Errores Placenteros

CAPITULO 5

Había olvidado el esfuerzo y el cansancio que acarreaba el grabar una nueva telenovela. Eran la una de la madrugada y todavía faltaba por filmar. Lucero se llevó a los labios aquel vaso de café con la esperanza de que espantase el sueño que ya tenía.

El capítulo uno estaba prácticamente listo; consistía en ella básicamente  llorando debido a la desaparición de su bebé quince años atrás. Posteriormente la novela se trasladaba a la época actual, en donde ella buscaba con desesperación un detective privado; hasta conseguir a Alejandro, quien era David. Lo irónico del caso, pensó Lucero con desdén, era que su personaje se llamaba Carolina.

Cuando leyó el guion había estado a punto de carcajearse histéricamente. Pero logró mantener el control. Lucero se sentó en una de las sillas mientras luchaba en contra del sueño. Observó en silencio la escena que se estaba llevando a cabo entre David y Fernando. Los personajes de ambos eran hermanos en la novela, y el nombre al que respondía Fernando era Arón.

-¡Corte y queda!- Exclamó el director. -¡Es todo por hoy!- Un suspiro colectivo se dejó escuchar por el lugar. Lucero observó con una sonrisa como David y Fernando se daban un apretón de manos y cada uno se dirigía a su camerino. Ella hizo lo mismo. Llegó a aquel lugar, se encargó de cambiarse; dejó el vestuario de Carolina en el closet y se colocó su ropa. Hizo una mueca y se dijo a sí misma que no había sido inteligente colocarse una camisa con unas tiras tan finas sabiendo los moretones que tenía, pero... ¡Qué mierda! Nadie la vería. Estaba segura de que todos se habrían ido de forma rápida. Quizá solo quedaría ella y algunos camarógrafos terminando de guardar el equipo.Se observó en el espejo, tomó su abrigo color crema, su bolso, apagó las luces y salió del lugar.Salió del foro y se encaminó a la entrada de televisa mientras marcaba el número de su chofer. Éste le dijo que ya iba en camino y ella suspiró de alivio. Comenzó a mascar uno de sus tantos chicles mientras observaba el suelo y dejaba que la fría brisa de la madrugada, despeinase su cabello

.-Parece que estamos solos aquí, eh.- Escuchó que decía aquella voz profunda. Lucero hizo una mueca de hastío y se giró para poder observar a Fernando.-Sí.- Se limitó a decirle.-Hace frío. Deja que te ponga ese abrigo.- Comentó con una sonrisa, quitándole el abrigo de las manos. Se colocó detrás de ella, sonriendo al ver como ella retiraba su cabello del lugar. Aquella hermosa piel de porcelana cubierta de pecas quedó ante sus ojos y... Frunció el ceño al notar allí tremendo moretones. -¿Qué es esto?- Preguntó, acariciando con cuidado su piel. Queriendo eliminar prácticamente aquello. Lucero se mordió el labio mientras se preparaba para decirle lo mismo que le había dicho a Chantal.-Me golpeé anoche.                                                                                                          -¿Con qué?- Preguntó con cierto recelo. -¿Con el puño de tu Mijaritos?-Preguntó sarcástico. Se inclinó hacia adelante, y se encargó de evitar que ella huyese, agarrándola de la cintura. -Te lo hizo él, ¿no es cierto?- Volvió a preguntar, susurrándole en el oído. Lucero se estremeció al sentir el cálido aliento de Fernando tan cerca de su piel, al sentir sus manos en su cintura. Sintió los labios de él en su hombro derecho, plantándole allí un dulce beso. -Tienes que saber que...- Le plantó otro beso en el hombro izquierdo. -Siempre he quiero matar a ese bastardo. Y ahora más...- La apretó más en contra de sí al sentir como quería retirarse. -No, bonita, no te alejes de mí.- Susurró, dejando un camino de besos en su hombro, subiendo hasta llegar a su cuello.

¡Le había dicho 'bonita' fuera de cámaras! ¡Nada de 'nena'!

Lucero sonrió al pensar en aquello mientras dejaba que los labios de él recorriesen su cuello, recorriesen sus hombros.Dieciocho años sin sus caricias era demasiado tiempo. Cuanto había extrañado sus besos, sus abrazos, sus caricias... Cuánto lo había extrañado a él. Solo a él.