CAPITULO 25

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Semanas después...

-Siempre quise hacerte un regalo, algo que nadie nunca te hubiese dado, algo más nuestro... No un regalo común, de esos que probablemente ya olvidaste. Estuve pensando por muchos meses, y ahora sé cuál es ese regalo.

-Ah, ¿sí?- Enarcó una ceja, acercándose a él.

-Sí.- Le informó. -Creo que has sufrido bastante.- Una carcajada amarga salió de su boca, para después abrazarla. -Es momento de ser feliz, ¿no?

-Pero si ya lo soy, mi cielo.- Le recordó, a medida que posaba sus labios sobre los suyos.

-Lo sé pero un poco más de felicidad no le hará daño a nadie.

-Después de lo que he vivido, creo que todo sirvió para una cosa.- Le sonrió. -No importa lo mucho que haya sufrido antes, todo ha valido la pena. ¡Estamos juntos!- Una lágrima escurrió por su mejilla. -Y así será hasta que Dios nos preste vida.

-Sobre eso.- Aclaró su garganta. -¿Qué te parece un viaje?

-¿Ese es el regalo?

-No, el regalo es que estaremos juntos...Para siempre.

-Sí, para siempre.- Le sonrió desanimada. Desde hacía muchas semanas venía esperando que él le propusiese una fecha para la boda, al menos un lugar... Pero nada ocurría. ¿Qué esperaba él? ¿Qué ella lo llevara hasta el registro civil de la oreja? ¡No señor!

Pero, ¿qué no se daba cuenta que aquel viaje era lo que tanto estaba esperando?

**

-Abre los ojos.

-No hasta que me digas donde estamos.- Hizo una mueca.

-Es una sorpresa. Ábrelos.- La animó.

-Me secuestraste.- Comentó a medida que abría los ojos lentamente. -Solo recuerdo que subimos a un avión.

-Soy un secuestrador muy guapo, ¿no?-Inquirió al momento que sus miradas se cruzaron.

-El más guapo de los secuestradores.- Dibujó una sonrisa en su semblante.

-Y el que más te ama.- Pegó su frente a la de ella.

-En ese caso... Secuéstrame toda la vida.-Colocó su mano sobre su mejilla y la acarició. Fernando tomó su mano, y le devolvió aquella caricia para después besarla.

-No pretendía hacer otra cosa, bonita.- Le dedicó una sonrisa.

-Y bien, ¿en dónde estamos?- Lucero solo podía observar a miles de personas corriendo de un lugar a otro, buscando sus equipajes. Estaban en un aeropuerto, evidentemente.

-¡Bienvenida a Bora Bora!

Lucero quedó boqui abierta al ver la maravilla de lugar en la que se encontraban. Siempre había soñado con estar ahí, y ahora él le cumplía su sueño. Como todos los demás que le había cumplido.

-Este es el regalo del que habíamos hablado, bueno no.- Le recordó. -El regalo es disfrutar nuestras vacaciones.

-Es maravilloso, Fernando.- Dijo visiblemente emocionada. -Tú eres maravilloso.- Comentó incrédula. -No cabe duda que contigo me saqué la lotería. La lotería de la vida.

Errores PlacenterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora