era suficiente con lo que estaba haciendo, pero aquello hubiese sonado como una verdadera despedida y pese a todo, esperaba poder volver a encontrarse con el peliverde.
—Te equivocas, Yoongi. No estoy solo en ningún momento, Taehyung siempre está conmigo—susurró, acomodando su arma para dirigirse a la salida del Velvet, evitando a los hombres de Yoongi para buscar su automóvil.
El peliverde cerró sus ojos apenas la figura de Jungkook desapareció de su vista, sintiéndose mareado por la pérdida de sangre y el sobre esfuerzo que estaba realizando. Su cuerpo cayó al piso de forma pesada, registrando en algún punto las peticiones desesperadas por buscar ayuda médica para él.
Era irónico en verdad que pese al balance positivo de su operación, no pudiese dejar de sentir aquel vacío en su pecho. Había arriesgado a Jungkook, exponiéndolo a algo mucho más peligroso que un simple descontrol con drogas, y ahora en verdad comenzaba a sentir la culpa y el arrepentimiento clavarse en él de forma ineludible.
Quizá, su error había sido no darse cuenta de las muchas similitudes que Jungkook y aquel chico pelirrojo tenían. Porque ambos habían estado demasiado tiempo buscando un refugio y había coincidido en el peor momento de sus vidas.
Mientras más te alejas en el infierno, pareces deslumbrar, Kook...
Ahh... Ese chico y tú realmente se perdieron en el infierno, ¿Verdad?
Quizá ésa fue la ruina de Park Hyung Sik. No puede poseer a alguien que nunca le perteneció de todos modos.

UNTOUCHABLE® [TAEKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora