CAPITULO 18

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-¿Cómo te sientes?- Preguntó Fernando mientras la colocaba en el asiento de la sala. El único brillo que había en aquel sitio, era el de los adornos de la época decembrina.

-Algo cansada, pero bien.- Le sonrió. -Siéntate a mi lado, ¿quieres?

-Claro que si.- Fernando dejó todo lo que tenía en sus manos sobre la mesita de centro y se colocó a su lado.

-Ya casi es año nuevo, deberíamos celebrar o algo. Estaba pensando en una cena sencilla.
-¿Aquí?-
Inquirió confundido.

-¡Sí! Podemos invitar a nuestros amigos y hacer algo para distraernos un poco.- Se acomodó un poco más hacia él.

-¡Qué bárbara! Tú deberías descansar.- La reprimió.

-Pero si yo no voy a hacer la cena.- Le puso mala cara. -De verdad, quiero seguir con mi vida como hasta ahora.- Comentó seriamente.

-Está bien, lo que el amor de mi vida crea más conveniente.

-Gracias.- Acarició su mejilla. -Y por Manuel no te preocupes, él me dijo que saldrá por ahí.

-Después de todo, no es tan malo.- Comentó hostilmente, recordando que le daría el divorcio después de todo.

-Creo que tienes razón, en fin.- Sacó su celular.

-¿Qué vas a hacer?- Preguntó atentamente.

-Quiero llamar a Victoria.- Comentó.

-Victoria está aquí en la casa, me dijo que tenía que hablar con José Manuel, se han hecho muy amigos. Ella es buena para eso de hablar con las personas, me refiero a que gracias a ella estoy aquí.

-Lo sé y se lo agradezco tanto, aunque yo le pedí que no te dijera.-Comentó. -¡Ay, mi niño!- Susurró con pesar. -Cuando se entere que sus papás se van a divorciar, cuando vea las fotos y escuche los rumores. No sé ni cómo decírselo.- Cerró los ojos para intentar imaginar cómo haría aquello. Como le explicaría que ella tenía una enfermedad incurable, como le diría que amaba a otro hombre que no era su padre, como le diría que Victoria era su hermana. Para él, ella era solo una amiga.

-Es un niño muy inteligente y sabrá entender.- Intentó calmarla.

-¿En verdad lo crees así?- Preguntó, mirando hacia la nada.

-Estoy seguro.- Tomó su rostro entre sus manos para que lo viera a los ojos y le sonrió.

-Ojalá sea así.

-Lo será, y no tienes qué preocuparte por nada en el mundo.- Tomó sus manos con delicadeza. Las acarició lentamente. -Ya verás que seremos una familia muy feliz.

-Si.- Se encogió de hombros. -Manuel firmará el divorcio y nosotros podremos... Casarnos.

-Así me gusta oírte, eh.- La abrazó a él, logrando colocar su cabeza sobre su pecho. -A todo esto, yo no me puedo casar contigo.- Dijo dudoso, separándose de ella.

-¿Cómo?- Se incorporó de inmediato.

-¡Sí! Aún no eres mi novia.- Puso mala cara.

-Eso puede cambiar ahorita, ¿no?- Comenzó a reír, dándole la mano para que él también se incorporara.

-Creo que tengo que preguntarte algo.- Comentó seriamente, aclarándose la garganta.

-Soy toda oídos.- Le sonrió, terminando de acercarlo a ella.

-¿Quieres ser mi novia... Y en algún futuro mi esposa?

Errores PlacenterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora