CAPITULO 22

710 46 3
                                    

¡¡¡¡¡Solo faltan 4 capitulos y el epilogo!!!!!

______________________________

-Mamita, mamita, ¿qué te pasó? Tienes que estar bien, mamita.- Las lágrimas en el rostro de Adriana se desbordaban sin cesar. La camilla en la que Renatta permanecía acostaba, fue subida a una de las ambulancias y acto seguido, fue cerrada. -Victoria, ¿estás bien?- Preguntó desesperada, mientras caminaba hacia ella. -¿Cómo ocurrió el accidente?- Su respiración se entre cortó al verla empapada en sangre. Su rostro y sus manos estaban morados, y su ropa completamente destruida.
-No lo sé.- Comentó abrumada. -Veníamos discutiendo por todo lo que ha pasado.- Los ojos de Victoria se cristalizaron. Se sentía angustiada, y al mismo tiempo furiosa. -Me estaba apuntado con una pistola.
-Señorita, no hable.- Le indicó uno de los paramédicos. -No haga esfuerzos.
-Vicky, no te preocupes. Fernando viene para acá.- Le comentó Adriana, desesperada. -También Laura, Adrián y Jorge.- Agregó.

Victoria sentía como las punzadas de dolor la atacaban en todo el cuerpo. No se quería morir, ¿si no, quién ayudaría a Lucero? Mientras los paramédicos terminaban de acomodarla en la camilla para subirla a la segunda ambulancia, Victoria intentaba mitigar su dolor intentado no pensar en él.
-¿Cómo está?- Escuchó a Jorge preguntado por su salud. ¿Cómo todos habían llegado tan rápido? Agradeció mentalmente que su novio no se hubiese regresado a casa de sus padres.
-No lo sé, creo que bien.- Le informó Adriana, con cierto nerviosismo en la voz.
-¿Dónde está mi princesa?- Fernando se acercó a la multitud, preocupado al ver como la camioneta se había destruido por completo. Observó cómo subían a su hija a la ambulancia y un nudo se formó en su garganta. No le podían arrebatar a su hija, no otra vez.

**
-Fernando, ¿qué haces aquí? Creí que estarías en los foros.
-Decidí que hoy no iría a trabajar.- Le sonrió. -No puedo creer que ya estén las dos a mi lado, me hacen tan feliz.- Miró a Lucero rápidamente. El azul celeste le quedaba a la perfección, y aún más con su cabello ondulado adecuadamente alborotado para verse irresistiblemente abrazable, cayendo por sus hombros.
-¿Quieres cargar a Fabiola?- Acomodó a Fabiola en sus brazos, para poder entregársela a Fernando.
-Claro, desde ayer no la tengo en mis brazos.- Se acercó a ella y se colocó a su lado.
-Pero es porque estaba dormida. No la puedes tener en tus brazos tanto tiempo.- Le informó.
-Lo sé, lo sé. Pero bueno, tenía en mis brazos a mi esposa.- La besó dulcemente, provocando espasmos en lo más profundo de su ser.
-Ahora tendré que compartirte con Fabiola.- Le puso mala cara.
-¿Celosa de nuestra hija?- Enarcó una ceja.
-No, mi cielo.- Le entregó a su hija en sus brazos e hizo que ambos se sentaran en el sillón de la habitación. -Es tan pequeña y preciosa.
-Es nuestra bebé, bonita.- La miró intensamente y por un momento quiso llorar de alegría. Lucero le había regalado tantas cosas maravillosas con el pasar de los años. -Y no tienes que estar celosa, eh.- Lucero estuvo a punto de interrumpirlo para explicarle a lo que se refería con su comentario, pero él no la dejo continuar. -No digas nada. Te entiendo perfectamente, pero aun así quiero que sepas que te amo. Me gusta recordarte lo importante que eres en mi vida.
-Tú también lo eres en la mía. Te casaste conmigo para formar nuestra familia.- Se le inundaron los ojos en lágrimas. -Dejaste todo por nosotras.
-No deje nada porque aquí lo tengo todo.- Acercó su rostro al suyo, y la besó con delicadeza. Ambos miraron a su hija maravillados. Era tan delicada y preciosa. Como el regalo que el cielo les había obsequiado por tanto amor que se profesaban día con día. Sus ojitos eran como dos almendras cafés y su nariz era tan pequeña como una avellana, perfectamente perfilada. Su cabello era lacio y negro con el de Fernando y la tez de su piel era un tanto bronceada. Sus pestañas eran tan largas como las de Lucero, resaltaban sus pequeños ojos. Que buen trabajo habían hecho.

Errores PlacenterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora