Capitulo 26-

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Verónica bajó como pudo a la cocina por un vaso de agua, realmente necesitaba respirar unos minutos. Ana, sin quedar satisfecha con lo anterior, quería continuar con la diversión. Verónica estaba cansada, pero le gustaba retar a Ana para ver hasta qué punto llegaba.

Mientras Verónica servía el vaso de agua, Ana se le puso por detrás y empezó a rozarse contra las pompis de Verónica. Luego agarró la cintura de Verónica y la empujaba hacia ella haciendo una simulación de embestidas. Después se quedó pegada a Verónica haciendo movimientos circulares.

Vero trataba de sostenerse sobre el mesón, pero Ana estaba dándole con todas sus fuerzas, para luego  Ana encajar su rostro en el cuello de Verónica. Cosa que hizo que Verónica perdiera un poco el equilibrio y le dijo:

-"Ana, vamos arriba y me haces lo que quieras, no aquí"

Ana se rió y dijo:

-"¿No te quedó claro que eres mía y haces lo que diga?"

Por dios, Verónica se excitaba muchísimo cuando Ana se ponía así de posesiva, era tan sexy ver lo tierna y salvaje que podía ser.

Verónica para retarla un poco dijo:

-"No, realmente no me quedó claro si soy tuya o no. A ver, hazme tuya una vez más"...

Ana no se esperaba una respuesta tan atrevida, pero solo porque lo que le estaba pidiendo le convenía, sus deseos serían órdenes.

Ana, con Verónica todavía de espaldas a ella, empezó a rasgar la ropa de Verónica. Con la fuerza que tenía, le sacó la camisa rompiéndola un poco, algo un tanto salvaje. La parte de abajo igual, la quitó casi rasgándola. Luego la agarró del pelo y se acercó a su oído, luego dijo:

-"Eres mía, ¿entendiste?, MÍA"

Verónica una vez más respondió expulsando una risa pícara de su boca:

-"¿soy de quien? No entiendo amor, explícate mejor"

Ana sabia perfectamente que estaba haciendo Verónica, quería provocarla.

Hasta que a Verónica se le ocurrió una mejor idea, ella tenía algo guardado para enseñárselo a Ana. Como pudo, se soltó de las garras de su mujer y le dijo que la esperara un segundo. Subió a la habitación y cuando bajó, tenía una falda muy muy corta, dejaba ver sus preciosas pompis rojas por culpa de su mujer. Unos tacones preciosos y un top que prácticamente parecía un brasier,  solo cubría su areola.

Por dios, Ana no sabía que la ponía más loca, si el top que le daban ganas de arrancárselo y hacer de bebé. O la falda con los tacones que le daban ganas de hacerla que saltara sudada encima de ella.

Mientras todo esto pasaba, Verónica le dijo:

-"Amor, algo me duele acá abajo. Es como si algo palpitara y me molesta, ¿me ayudas?"

Por dios, Ana cada vez tenia más ganas de tocarla. Le encantaba escuchar a su mujer hablarle así...

Verónica tenía algo en las manos, ¿un látigo?, ummm, eso le gustaría muchísimo a Ana.

De repente, Verónica se volteó y dejó caer a posta el látigo. Cuando se agachó, no tenía ningún tipo de ropa interior; así que cuando bajó a recogerlo, dejó ver a su mujer su punto débil apretado y brillante de lo mojada que estaba, Ana no sabía como resistirse a no tocarla aún...










JAJAJSJJAJA ay por dios...

¿Lujuria?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora