Capítulo 40-

262 25 8
                                    

Ana y Verónica por fin volvieron a su casa, habían sido días bastante duros.

Verónica aún no estaba completamente bien, ella todavía tenía las cargas que la atormentaban, pero esta vez era distinto porque tenía a su mujer al lado.

No, no era mejor estar sola, ¿por qué rechazar su compañía si la necesitaba? Y el "para aprender a estar sola" no era una respuesta para Ana.

El "aprender a estar sola" era la cosa más triste, pasar tus tragos amargos sola o tener que luchar sola simplemente era simplemente algo que Ana no le deseaba a nadie, menos a su mujer.

Por eso estaría con ella a pesar de todo y de todos, a pesar de que no tuviera tiempo o a pesar de que Verónica tuviera sus bajones.

Ese día prefirieron estar tranquilas en casa viendo películas o tratando de que Verónica descansara un poco. Cuando las dos estaban acurrucadas en el sillón viendo películas y Verónica supuestamente estaba dormida, Verónica se levantó y le dio un beso lento a Ana.

Ana no se negó, ¿cómo hacerlo?, hace un buen tiempo no tenía nada de nada con su mujer, cosa que no era su culpa.

Ana paró el beso y le dijo:

-Amor duérmete, shhh, quédate dormida-

Pero antes de que pudiera volver a hacerla dormir, Verónica se levantó y se sentó sobre la pelvis de Ana volviéndola a besar pero esta vez más fuerte.

Sin darle tiempo a que Ana pudiera negarse, desabrochó la camisa de Ana y sacó uno de sus senos rápidamente para luego empezar a masajearlo con sus dedos.

Para todo esto Ana trataba de escaparse hasta que sintió la mano de su mujer en su seno, el placer que esto le provocó hizo que la dejara.

Verónica al instante dejó de besarla y dirigió su boca al seno de su mujer, donde empezó a chuparlo suavemente.

Ana solo la miraba, era una imagen preciosa ver a su chica de esa forma, aunque ella siempre se veía hermosa.

Verónica sacó su otro seno y empezó a chuparlo mientras masajeaba el que acababa de soltar. Ana se rió al ver que su seno estaba rojo de todo el tiempo que su chica había estado ahí.

Luego Verónica empezó a bajar lentamente hasta encontrar su boca a unos centímetros de la intimidad de Ana. Al instante corrió la tela de pijama de la intimidad de su mujer y empezó a chuparla.

Ana se retorcía de placer y soltaba gemidos al sentir la lengua de Verónica entrar lentamente en su sensibilidad.

-Amor- le dijo Verónica para tratar de llamar su atención

-Dime mi vida- le respondió Ana con las pocas fuerzas que tenía en ese momento

-Te sabe rico, como a cereza- le dijo verónica

Cosa que ocasionó un enrojecimiento en las mejillas por parte de Ana.
Verónica se rió al ver su reacción y siguió haciendo su trabajo.

Después de un rato, Ana empezó a quejarse de que tenía ganas de hacer pis, pero su mujer ya sabía que eso no eran ganas de hacer pis...

Por lo que decidió que era momento de trabajar con sus dedos y aprisionar sus gemidos con besos, cosa que era su parte favorita.

Una vez los chorros salieron y Ana logró soltar todo el placer contenido, Verónica se recostó sobre el pecho aún agitado de su mujer.

A la mañana siguiente, Verónica despertó algo alterada porque acababa de tener una pesadilla, ¿y saben quién estaba ahí para ella?, exacto, su mujer.

Mujer la cual se levantó al instante y le dio un beso, luego la abrazó y le dijo que mientras ella estuviera con ella nadie podría hacerle daño. Promesa que estaba cumpliendo desde el inicio de su relación...











Ya hacía falta un capítulo así yo creo 🫣💗

¿Lujuria?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora