Abrió sus ojos, ahogando el grito cuando cada centímetro de su cuerpo fue azotado por el dolor. No reconocía aquel lugar, pero los recuerdos comenzaron a llegar lentamente a su memoria. Aquel hombre forzándolo a base de golpes... Un intento desesperado por defenderse y tanta sangre. Se removió, descubriendo su cuerpo cubierto de vendajes. Su mirada recorriendo aquel lujoso cuarto que nada tenía que ver con aquel sótano donde fue encadenado. Cubrió su boca cuando notó al pelirrojo en la otra cama, respirando de manera tranquila, como si la cantidad de golpes en su cuerpo no estuviesen siendo dolorosos. Ni siquiera estaba vendado como Seokjin, por lo que era claro que parecía ser algo a lo que acostumbraba.
Se levantó de la cama, caminando con dificultad hacia Taehyung y sentándose al borde de su cama. Sus dedos despejaron con cuidado su rostro, moviendo su cabello suavemente. Los ojos de Taehyung se abrieron, fijándose en la expresión confundida de Seokjin, mas sin alejarse de él.
—Te ves como la mierda con todas esas vendas.1
Seokjin sonrió.
— ¿Puede decir algo así en su estado, Señor?
— ¿Mi estado? —sonrió con burla, sin darle validez a las palabras del pelirrubio—, soy la joya más valiosa de Hyung Sik. Esto no es nada...
—Estoy vivo —Seokjin dijo con suavidad—, ¿Por qué?
El pelirrojo rió, respirando con dificultad por el dolor.
—Porque tienes mucha suerte para ser una puta de Hyung Sik...
Vio con facilidad a través de sus palabras, entendiendo que por el estado en el que Taehyung se encontraba, era muy probable que hubiese recibido una golpiza similar a la suya.
—Tú me salvaste. En verdad evitaste que ese hombre me matase...
— ¿De qué mierda hablas? Supongo que los golpes te dejaron mucho más imbécil de lo que en verdad eres... Yo no tengo razones para hacer algo como eso.
Seokjin sintió sus ojos cristalizarse, incapaz de reprimir las lágrimas ante la comprensión de lo sucedido. Aquel chico se encontraba allí, lastimado y vulnerable, porque había decidido tomar su lugar. Su vida, la que realmente había abandonado desde el primer momento que puso un pie en el Velvet, había sido salvada por aquel chico arrogante.
No lo entendía.
Se sentía agobiado, preguntándose por qué su vida había valido lo suficiente como para ser merecedor de algo así. Taehyung guardó silencio cuando el pelirrubio dejó caer su cabeza sobre su pecho, sollozando de forma desgarradora y empapando su cuerpo. Su mirada se fijó en el techo de aquella habitación, sin ganas de pensar demasiado en lo sucedido aquel día.
— ¿Por qué mierda sigues llorando? Eres tan imbécil.
Seokjin sonrió, limpiando sus lágrimas.
— ¿Debo obedecer ahora
todo lo que digas?
—No seas estúpido. No me interesa que las putas joyas de Hyung Sik me respeten... No me importa la mierda que hagas... Yo sólo odio la muerte. La muerte es fácil y rápida. Vivir es lo que cuesta... Vivir es lo que debiese considerarse un castigo... Vivir es... Tan difícil...
La resignación en las palabras del pelirrojo lo hizo temblar, observando la carencia de emociones con la que se refería a la vida. La curiosidad despertaba tan fácil ante Taehyung, notando los diferentes matices que aquella personalidad enfermiza escondía.
— ¿Qué es este lugar?
Taehyung respiró profundo, queriendo calmar el dolor.
—Una jaula de disciplina. Pero ya no tienes algo que hacer aquí.
— ¿Volveré al Velvet entonces?
— Volverás... Volveremos. La próxima vez va a matarte, ¿Sabes? La próxima vez no voy a tomar tu lugar. La próxima vez... —suspiró, porque ni siquiera estaba seguro de si él podría soportar una próxima vez.
—Gracias...
—Imbécil... No es como si tuvieras libertad después de todo.
Seokjin frunció el ceño, queriendo responder, mas sobresaltándose cuando la puerta de la habitación se abrió y los hombres de Hyung Sik lo tomaron sin cuidado. Vio una última vez al pelirrojo, sonriendo apenas en agradecimiento, permitiendo que los hombres de Hyung Sik lo guiasen fuera del lugar.
Taehyung había dicho que la vida era el verdadero castigo, pero aunque eso fuese de aquella forma, al menos valoraría la oportunidad que el pelirrojo le había entregado.[...]
Golpear de forma incesante el piso con uno de sus pies no parecía ser suficiente para contenerse y liberar el estrés. Relamió sus labios, apoyando su frente contra la puerta del apartamento en un intento por encontrar calma y tal vez, un poco de templanza para lo que vendría.
Había visto volver a los hombres de Hyung Sik junto a Seokjin, y aunque el pelirrubio se veía muy lastimado y sufriendo dolores que era incapaz de enmascarar, lo que lo alarmó fue la sorpresa en el resto de las joyas al verlo regresar. Namjoon entonces había suspirado, explicándole sin ocultar lo honestamente confundido que se encontraba, que nunca alguien había regresado de aquel lugar si no se trataba del pelirrojo.
Entonces, Hyung Sik había regresado al Club; su ánimo renovado y su sonrisa habitual nuevamente curvando sus labios, pero en completa soledad. No había tardado mucho en llamarlo, explicándole con una normalidad enfermiza, que su joya más valiosa se encontraba indispuesta y que probablemente no regresaría en un par de días.
De forma respetuosa, había entonces acatado aquella orden implícita en sus palabras: ir y verificar que todo estuviese en orden con el pelirrojo.
Pero se sentía incapaz de traspasar aquella puerta. No estaba seguro de querer presenciar lo que fuera hubiese sucedido. Su cabeza luchaba por mantener la cordura, sintiéndose angustiado por una
preocupación que no recordaba haber sentido alguna vez por otra persona. Sintiendo la impotencia de no poder hacer algo más, incluso aunque lo deseara en demasía.
Tomando una última respiración, presionó la clave de la cerradura y entró al apartamento, su mirada cruzándose con la pelirrubia que se acercaba para recibirlo. Vio sus ojos irritados y su expresión cansada, expresando todo lo que Yerim jamás pronunciaría a viva voz hacia el pelinegro. Pasó a su lado, quitando su chaqueta y dejándola sobre el sofá para dirigirse luego a la habitación, sabiendo que la pelirrubia no interrumpiría su encuentro por la forma en la que se había apartado sin siquiera mirarle.
Entró sin anunciar su llegada, frenando de golpe al ver al pelirrojo sentado en el borde de la cama, frunciendo el ceño ante su presencia e intentando que el dolor no fuese perceptible, como cada vez que recibía un castigo.
— ¿Qué? ¿Emocionado de verme, niñero? —dijo riendo suavemente al ver la expresión del pelinegro, notando la incomodidad hacerse presente entre ambos—, ¿No puedes vivir un día sin mí?
—Señor... —susurró, relamiendo sus labios de forma nerviosa, tragándose la respuesta que se formó en su cabeza—, ¿Por qué no está descansando?
Rodó sus ojos, levantándose de la cama para acercarse a su niñero, mas manteniendo una distancia considerable cuando el recuerdo de lo sucedido con Hyung Sik lo asaltó. Temiendo que el pelinegro se sintiese enfermo sólo al saberlo vejado una vez más, decidió volver a alzar aquel muro entre ambos.
—No... No me mires como si estuviese muriendo... Dios, qué hijo de puta tan desagradable... Seguro que eres insoportable...
Exhaló aliviado de ver que su protegido mantenía una actitud normal, tomando el brazo del pelirrojo para atraerlo a su cuerpo, cerrando sus brazos alrededor de él y hundiendo su rostro en la curva de su cuello, con sus dedos enredándose en las hebras de cabello de Taehyung. Sintió cómo la tensión inicial en el cuerpo de su protegido fue desvaneciéndose, fundiéndose entre sus brazos incluso aunque se mantuvo sin realmente corresponderlo. Sabía que era probable que su cuerpo estuviese destrozado, pero el alivio de escucharlo forzar la normalidad entre ambos se superponía a ello.
—No sabía que eras del tipo sentimental, niñero... —rió, reclinándose levemente para disfrutar de la sensación de volver a estar junto a él, con su corazón latiendo con calma ahora que sentía a aquel hombre transmitiéndole emociones que creyó muertas.
—Sólo guarda silencio. Cierra tu boca por un segundo —ordenó, necesitando al pelirrojo más que el mismo aire, tan enfermizo como aquello sonaba, mas demasiado correcto a sus ojos.
Taehyung cerró sus ojos, dejando que la calma que el pelinegro estaba transmitiéndole se encargara de aliviar cualquier incomodidad que pudiese sentir. —No es lo que decías la otra noche... Tan insolente.
—Cállate. Maldición... ¿Por qué mierda no puedes cerrar tu jodida boca una maldita vez? —repitió, escuchando el suspiro por parte de su protegido.
Se separó del pelirrojo, quitando su ropa con brusquedad para exponer su cuerpo mientras Taehyung se quedaba en silencio, observando cada una de sus acciones. El pelirrojo mordió su labio, tensándose ante la examinación exhaustiva que su niñero realizaba, luchando contra el instinto estúpido de cubrir su cuerpo lastimado, mas negándose a perder el orgullo. Su cuerpo estaba bien. No tenía algo de lo que avergonzarse, después de todo no era la opinión de otro que no fuera Hyung Sik la que realmente importaba.
El pelinegro suspiró, perdiendo la cuenta de la cantidad de cortes y hematomas que cubrían el cuerpo del pelirrojo, golpe tras golpe marcando su piel ya destrozada por castigos previos. Con suavidad,
deslizó sus nudillos por la mejilla de su protegido, queriendo deshacerse de la sensación de impotencia que estaba sintiendo.
—Supongo que realmente le gusta tu cara...
Sonrió con diversión por la actitud impávida del pelinegro, dirigiéndose al armario para tomar algo con lo que cubrirse, sintiendo la mirada de Jungkook quemar sobre su cuerpo. No iba a juzgarlo en verdad si se asqueaba al imaginar lo sucedido, después de todo, Jungkook había dejado claro desde un principio que no lo veía como algo más que un objeto, incluso aunque a ratos dudase de ello.
—Cada día perfeccionas tu capacidad de esconder tus emociones, niñero. Ni siquiera se nota que ver mi cuerpo debe ser desagradable para ti ahora, es divertido— dijo con burla, frunciendo el ceño cuando Jungkook tiró de su brazo y lo acorraló contra el armario—, ¿Qué haces?
— ¿Por qué mierda sigues actuando como si fuese jodidamente normal?
Ladeó su cabeza con curiosidad, ignorando el dolor en su cuerpo ante la presión que Jungkook ejercía sobre éste.
— ¿Debo llorar, niñero? ¿Quizá debo contarte entre lágrimas lo que Hyung Sik hizo conmigo en la jaula? ¿Acaso quieres saber cuántas veces usó mi cuerpo?
—Hazlo —ordenó fríamente, viendo la sorpresa en su protegido—, dime una a una las cosas que hizo contigo. Quiero escucharlo de tu boca, sin mentiras y sin juegos.
Sonrió, queriendo alzar nuevamente los muros entre ambos porque no estuvo seguro de poder soportar un rechazo explícito a lo sucedido.
—No es verdad. No quieres saberlo... ¿Por qué alquien querría algo así...?
—Habla. Cuéntame qué mierda fue lo que hizo para dejar tu cuerpo en este estado.
El pelirrojo se carcajeó, dejando caer su cabeza contra la superficie que servía de apoyo. Sonrió, mas su ojos perdieron todo brillo mientras ahora miraba directamente a Jungkook, meditando sus opciones.
—Vas a arrepentirte luego, niñero. Todos lo hacen.
El pelinegro liberó su agarre, mas se mantuvo en su lugar, repitiendo sus palabras: —Habla.
Tragó con dificultad, consciente de que lo que fuese dijera en ese momento, significaría que Jungkook terminaría por descartarlo. Un suspiro dejó sus labios, odiando el temor que sintió ante esa idea.
—Hyung Sik es un hombre especial... Siempre lo supe, desde el primer momento. Pero nadie escapa de él, niñero... Porque te atrapa de formas en las que sólo podrías soñar. Así que cuando viene el primer golpe, no es tan malo —sonrió—, porque nunca te da algo que tú no hayas pedido. Hyung Sik jamás hace algo que tú no quieras, niñero. ¿No es aterrador? Es capaz de lograr que supliques por él... Yo le rogué que me golpeara; le rogué que perdonase a su joya rebelde, porque él no iba a sobrevivir a lo que vendría. Le rogué tomar su lugar, porque por más que duela, él jamás haría algo que arriesgue mi vida... Así que azotó mi cuerpo una y otra vez con aquellas barras de acero, cortó mi piel con esas lindas varas llenas de pequeñas puntas que se clavaban en mí, rasgándome hasta el punto en que fui incapaz de sentirlo... Golpeó cada parte de mi cuerpo tal cual hubiese hecho con aquel chico estúpido; limpió mi sangre con su lengua, besándome con adoración y luego, acarició cada lugar de la forma más delicada que pudieses imaginar.
Porque Hyung Sik me ama; tanto así, que no deseó que lo olvidara mientras las cadenas estaban partiendo mi piel y cortando el aire que respiraba... Me ama, tanto... Tanto, que me penetró una y otra vez, para que no olvidase que le pertenezco sólo a él... Me ama, así que me da exactamente lo que pido. Mi cuerpo es suyo, así que me tomó sin descanso hasta que apenas fui consciente de la forma en la que mi cuerpo lo recibía, para que comprendiera que no deseaba lastimarme. Mi sangre se mezcló con cada gota de él... Todo en mí le pertenece... Porque Hyung Sik me ama, niñero. Me amó desde la primera noche... Me amó aunque le pertenecía a alguien más... Me amó hasta que su amor fue mucho más importante que todo.
Su ceño se frunció al notar la humedad resbalar por sus mejillas. Sus dedos limpiaron las lágrimas que habían caído sin darse cuenta, riendo confundido por su reacción. El pelinegro sólo lo observaba, su expresión indescifrable para su protegido quien comenzaba a desesperarse ante la forma en que sus emociones lo sobrepasaban.
Empujó con fuerza a su niñero, queriendo distancia al comenzar a sofocarse; sus piernas, que habían estado luchando por sostenerlo, se doblaron sin ser capaces de soportar su peso. Jadeó en busca de aire,
sin poder contener la risa cuando el pánico lo rebasó, las náuseas volviéndose difíciles de controlar.
—Anda... Puedes decir lo asqueroso y desagradable que este jueguete usado es... Puedes hacerlo... ¡Repítelo!
Se acercó a él, apoyando una de sus rodillas en el suelo y atrayendo al pelirrojo, su boca golpeando de forma hambrienta la de su protegido, profundizando el beso contra los débiles reclamos que Taehyung daba. Sintió los dedos del pelirrojo sostener su ropa, temblando ligeramente mientras luchaba por responder con desesperación la intensidad del beso. Se separó de él luego de un rato, relamiendo sus labios y observando con desconfianza al pelinegro que ahora sostenía su cintura, apegándolo a su cuerpo con fuerza, sus dedos quemando en cada parte de su piel.
—Lo siento. Lo siento, Señor; no pude protegerlo —susurró, sentándose por completo ahora en el piso, dejando que el cuerpo de su protegido se acomodase entre sus piernas, abrazándolo en un intento por protegerlo aunque fuese algo inútil ya. Taehyung cerró sus ojos, aspirando el aroma de su niñero, embriagándose con la intimidad de aquel momento y olvidando por completo el temor que sintió aquella noche, esperando por Jungkook pese a saber que era algo imposible.
—Nadie puede protegerme... ¿No lo entiendes? —musitó, apegando su cuerpo aún más al de Jungkook, sintiéndose repentinamente tan cansado—, tu presencia es innecesaria... —Lo sé... Y lo lamento.
—Prometiste que no ibas a arrepentirte, niñero. Pero al final, no tendrás opción—. Se incorporó ligeramente con cuidado, mirando con seridad al pelinegro—. Él tampoco tuvo opción... Él tampoco pudo protegerme, niñero...
Se sintió confundido al ver la apatía con la que el pelirrojo hablaba. Las dudas sobre aquel chico que ahora volvía a hundirse entre sus brazos, demasiado cansado como para seguir luchando, se volvían un mar que lo asfixiaba.
—Señor.
— ¿Hmn?
Se levantó, tomándolo en sus brazos para llevarlo a la cama. Lo observó con deseo contenido, intentando controlar sus propias emociones y dejando su arma a un lado para posicionarse sobre el pelirrojo, cuidando que su cuerpo no recibiese más daño del que pudiera soportar.
—Vamos a olvidar que existe alguien más. En estas cuatro paredes, no necesita pertenecerle a alguien, Señor. Voy a entregarte tu libertad, incluso aunque sólo sea cada vez que estás junto a mí. Vas a ser libre...
—Ahh... —sonrió, estremeciéndose cuando los dedos de Jungkook recorrieron su cuerpo con demasiada suavidad, contraponiéndose a la brutalidad que soportó horas antes junto a Hyung Sik—, tus mentiras son la mierda más linda que he escuchado en mucho tiempo... —relamió sus labios, dejando que el pelinegro siguiera redescubriendo su cuerpo con lentitud, permitiendo que aquel momento fuera borrando cualquier otro recuerdo—, tus mentiras son perfectas... Y yo soy un imbécil por creer en ti. Hazlo entonces, niñero... Hazme libre en esta puta habitación y tómame como si no existiera alguien más. Puedes tocarme ahora, niñero; ya no voy a romperme.
El pelinegro tiró con suavidad el labió inferior de Taehyung, besándolo luego de manera lenta. Quizá el cuerpo del pelirrojo le perteneciera a Hyung Sik y lo hubiese reclamado de forma incansable en más de una ocasión, pero poco le importaba en aquel momento. Porque ahí, envueltos en aquel infierno que sólo les pertenecía a ambos, no existía alguien más. Park Hyung Sik podía adueñarse de su cuerpo, pero no era a Hyung Sik a quien el pelirrojo se entregaba por completo, aún cuando no se diera cuenta de ello.
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UNTOUCHABLE® [TAEKOOK]
ActionTodos siempre nos sentimos atraídos por lo prohibido, es como una ley. Lo prohibido puede darte satisfacción, paz, tormento o incluso llevarte a tu propia perdición. Fanfic Taekook Homosexual