CAPITULO 23

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-Hola, ¿cómo estás?- Preguntó Chantal, adentrándose en la habitación. -Te traje una dotación enorme de Lindtts, espero que me agradezcas.

-Hola. No seas pesada y ven a darme un abrazo.- Comentó con una amplia y sincera sonrisa. Chantal se acercó a ella y la abrazó fuertemente, mientras le entregaba sus chocolates favoritos.

-¿Qué tal el novio?- Enarcó una ceja.

-El mejor del mundo. Desde que Victoria se fue, él me ha hecho tan feliz.

-Si no fuese por mí, seguirías pensando que esa muchachita era hija de Manuel.

-Bueno, por eso tengo a una mejor amiga muy inteligente.

-Así es, Lucerito. Así es.

-Que ego tan alto, no te vayas a caer.-Bromeó.

-Tengo como veinte almohadas esperándome abajo. Así que todo bien.

-Ay, que odiosa.

-Lo aprendí de la mejor.

-Se te agradece tu amabilidad, Chantal.

-¿Sabes? David me pidió que te dijera que te desea lo mejor. No ha podido venir porque salió de la cuidad, pero que te quiere mucho.

-Mí adorado, David. Gracias por el recado.

-No hay de qué. Por cierto, apúrate a estar como nueva, que todo el elenco te esta esperando.

-Son unos adorados todos.

-No es eso, pero no es lo mismo sin ti.

-Por cierto, ¿cómo está Sebastián? No me habías comentado nada.- La reprendió.

-Muy bien, nació hace un par de semanas. Te lo iba a comentar en la fiesta de Jos, que fue cuando me enteré del embarazo, pero tu vida ya era muy complicada como para hablarte de la mía.

-Pero que odiosa eres. ¿Cómo me va a complicar la vida saber de la felicidad de mi mejor amiga?

-Entonces, ¿quieres conocerlo?- Preguntó entusiasmada.

-Pero claro que sí, ¿lo trajiste?- Preguntó sonriente.

-Sí, lo está cuidando Teresa. Deja le pido que lo traiga.

-Aquí está el bebé.- Entró Teresa a la habitación. -No dejaba de llorar, así que supuse que estaría mejor con su mamá.- Le explicó a Chantal.

-Gracias por traerlo, Teresa.- Le sonrió Lucero.

-De nada, señora. Con permiso.

-A ver, déjame cargar a Sebastián.

Chantal le entregó al bebé en brazos, y Lucero no pudo evitar sonreír. Estaba tan pequeñito y bonito. Siempre había tenido esa afinidad con los bebés, bueno, con todas las personas.

**

-Fernando, seguramente debes estar harto, ¿no?- Preguntó con cautela. Sabía que a Fernando le molestaría esa pregunta.

-Ya vas a empezar, Lucero. ¿Algún día comprenderás que estar contigo es mi placer favorito? Ya sea el verte dormir, el verte cantar, el verte bailar, el verte a ti. Recordar nuestros mejores momentos y también los peores, que sin ellos no estaríamos aquí. Recordar nuestros besos bajo la lluvia, nuestras salidas a patinar o nuestros cruceros de dos.- Le sonrió con ternura. ¿Cómo no hacerlo? Ella le daba todo con solo sonreír. -Recuerdo que siempre te dije que el día en que me muriera, sería a tu lado, y aún lo sostengo.- Acarició su mejilla. -¿Recuerdas cuando grabábamos nuestra primer telenovela?- Lucero asintió. -Nos escapamos a la playa, y debo decirte que esa noche quedó en mi lista de las diez mejores noches de mi vida.

Errores PlacenterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora