CAPITULO 21

864 42 3
                                    

Lucero miró un camino de luces por cada centímetro del suelo, no pudo evitar sonreír. Se llevó ambas manos a la altura del pecho y cerró los ojos, para abrirlos rápidamente. No estaba soñando. Sintió como una rosa acariciaba sus mejillas, olía delicioso. Fernando recogió su cabello y lo pasó por un lado, dejando uno de sus hombros descubiertos. Depositó un par de besos ahí y después dejó la rosa sobre una mesa. La envolvió con sus manos, abrazándola.

Ella se giró hacía él y pasó sus manos por su cabello, besándolo. Fernando la pegó a su cuerpo, tomándola de la cintura. Ambos llegaron hasta uno de los sillones de la sala. En el centro había un tapete rojo de terciopelo y al lado, tres sillones. Fernando la tomó de la mano y la estiró para que ella lo acercara hacía ella. Ella dejó que él cayera sobre su cuerpo, haciendo que ambos quedaran sobre el sillón. Tomó su camisa con ambas manos, abriéndola al instante. Él ayudó a quitársela y después se concentró en bajar el cierre del vestido de su novia, que estaba a un costado de su cuerpo. Lucero se arqueó un poco para dejar pasar la tela del vestido y después regresó a su posición inicial.

Su lencería era roja, al igual que su vestido. Fernando prefería verla de negro, pero sinceramente se le veía espectacular aquel conjunto. Lucero desabrochó su cinturón lentamente, para después bajar el cierre de su pantalón.
-¿No me vas a detener?

Fernando la giró, haciendo que ella quedará a horcadas de él.
-No, hoy no.- Lucero sonrió con picardía, mirando su abdomen desnudo. Pasó sus manos sobre todo su cuerpo, dejando algunos besos regados por toda el área. Se deshizo del pantalón y del bóxer, mientras planeaba lo que haría. Se colocó de pie, mirando a su alrededor. Fernando la miró meticulosamente, esperando que ella hiciese algo, pero cuando se dio cuenta, ya estaba al lado de Lucero deshaciéndose de su lencería.

Cuando toda su ropa se encontró sobre el suelo, la miró como si se tratase de un tesoro. Era como su diosa griega, con esa esbelta figura que tanto la caracterizaba.
-Deja de verme así, Fernando.- Se quejó, al sentir su mirada sobre ella.
-¿Te incomoda?
-No, para nada.- Comenzó a caminar sensualmente alrededor de la sala en que se encontraban.
-Deja de caminar así.- Comentó irritado. Lucero se rió discretamente.
-¿Te molesta?- Enarcó una ceja.
-Muy lista, pero ven acá.- La alcanzó y la volvió a tener entre sus brazos. El calor de sus cuerpos era elevado a comparación de las veces anteriores que habían hecho el amor.

Él se sentó sobre la alfombra, haciendo que ella quedará a horcadas de él. La acomodó perfectamente sobre sí, y comenzó a adentrarse en ella, sintiendo como las manos de ella apretaban sus hombros con fuerza. Lo hizo de una manera lenta pero constante,  llegando hasta lo más profundo de su ser. Comenzó a moverla en movimientos ligeros, mientras sentía como ella temblaba cada vez que la embestía. Sus cuerpos eran como uno mismo, danzando sobre el vaivén de deseos. Mirar su rostro mientras le hacía el amor, mientras la besaba, mientras la sentía tan suya; definitivamente era el mayor de los placeres.

**

-Buenos días, ¿cómo amaneció la novia más bonita?
-En los brazos de novio más guapo.- Lo besó.
-¿Dormiste bien?
-Sí, soñé contigo.
-¿Y qué soñaste?
-No recuerdo, es muy borroso el recuerdo.- Hizo un mohín.
-Entonces, ¿cómo sabes que soñaste conmigo?
-¿No ves mi sonrisa? Definitivamente no hubiese despertado tan feliz, si no hubiese soñado contigo.- Volvió a besarlo.
-Cómo te amo, ¡caray!

**

-Papá, ¿cómo va todo el proceso de la patria potestad?
-Bien. Fernando y yo fuimos al juzgado de la cuidad y presentamos un montón de papeles, no te imaginas.
-¿Y Victoria?
-Fue al laboratorio. Necesitamos unas muestras de sangre, me dijo que iría con Laura.
-¿Con Laura? Qué bien.
-Sí, como es fin de semana no tuvo problema en acompañarla.
-Oh, claro, que Laura si está yendo al colegio.
-Exacto.
-Hola.- Gritó Victoria, al entrar a la habitación. -Iré a tomar un café con Fernando, es que vino este fin de semana, pero los veo luego.- Comentó, buscando su bolso.
-¿Él te llevará a casa de Laura?- Inquirió Salvador.
-Sí, él. ¿Ustedes ya no saldrán del hotel?
-No, aquí estaremos.
-Perfecto. Nos vemos mañana.- Les dio un beso en la mejilla a ambos y salió de la habitación.
-Parece que se está llevando muy bien con Fernando.- Comentó Salvador hostilmente, al verla irse tan emocionada.
-No lo digas así, papá. Ella te adora.
-Sí, bueno, sigamos con lo que estábamos.- Se encogió de hombros.

Errores PlacenterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora