Capítulo 3

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3-CLUB DE LAS CANICAS

Maratón 2/2

—¿De verdad? ¿Tenemos que ir a clase nada más instalarnos? No llevo ni dos horas en Barcelona y ya piensan que voy a aprenderme un temario entero.

—No creo que hagamos algo, nos hablaran del curso y ya.

—¿Y por qué no van los nuevos? Pedri dice que no tienen que ir. ¿Le veis sentido? Yo no. Si los que tienen que enterarse de como va el curso son ellos, no nosotros.

—Que si Gavi, que si. Que te quieres quedar durmiendo. Que nos hemos enteraadooo...

—Pues claro que quiero. ¿Quién no? No quiero verle la cara de amargada a la de Historia nada más entrar a clase. Me amarga la vida.

—Te amarga todo—Murmuró Ansu.

—Pues sí.

Entramos al aula de Historia y ya estaba media clase, por no decir toda, con cara de muertos.

La de Historia se bajó las gafas al mirarnos y puso más cara de asco de que la que tiene siempre.

¿Por qué? Porque habíamos llegado tarde, como siempre. Es un tipo de vida llegar tarde.

No todos tienen estos privilegios.

—Señorito Ferran Torres—Habló la de Historia, la señora Constanza.

—Dime profe—Dijo él, sentándose.

—Ejem... no veo que estés aquí... apuntado a mi clase

Miramos a Ferran y él nos miraba, pidiendo ayuda.

—¿Qué? Claro que estoy profe. Eh... mira abajo del todo, siempre he sido de los últimos je je..

—Señorito Ferran, fuera de mi clase. Me toca contigo los miércoles, no los lunes.

—¡Pero profe, si damos lo mismo! ¡Quiero estar con mis amigos!

—¡Eso profe! ¿No ves que nos quiere tanto?—Grité y la profesora Constanza suspiró.

—Fuera, ya. O llamo a la orientadora.

—Vaaaaaaaaaaleeeeeeeeeeee...—Ferran cogió su mochila y se despidió con un gesto.

—En fin, todos sacad el libro de Historia y abrirlo por la página 189.

Media clase bufó y hicimos caso a lo que pidió la profesora.

***

—Esta comida apesta—Dijo Ferran tapándose la nariz para no oler el olor del cocido que parecía estar guardado desde 1989.

—Va a apestar más cuando sin querer se me caiga en tu camiseta—Ansu hizo un gesto de que se le caía y Ferran se apartó de golpe.

—¡Eh, que por un día podemos llevar la ropa que queramos y ya me quieres cargar la comida!

Sí, ya llevaba siete largas horas en el Instituto, y por fin ya habían acabado las clases y por fin ya podía sentarme a comer, aunque la comida pareciera caducada, pero algo es algo.

Estábamos caminando por los pasillos del comedor y madre mía.

Esto era increíble, bueno increíble no.
Por donde cruzabas habían diferentes tipos de personas. Bueno, más bien grupos.
Por un lado las más guapas—que para mí no tenían nada de guapas—, igual pasa con los chicos. Por el otro los otakus y por el otro equipos como el Real Madrid, el Atlético y otro más. Por el otro estaba el grupito raro de Amelia y Marissa y por el otro... una mesa que estaba sentado solo Pedri.

𝐘𝐄𝐋𝐋𝐎𝐖 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒 | Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora