La tenue luz del apartamento le entregaba cierta calma, pero no la suficiente para tranquilizarse en el estado en que se encontraba. Ni siquiera el alcohol servía para borrar la sensación de vacío que seguía
ahogándolo, arrastrándose en la miseria emocional que había creído olvidada ya luego de todos esos años junto a Hyung Sik, pero que ahora volvía a asfixiarlo sin misericordia.
No entendía por qué se estaba volviendo tan difícil el mantenerse tranquilo luego de lo sucedido con su niñero, incluso aunque aquello había significado volver a ser disciplinado por Hyung Sik. Su cabeza seguía repitiendo de forma insistente imágenes del pelinegro junto a aquella mujer, tan vívido como si todavía estuviesen frente a él. La forma en la que Jungkook había intentado protegerla, incluso aunque supiera que en el Velvet no podía hacer mucho para contradecirlo, lo había hecho sentir aturdido; saber que su niñero había arriesgado su propia seguridad por ella, seguía detonando una molestia que no era capaz de controlar. Ni los golpes que Hyung Sik había dejado en su cuerpo ni la
forma en que luego sin preocuparse de qué tan lastimado se encontrase, lo había hecho suyo más de una vez, pudo alejar de su cabeza el enojo y la frustración que lo recorría por saberse desplazado por esa mujer desconocida.
Relamió sus labios, llevando la botella que aún sostenía entre sus manos hasta ellos, bebiendo un largo sorbo de alcohol; jadeó cuando presionó el cristal con demasiada fuerza contra la parte de su boca que se encontraba lastimada, sintiendo el ardor empeorar a causa del alcohol humedeciendo la herida. Contuvo la risa, entendiendo lo patético de su situación; sabiendo que daba igual cuán furioso se encontrase, estaba permitiendo que aquella mujer que nada valía afectase su idea de poder.
El mundo me pertenece... Soy la joya más valiosa. Soy... Soy a quien debe proteger...
Dejó caer su cabeza contra el respaldo del sofá, frunciendo el ceño cuando escuchó la cerradura electrónica ser desbloqueada; segundos después, la puerta volvió a cerrarse y los pasos suaves resonaron en el apartamento. No necesitaba observarlo para saber de quién se trataba, después de todo, su presencia se había vuelto parte de sus días, incluso
aunque el pelinegro ahora siguiera actuando con aquella tranquilidad irritante.
Cómo odiaba aquella calma en el pelinegro, como si cualquier situación que los involucrase a ambos no resultara significativa para él, poniendo esos límites que pensó, había pulverizado con el primer beso compartido.
Lo odiaba... Necesitaba odiarlo, porque nada de lo que sentía podía tener sentido. Aquella molestia angustiante de saberse prescindible para él en realidad, seguía clavándose en su pecho, cortando las alas que Hyung Sik le había entregado y hundiéndolo con una inclemencia mucho más brutal que cualquier castigo físico al que hubiese sido sometido en todos los años que llevaba siendo parte del Velvet.
Cualquier golpe era nada en comparación con la forma en que su mente perdía la poca estabilidad que seguía manteniendo desde que Jungkook había llegado a su vida. Su niñero lo desarmaba, rompiéndolo sin contemplaciones con simples palabras. Rompiendo su realidad para empujarlo en una a la que demasiado tiempo atrás hubo renunciado sin algo más a lo que aferrarse. Rió con amargura, sabiendo que los ojos de Jungkook se mantenían fijos en él, estudiándolo de forma silenciosa como cada vez que el pelinegro lo juzgaba por sus actitudes.
Se levantó del sofá, tambaleándose de forma sutil por causa del alcohol y dejando que su risa aumentara por esto, buscando algo de diversión en toda aquella situación. Su mente por completo consciente, incluso aunque su cuerpo lo traicionase. Caminó hacia donde el pelinegro esperaba, mas dejando distancia entre ambos de manera instintiva; bebió otro sorbo de la botella sin quitar sus ojos —fríos y acusadores—, del rostro del hombre que debía protegerlo, pero que sin proponérselo, había terminado convirtiéndose en el riesgo más considerable para el pelirrojo. El exceso de líquido resbaló por sus comisuras, trazando un camino por su cuerpo hasta perderse en la tela de la bata que vestía. Sonrió con molestia, sin preocuparse de estar empapándose de alcohol, frustrado por no poder controlar aquel enojo que a ratos quemaba de forma dolorosa.
— ¿Qué mierda haces en mi apartamento? —preguntó con su voz destilando furia, su mano cerrándose con fuerza en la botella para contener el temblor que lo recorrió—, ¿No deberías estar follándote a esa puta? Creí que eso es lo que hacías con la perra de mierda ésa.
Respiró con profundidad, sin quitar su mirada del pelirrojo que estaba notoriamente molesto. —Me alegra saber que el Señor Hyung Sik fue indulgente con usted. Si está de ánimos para sus comentarios, probablemente su castigo no fue de consideración.
Una carcajada escapó de los labios del pelirrojo.
— ¿Indulgente? ¿Te sientes culpable, hijo de puta? ¿Necesitas saber que Hyung Sik no me castigó como otras veces por tocar a esa perra imbécil que llevaste al Velvet? —habló con sarcasmo, mucho más humillado de lo que estuvo dispuesto a aceptar, manteniendo su arrogancia hasta el último momento— ¡Responde!
—No. No me siento culpable por lo que haya sucedido— dijo fríamente, notando la tensión en cada músculo de su propio cuerpo—, no puedo controlar su carácter, Señor. Lo que sucedió con Nancy fue un error, ella no debió estar en ese lugar. Pero eso no cambia el que usted haya dejado nuevamente que su carácter lo sobrepasara. Así que no me corresponde opinar sobre lo que sea que el Señor Hyung Sik haya hecho para disciplinarlo; sólo puedo asegurarle que Nancy no volverá a pisar el Velvet.
—Nancy... —rió al escuchar el nombre, odiando que Jungkook estuviese dándole la suficiente importancia como para nombrarla incluso ahora—, ¿Entonces qué mierda haces acá? Lárgate con esa perra de mierda... ¡Vete! —gritó frustrado, lanzando la botella contra la pared, respirando con pesadez por la furia—, ¡Vete con esa maldita perra y
ruega porque no decida abrir mi boca para que Hyung Sik se entere de lo que hiciste con su maldita joya! ¡Lárgate y muérete de una puta vez! ¡Muérete, maldito hijo de puta insolente!
—Señor, necesita calmarse.
— ¿Fue divertido todo esto, hijo de puta? —preguntó de forma repentina, dejando una vez más que aquella explosión de emociones volviera a apaciguarse de forma brusca, sintiendo cómo la sonrisa temblaba en sus labios al ver al pelinegro—, ¿Te gustó romper la única regla de Hyung Sik, niñero? Jugar con su joya hasta el hastío...
Jungkook negó suavemente con su cabeza, ligeramente agotado de aquellos cambios en la personalidad de su protegido. —No fue divertido, Señor.
— ¿Por qué? —sonrió todavía más, detestando lo que las palabras de Jungkook implicaban; odiando el sutil arrepentimiento que se deslizaba en el tono de voz del pelinegro al resoponder—, ¿Porque tienes tu vida armada con esa puta? ¿Es eso?
—Nancy no tiene algo que ver en esto, Señor. No mezcle las cosas de aquella forma— dijo con apatía, sin comprender del todo por qué había decidido ir donde el pelirrojo en pleno estado de euforia, arrepintiéndose ahora que lo veía así de molesto.
— ¡Deja de nombrarla! ¡Deja de ponerla por sobre mí! —. Su voz sonó rota, ahogado por aquellos celos que era incapaz de controlar. Era la joya más valiosa de Hyung Sik, ninguna persona podía negarle algo. Era irreemplazable y esa mujer no se igualaba a él.
—Ella no vale nada... ¡Ninguna puta es más importante que yo!
—Se lo dije, Señor. No puede medir a las personas por aquella idea que el Señor Hyung Sik implantó en su cabeza... Y Nancy no es en absoluto como usted o cualquiera de esas joyas.
— ¡Soy mejor! —gritó con rabia, desnudándose sin pudor alguno frente al pelinegro, exponiéndose como si los hematomas y cicatrices de golpizas anteriores no existieran en realidad—, ¡Todos esos cerdos de mierda pagan por mí! ¡Todos sueñan por poder tocarme de la maldita forma en que tú lo has hecho! ¡No existe una maldita persona que sea mejor!
Jungkook lo observó en silencio, sus ojos recorriendo cada parte del cuerpo de su protegido que ahora se encontraba marcado por golpes; notó cómo el pelirrojo luchaba por mantenerse estable pese a estar al borde de una crisis nerviosa y en verdad le sorprendía el que su protegido fuese incapaz de entender que sus palabras sólo confirmaban su lugar como una simple cosa para Hyung Sik.
—No pierda el tiempo con sus ataques, Señor. Es suficiente...
—Úsame—Taehyung dijo fríamente, su rostro carente de cualquier emoción y siendo sobrepasado por el dolor y la confusión—, puedes usarme... Si crees que valgo tan poco... Si estás seguro de que
esa puta de mierda vale más que este jodido juguete estropeado e inútil, entonces úsame hasta que no tengas más opción que descartarme... Úsame... Úsame como la mierda que crees que soy, niñero.
Su voz tembló, perdiendo toda seguridad ante sus palabras; rogando sin importar lo humillante que pudiese ser, porque al menos de esa forma, podía recuperar en parte su poder. Si Jungkook lo deseaba, seguía manteniéndose por sobre cualquiera y eso era lo único que importaba. No era de mayor trascendencia si sólo terminaba siendo usado mientras pudiese seguir controlando al pelinegro.
Lo vio dudar. La mirada del pelinegro obscurecida en deseo y confusión antes de que cerrara la distancia entre ambos y atrapara su nuca, tomando sus labios en un beso ansioso y brusco. Su lengua buscando hasta el lugar más recóndito de su boca, ahogando el gemido que el pelirrojo dejó escapar ante la intensidad que estaba forzando en aquel encuentro. Las manos de Taehyung se enredaban en su cabello, buscando más profundidad mientras su cuerpo se apegaba sin importar el dolor contra el del pelinegro, sonriendo con soberbia cuando se separó de él, sabiendo que Jungkook seguía atrapado en aquel juego. Reafirmando que sin importar qué, su niñero seguía perteneciéndole.
—Puedes jugar, niñero...— dijo atrapando entre sus dientes el lóbulo del pelinegro. Jungkook respiró con pesadez, una de sus manos recorriendo la espalda del pelirrojo con lentitud, extasiado ante la
sensación de su piel extendiéndose sólo para él bajo sus dedos—, sé que también quieres usarme...
—Se equivoca. No soy igual que esos hombres, se lo he dicho.
El pelirrojo volvió a poner distancia, totalmente confundido, frunciendo el ceño y siendo repentinamente consciente de su posición. Sus mejillas ardiendo, humillado y avergonzado ante el aparente rechazo.
—V-Vete...
Se acercó a Taehyung, tomando su brazo para arrastrarlo al cuarto sin tomar en cuenta la lucha que el pelirrojo intentaba dar. Lo escuchó quejarse ante el dolor cuando lanzó su cuerpo contra la cama, la
confusión tan clara en su rostro como la vergüenza. Apoyó una de sus rodillas en la cama, forzando a Taehyung a separar sus piernas, ubicándose entre éstas y sosteniendo sus muñecas para inmovilizarlo. Vio el terror en su rostro, comprendiendo fácilmente las muchas veces que aquel chico debió haberse visto imposibilitado de defenderse mientras Hyung Sik lo tomaba y forzaba, aduciendo al poder que tenía por sobre él.
Y lo deseaba; tanto, que su mente a ratos se nublaba por completo al sentir su cuerpo bajo él, luchando por libertad y asustado aunque no lo pusiera en palabras. Pero Taehyung se equivocaba; él no era igual que esos hombres.
—Qué mierda estás haciendo, imbécil... —susurró, su respiración acelerándose cada vez que Jungkook movía su cuerpo sobre él, el roce de su piel desnuda contra la ropa del pelinegro sintiéndose doloroso por momentos—, suéltame.
—Lo que el Señor Hyung Sik le haya hecho creer... Se equivoca, Señor. Usted no está en un pedestal... Usted no es una joya ni está en ese lugar para brillar.
Lamió su cuello, liberando las muñecas de Taehyung para delinear su cuerpo, embistiendo en falso hasta arrancar un débil gemido por parte del pelirrojo que seguía luchando, sin saber en realidad cómo reaccionar ante todo aquello. Su lengua trazó su camino por la piel de Taehyung, humedeciendo cada lugar que iba recorriendo; besó su cuello, bajando por sus clavículas hasta detenerse en sus pezones, sus dientes tirando con brusquedad para luego aliviar el dolor con la suavidad de su lengua, escuchando los gemidos del pelirrojo aumentar. El pelirrojo arqueó su espalda, necesitando cada roce de su niñero que ahora jugaba alrededor de su ombligo. Su aliento chocando contra su piel, erizándola y sensibilizándolo con cada roce por mínimo que fuera. Sus piernas fueron separadas con cierta brusquedad, inmovilizándolo contra la cama cada vez que su ansiedad comenzaba a hacerse presente. Gimió cuando sintió la lengua de Jungkook sobre su piel, evitando a consciencia su miembro desatendido y dirigiéndose directamente hacia su entrada. Sus dedos se cerraron en las sábanas, rogando por más mientras intentaba obtener una profundidad que Jungkook le negaba cruelmente, perdiendo lentamente la cordura ante la necesidad.
—Fóllame... Imbécil, sólo úsame... Puedes hacerlo... Por favor, úsame... Eres un hijo de puta... Basta de juegos...
Rogó, mas Jungkook simplemente siguió jugando, su lengua recorriendo ahora sus muslos por segundos eternos, separándose luego de él sin alejar su vista del pelirrojo; se desvistió por completo y sin prisa para volver a su lugar, separando las piernas de su protegido una vez más, viendo la forma en la que Taehyung luchaba por controlar aquel estado de excitación en el que se encontraba. Su mano presionó su propio miembro, masturbándose con lentitud por un momento cuando Taehyung extendió sus piernas, permitiendo que su cuerpo se acomodase mejor en búsqueda de cercanía.
Era tan obvio que el pelirrojo estaba por completo acostumbrado a cumplir cada deseo de Hyung Sik cada vez que éste así lo quería, que Jungkook comprendía la razón por la que la idea de ser un objeto de importancia estaba tan arraigada en su cabeza. A Taehyung poco le importaba si otros lo usaban, porque había conseguido encontrar su
propia satisfacción en aquello. Jungkook dudaba en verdad que su protegido realmente hubiese disfrutado por completo cada encuentro con Hyung Sik, porque años de sumisión lo habían hecho reaccionar de forma automática e instintiva, refugiándose en aquella idea retorcida de placer. Disfrutando de ser usado porque no podía aspirar a más.
—Estás tan destrozado... —susurró, usando uno de sus brazos como soporte mientras hundía sus dedos en la boca del pelirrojo, quien gimió mientras humedecía con su lengua por completo sus dedos, mordiendo y succionando con tanta ansiedad, que el mismo pelinegro debió forzarse a mantener la calma.
Alejó sus dedos de la boca de su protegido, llevándolos hacia la entrada del pelirrojo sin prisa; rozó apenas, disfrutando de la necesidad que su protegido demostraba ante cada roce, ignorando los insultos y maldiciones que Taehyung dejaba escapar ante su demora. Presionó lento, moviendo a distintos ritmos y sumando otro de sus dedos sin
tardanza, viendo la forma en la que la expresión de Taehyung se distorsionaba entre necesidad y placer, empujando contra los dedos del pelinegro en búsqueda de un ritmo constante que Jungkook le negaba cada vez, controlando por completo aquel encuentro.
—Dios... Imbécil... Basta—. Pedía con su voz cortada por gemidos, su cuerpo cubriéndose de una fina capa de sudor mientras sentía como ahora Jungkook curvaba sus dedos en su interior, buscando con demasiada tranquilidad su próstata. — Te necesito... Mierda, niñero... Sólo hazlo... Úsame... Por favor...
Separó sus dedos, viendo la decepción en el rostro del pelirrojo. Buscó entre sus cosas hasta dar con el envase, abriendo el preservativo y rodándolo sobre su erección sin prisas. Se ubicó entre las piernas de Taehyung, ayudándose con una de sus manos y presionando su miembro contra su entrada.
—Mierda... Imbécil, sólo... Dios...
—No eres una joya... —susurró, embistiendo lentamente y sintiendo cómo el cuerpo de Taehyung lo recibía poco a poco—, no lo eres...
Quiso hablar, mas su boca simplemente se abrió sin emitir algún sonido mientras Jungkook lo penetraba con una tortuosa lentitud, volviendo cada roce excesivo. Su cabeza cayó contra la almohada, sintiendo cómo el miembro del pelinegro se hundía por completo en su cuerpo para volver a salir, repitiendo el movimiento de la misma forma. Se aferró a las sábanas, necesitándolo tanto y queriendo decirle que sólo debía seguir, pero sin poder formular frases coherentes. No importaba lo brusco o violento que fuese, sólo necesitaba que lo usara de la forma que quisiera. Él podía darle aquello, daba igual si sólo era un juego. Sin embargo, Jungkook seguía embistiendo con tanta lentitud, usando uno de sus brazos como soporte y con sus ojos cristalizados por su propio placer, fijos en el pelirrojo.
Taehyung imploraba por más, queriendo terminar con aquel ritmo que estaba destrozando su paciencia, sin embargo su cuerpo ardía en necesidad pese a todo. Jungkook estaba llevándolo lentamente al borde de las sensaciones sin necesidad de violencia. Su mente repitiéndole lo errado de estar disfrutando de aquella forma egoísta, sin preocuparse en verdad de complacer a alguien más.1
Sólo necesitaba que Jungkook siguiera, porque nada era suficiente en aquel momento en que su cuerpo ardía y su garganta era desgarrada por gemidos. Sus uñas se clavaron en la piel del pelinegro y sus piernas se engancharon con fuerza a su alrededor, empujando para forzarlo a llegar tan profundo como pudiese, logrando al fin acelerar en aquel vaivén que estaba enloqueciéndolo.
Una de sus manos buscó soporte sobre su cabeza cuando Jungkook aumentó la brusquedad de sus penetraciones, sus cuerpos encontrándose con violencia y sus voces mezclándose en la habitación. No estaba seguro de poder seguir resistiendo, menos cuando el pelinegro comenzó a masturbarlo con rapidez, aumentando así el estímulo que recibía. Su cuerpo ardió, estremeciéndose entre fuertes gemidos cuando su orgasmo lo golpeó, ensuciando ambos cuerpos mientras Jungkook siguió embistiendo hasta poder alcanzar su propia liberación.
Se separó del pelirrojo, deshaciéndose del preservativo y observando el cuerpo deshecho del pelirrojo, cubierto de sudor y sus propios fluidos. Su cabello pegándose en su rostro y sus labios entreabiertos en búsqueda de aire.
De forma instintiva, buscó su boca; succionó su labio inferior, besándolo lentamente mientras el pelirrojo enredaba una de sus piernas para atraer su cuerpo por completo, el sudor de ambos mezclándose ante la cercanía.
—Dilo otra vez, niñero... Miénteme y dime que no soy un juguete— musitó contra sus labios, recorriendo la espalda de Jungkook con sus dedos, dejando líneas rojizas por su piel.
—No es una joya... No es un juguete, Señor— repitió, sosteniendo la mandíbula del pelirrojo con cuidado para encontrar su mirada.
Taehyung rió con suavidad, empujando el cuerpo del pelinegro para cambiar de posición, montándose a horcajadas sobre Jungkook. — Eres la peor clase de hombre, niñero...
Dijo con una sonrisa, sintiendo las manos de Jungkook recorrer sus caderas para forzarlo a volver a su posición inicial. Sus brazos se cruzaron alrededor del cuello de Jungkook, atrayéndolo lo suficiente para que sus bocas se encontraran, tirando de sus labios a diferentes ritmos.
— ¿Por qué? —preguntó, besando su mandíbula y haciendo su camino hacia su lóbulo, gimiendo cuando Taehyung movió su cuerpo en búsqueda de fricción.
Taehyung cerró sus ojos, dejando que el pelinegro volviese a recorrer su cuerpo una vez más, ignorando su pregunta. No había necesidad de palabras... Su niñero no necesitaba saber que, incluso aunque fuese una mentira, él podía creer en cada una de sus palabras, y eso era mucho más aterrador que cualquier castigo.
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UNTOUCHABLE® [TAEKOOK]
ActionTodos siempre nos sentimos atraídos por lo prohibido, es como una ley. Lo prohibido puede darte satisfacción, paz, tormento o incluso llevarte a tu propia perdición. Fanfic Taekook Homosexual