CAPITULO 9

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Salió del hotel mientras revisaba su iPhone, su chofer le abrió la puerta y de nuevo se encontró con su relacionista público.

-Ah, hola, Eduardo.- Lo saludó mientras cerraba la puerta y el auto arrancaba.

-Buenos días. Te informo que al llegar a la locación tendrás una breve entrevista.

-¿Entrevista?- Soltó un juramento mientras se resignaba a tener que lidiar con ellos. Le preguntarían lo mismo siempre; qué tal estaba su matrimonio, si habría divorcio o no, si tenía un amante o no. A veces le daba ganas de meterles ese bendito micrófono por...

-Será algo rápido.- Interrumpió Eduardo sus pensamientos.

-De acuerdo.- Se limitó a decir mientras observaba el paisaje de Querétaro. Allí transcurriría gran parte de la novela. -¿Puedo pedirte un favor, Eduardo?

-El que quieras, cielo.

-Busca a un investigador privado. El mejor. No importa cuánto cobre.

-Pero...

-No hagas preguntas, por favor.- Le pidió con una sonrisa.

-De acuerdo.- Se limitó a decir.

El resto del trayecto se llevó a cabo en silencio. Al llegar a la locación algunos periodistas la abordaron, como era de esperarse.

-Lucero, ¿Qué nos dices de los rumores que circulan acerca de que tienes un romance con tu coestelar?

-Cada vez que hago una novela sale un rumor así, no me sorprende.-Contestó mientras comenzaba a caminar, pero aquella mujer seguía sus pasos.

-Sobre tu más reciente éxito, "No supiste amar así", ¿qué nos dices? ¿Va dedicada?- Lucero aguantó la carcajada al escuchar como aquella mujer decía mal el nombre de su canción.

-He dicho mil veces que no y lo mantengo.- Que vil mentira. -Supongo que se la dedicaría a una especie de ex novio que dejara de amarme de la noche a la mañana, que dejara de demostrarme ternura de un día para el otro; para comenzar a tratarme con desdén. Pero, dado que ese novio no existe, pues no, no va dedicada a nadie.- Concluyó mientras se perdía en las locaciones.

**

-¿No sabes qué significa?- Le preguntó Victoria a su padre.

-No. Lo siento, princesa.- Salvador le plantó un beso la sien para después tratar de colocarse su reloj de oro; eran las siete y media. Él iba tarde a su trabajo, Victoria iba a buena hora; aquel día sus clases comenzaban a las nueve. En silencio se encargó de ayudarlo a ponerse aquel objeto. -Pregúntale a tu madre, el collar era de ella.- Victoria hizo una mueca. -No pongas esa cara, mi niña.- Le plantó otro beso en la mejilla. -Ya me voy.

-Que te vaya bien, papi.- Se despidió de él. Victoria soltó un suspiro mientras comenzaba a subir las escaleras para llegar a su cuarto; tenía que terminar de arreglarse para poder irse a la escuela.

Pasó por la habitación de sus padres, y se vio tentada a detenerse allí para poder hablar con ella y preguntarle qué significaban aquellas siglas. Pero no lo hizo.

**

Los días siguieron pasando con calma; Victoria le entregó el autógrafo de Fernando a Laura y a ésta casi le un ataque cardíaco. Aquellos días estuvieron cargados de distintas evaluaciones en la escuela; así que su vida social quedó reducida básicamente a nada. Además de que su madre seguía estando molesta con ella; como siempre lo estaba.

Errores PlacenterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora