CAPITULO 12

876 45 2
                                    

Bajó los tirantes de su vestido con delicadeza y dejó un camino de besos sobre su piel. Después de unos cuantos segundos, su vestido se encontraba sobre el sillón. Fernando seguía teniendo ventaja sobre ella.

-Oye, deja que te quite ese pantalón, ¿te parece?

-No, primero termino con lo que estoy haciendo.- Le sonrió.

-Eso es injusto.- Colocó los ojos en blanco.

-La vida es así, bonita.- Fernando continuó con su sostén. Había esperado ese momento por mucho tiempo. Lo bajó lentamente hasta dejarlo caer al suelo. La acercó a él hasta que sus pieles se rozaron.

-Te gusta esto.- Afirmó Lucero.

-Demasiado.- Fernando la levantó del suelo y la condujo hasta una de las mesas del camerino. -Cierra los ojos.

-¿Por qué?

-Solo hazlo.- Le pidió.

Mientras ella mantenía los ojos cerrados, Fernando terminó de desvestirse. No quería que Lucero lo hiciera. No estaba en sus planes dejarse seducir por ella. Eso solo lo lastimaría más de lo que ya estaba, su ternura le causaba estragos.

Volvió a acercarse a ella lentamente. Seguía siendo tan hermosa, pensó por un segundo. La empujó contra la mesa y desató la corbata de sus manos.

-¿Te lastimó esto?- Preguntó preocupado al notar un rojo intenso en sus muñecas. Lucero abrió los ojos al escuchar eso.

-No. No.- Se concentró en él. Lo deseaba.

-Creo que amarré demasiado esto.- Se lamentó.

-No, está bien.- Se acercó a él y lo besó. -Todo está bien.

-Bien.

¿En verdad era necesario seguir creyendo que ella era la mala de la historia? Él la quería y ella también a él. ¿Por qué no ser felices? ¿No era suficientemente grande su amor para perdonar los errores del pasado?

-¿En qué piensas?- Preguntó Lucero preocupada.

-En que deseo hacerte el amor.- Mintió. Bueno, sí lo deseaba. Lucero lo miró detenidamente. -¿En qué piensas tú?

-En que te estás tardando.

Fernando sonrió al escuchar aquello. Vaya que sabía qué decir su bonita.

La tomó entre sus brazos y enredó sus piernas entre las suyas. Necesitaba hacerla suya, lo deseaba desde hacía tantos años. Se trasladaba en movimientos apasionados y cargados de ternura. Disfrutaba de como ella se deshacía de placer y de cómo pasaba sus manos entre su cabello alborotado. Lucero sentía como una opresión la llenaba. Se sentía completa después de tanto sufrir. Sentía un placer descomunal y un profundo amor hacía él. Los movimientos se hicieron más y más rápidos, hasta llegar al final.

El celular de Fernando comenzó a sonar. ¡Mierda! Fernando se disculpó con la mirada y acudió. Miró la pantalla desconcertado y contestó.

-Está bien. Lo veo más tarde.- Contestó hostilmente y colgó.

-¿Todo bien?- Preguntó Lucero mientras se vestía.

-Tengo que irme.- Contestó secamente y empezó a buscar su ropa. Lucero lo miró extrañada. No se esperaba eso.

-¿Hablas en serio?- Inquirió molesta. ¿Qué se había creído? Su cabeza comenzó a dar vueltas.

-Perdón.- Ató la corbata a su cuello.

-No lo puedo creer.- Dejó el vestuario de Fabiola a un lado y se colocó sus jeans y un blusón beige. Estaba realmente molesta.

-Ya te pedí perdón.

Errores PlacenterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora