CAPITULO 12 (PARTE 2)

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HOLI, wattpad me odia, como ya saben yo no escribo esta novela entonces Wattpad no me deja copiar todo :' (

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-No tendrás que hacerlo durante tanto tiempo. Solo serán un par de horas. Pero no lo sé, ¿en mi hotel o en el tuyo?- Preguntó, separándose de él. Se retocó un poco el maquillaje para después sonreír en el espejo. Observó de soslayo la mirada que le dedicaba Fernando. De acuerdo, había preguntado aquello de forma fría, pero quería dejarle claro a Fernando que no podría lastimarla porque ella no lo amaba. O por lo menos planeaba fingir aquello.-En el tuyo.- Susurró él, frunciendo el ceño.-Espero que nadie te vea entrar y nadie te vea salir.- Pidió, lanzándole una última mirada. -Ahora será mejor que me vaya.- Concluyó, perdiéndose detrás de la puerta del lugar. Fernando soltó un suspiro al verla caminar de esa forma tan particular, en definitiva parecía toda una modelo, una modelo que lo tenía totalmente loco.

Escuchó como su celular sonaba, dándose cuenta de que tenía una nueva llamada, para después tomarla.

-Ya todo está listo para acabar de una vez con el problema de Luce...-Dijo la voz al otro lado de la línea. Fernando sonrió ante aquello, reconociendo que por fin aquella maldita perra tendría su merecido.-Excelente. Gracias.- Fue lo que pudo decir antes de colgar, mientras una sonrisa se formaba en su rostro.**Lucero cerró la puerta para después recostarse en contra de esta mientras dejaba que los labios de Fernando se apoderaran de su cuello. Soltó un leve gemido para después comenzar a quitarle la chaqueta y comenzar a desatar el nudo de su corbata. Después de terminar con los premios, Lucero se había cambiado colocándose un simple jean con una bonita camisa negra la cual no tenía escote alguno, cuyas mangas eran un poco irregulares, dejando al descubierto parte de la piel de sus brazos. Sintió como la mano de Fernando comenzaba a colarse entre su camisa, tocando la tibieza de su piel. Lucero se deshizo de la chaqueta de él, dejando que ésta cayera al suelo.

Juntos comenzaron a caminar hasta poder llegar a la cama de ella. Lucero se dejó caer allí con delicadeza mientras los labios de Fernando seguían recorriendo su cuello para ir bajando por su clavícula. Lucero volvió a besarlo mientras luchaba por desabotonar la camisa de él, dejando ver a su paso la piel bronceada del hombre al que amaba. Lucero comenzó a acariciar el pecho de Fernando, mientras lo abrazaba con las piernas y dejaba que él siguiera dejando la marca de sus besos por toda su piel. Pronto la camisa de Lucero le hizo compañía a la de él, Fernando comenzó a acariciarle el abdomen, para después ir subiendo y llegar hasta sus senos, mientras la veía fijamente.

-¿Te das cuenta de lo mucho que te deseo?- Le preguntó, para después comenzar a besar sus hombros, deshaciéndose de la tira de su sujetador. Lucero apretó los dientes ante aquello. Joder, sí, sabía que él la deseaba pero eso no era suficiente para ella en ese momento. Sintió como la mano izquierda de él descendía hasta comenzar a acariciarle la pierna. Lucero soltó un suspiro al darse cuenta de que Fernando quería terminar de quitarle los jeans, los cuales después de un buen tiempo se encargaron de terminar en el suelo, seguidos de los pantalones de Fernando y del sujetador de ella. Él se retiró un poco, comenzando a observar el cuerpo de la mujer a la que amaba... Se acercó de nuevo a ella para plantarle un dulce beso en los labios.-Date cuenta también de lo mucho que te amo.- Le dijo totalmente serio, mirándola con una intensidad abrasadora. Lucero frunció el ceño ante aquella declaración. ¡Con un demonio! ¿Por qué aquel pelele no podía limitarse a ocuparse del plano físico? Ella volvió a besarlo, tratando de desviar un poco aquello. Sintió como las manos de Fernando volvían a bajar a sus piernas, para después ir subiendo y por fin deshacerse de las braguitas, las cuales fueron acompañadas por el bóxer de él.

Lucero bajó su mano por todo el pecho de él, para descender por su abdomen y poder llegar a acariciar su intimidad. Fernando volvió a besarla mientras apoyaba su peso en sus codos para estar encima de ella, y tras separarle las piernas, comenzó a entrar en ella mientras la miraba directamente a los ojos y observaba como esos preciosos pozos color café, transmitían infinidad de reacciones, infinidad de sensaciones.

Ella lo abrazó por el cuello mientras dejaba que aquel increíble vaivén, comenzara.

Y en aquel momento se dio cuenta de lo difícil que sería lastimar al hombre al que amaba.

Porque al hacerlo, se lastimaría a sí misma.


Errores PlacenterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora