PROLOGO

2.8K 71 3
                                    

Febrero, 96.

Aquel día, Lucero había decidido lucir radiante, espectacular, pues sería un día estupendo. Un día al lado de su prometido, Manuel Mijares. Después de que este le había propuesto matrimonio hacía unos días, la había tratado de una forma tan especial, ella era su... Todo.

Pero, ¿por qué Lucero se casaría con él? Ella no lo amaba, ella solo tenía ojos para el amor de su vida, para Fernando Colunga.

Después de pasar una velada romántica, Manuel decidió llevar a Lucero a su casa, sin darse cuenta que ella jamás entró en esta, y continuó su camino por la obscura calle de aquel lugar. Lucero jamás imaginó que esa noche su vida daría un vuelco irreparable.



**

Nada sería más perfecto que pasar aquella espectacular noche junto a él, junto a Fernando.


La primera vez que Fernando le demostraría a Lucero cuanto la quería. Su amor era tan grande que se podía dimensionar a kilómetros de distancia. Era de esos amores que enternecían el alma, dibujaban millones de sonrisas, y era a prueba de olvido... Por lo menos para cualquiera que tuviese el privilegio de vivir su amor de cerca.


Fernando había planeado aquello por meses, quería que todo quedara perfecto para que fuese digno de la mujer perfecta, de su Lucero.


Ansiaba tanto besar cada milímetro de su piel, sentir su cuerpo agitado sobre el suyo, hacerla estremecer con cada caricia, y sacarle más de una sonrisa. Quería desconcentrarla de la realidad, y llevarla a otro mundo, su mundo. Quería que fuese la mejor noche de su vida. Quería hacerle el amor.

**

Lucero se encontraba en el balcón de la habitación, estaba observando lo hermosa que se veía la luna. Esa noche... Todo se veía hermoso.


Ella sabía que esa noche sería la mejor de su vida.


Había decidido usar un vestido bastante elegante. Este era de talle largo, con una pequeña abertura de lado de una de sus piernas, la derecha. Esto la hacía lucir aún más hermosa de lo que ya era. También había escogido un par de zapatillas, estas con algunas cintas y tacón alto, eran color negro, al igual que el vestido que tenía puesto.


La parte superior del vestido era sostenida por un par de tirantes cruzados en forma de "x"además, era ceñido a su suave y tersa piel. Aquella piel que sería recorrida por las manos de Fernando, aquella piel que sería besada por él hasta ya no poder continuar.


Fernando había escogido algo más cómodo pero de igual manera, muy elegante. Un pantalón color beige y una camisa blanca de algodón. Había dejado su camisa un poco desabrochada de los botones superiores frontales, dejando ver su escultural cuerpo. Su cabello estaba desordenado y sus zapatos habían quedado en la habitación en la que habían estado antes de llegar ahí, en la habitación donde todo acabaría.

Fernando caminó hacia ella de manera meticulosa y sigilosa. Lucero había dejado de observar la luna. Estaba concentrada en servir aquel líquido espeso color rojo encendido, sobre aquel par de copas que tenía sobre sus manos. No dejaba de mirar a Fernando ni un solo instante.

Errores PlacenterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora