Capítulo 33-

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-¡ANA!- se escuchó un grito

En ese momento, la mencionada paró, la agarró del pelo y le dijo:

-Sigues gritando, y dejo de hacértelo eh Verónica. Más te vale que guardes silencio si no te quieres quedar sin orgasmo-.

Verónica en medio de su desesperación, agarró los laterales de Ana y los empujaba con sus manos tratando de conseguir que se moviera, pero era inútil, Ana la tenía completamente dominada. Al parecer, después de unas semanas, Ana había vuelto a la normalidad y vaya que con mucha fuerza.

Tenían visitas en la habitación de al lado, habían llegado los suegros de Verónica, pero eso pareció importarle poco y le suplicó a su mujer que le hiciera el amor. Ana claramente se negó, sus padres estaban al lado, pero Verónica logró convencerla después de calentarla como solo ella sabía y unos cuantos pucheros más.

Ana de mala gana y ocultando sus ganas, amarró las manos de Verónica a los laterales de la cama, no sin antes quitarle la ropa sin delicadeza alguna.

Verónica le dijo indignada:

-SI ME LO VAS A HACER ASÍ, MEJOR NO ME HAGAS NADA GUADALUPE-.

Ana resopló, y se posó encima de ella sin decir ninguna palabra. Empezó con besos en el cuello y bajando, pero se le notaba la poca gana de hacerlo. Si bien Ana tenía ganas, no era capaz de concentrarse, necesitaba un intensivo que la ayudara a olvidarse de sus padres. Realmente era una situación bochornosa, no estaban respetando a los padres de Ana si así querían verlo, pero ellos tenían el sueño profundo y ellas hace mucho no tenían nada.

Verónica se enojó una vez más al sentir los besos secos de Ana por su cuello, y dijo fríamente:

-Suéltame Ana, ya no me hagas nada, no qui-

Las palabras de Verónica fueron interrumpidas por la mano de Verónica sobre su boca.

-Te callas, se hace lo que yo diga y yo digo que te lo voy a hacer, guste o no-

Verónica suspiró fuerte y a pesar de su cara de rabia, no ponía mayor resistencia a los movimientos de Ana.

Fue bajando y bajando, hasta encontrarse con la parte íntima de Verónica. Hizo una pausa, y para torturar un poco a Verónica, le dijo:

-¿Qué quieres que haga?- con una sonrisa pícara en su rostro

Verónica ya un poco cansada de sus juegos, le dijo:
-QUE ME HAGAS EL AMOR ANA, ¡ESO QUIERO!-

-Shhh, te van a escuchar- dijo esta vez Ana

Entendió que su mujer no estaba para juegos y le abrió los labios vaginales, dando espacio a sus dedos.
Sabía que Verónica en cualquier momento empezaría a gemir, por eso antes de empezar le puso una mordaza en la boca.

Los dedos de Ana entraban y salían rápidamente de la intimidad de Verónica, era realmente fácil puesto que la humedad ayudaba para eso.

Después de un rato, Ana la desamarró y la puso en posición de perrito. Esa posición no le disgustaba para nada a Verónica, a ella le encantaba cuando Ana se ponía agresiva y posesiva con ella, le encantaba que la hiciera suya.

Ana tenía un látigo en la mano, un dildo sobre la cama y un solo dedo dentro de Verónica. Al tener solo uno, causaba una especie de incomodidad pero placer.

-¿Quiere otro? Si usted quiere puedo meterle 2 dedos señora Castro- exclamó Ana agarrándola del pelo mientras veía como Verónica apretaba los ojos.

Ana sin esperar respuesta alguna, metió 3 dedos en ella y empezó a embestirla con fuerza.

-Luego de esto tienes que dejarme chuparte las tetas, ya que estamos, ¿a quien le pertenecen tus tetas?-.

Murmuraba Ana al oído de Verónica, mientras Verónica trataba de controlar sus gemidos por lo aturdida que estaba.

-Ahh..tuyas, solo tuyas..- trataba de decir Verónica con su respiración agitada.

-¡AAAAAAAAH!- gritó de repente Verónica al sentir un fuerte latigazo sobre tus nalgas.

Casi al instante, se escuchó un golpe en la puerta...

-Hija, ¿todo bien?- dijo el papá de Ana con un tono algo preocupado.

Ana sin sacar sus dedos de su mujer, respondió:

-Sí papá, es que Verónica se pegó con un cajón sin querer-

Pero el ruido de la entrada y salida de los dedos de Ana, más la humedad de la vagina de Verónica, no ayudaban mucho en su argumento.

Para asegurarse de que no se escuchará algún gemido mientras su padre siguiera ahí, Ana tapó la boca de Verónica con su mano una vez más.

-Umm, está bien, cualquier cosa nos dicen- dijo el papá de Ana con poco de desconfianza en su voz, pero aún así, se fue.

-Escúchame bien Verónica Judith, te vas a venir YA mismo y sin hacer mucho ruido-. Exclamó Ana con seriedad y con un poco de rabia en su cara.

Entre más Ana sentía como la vagina de Verónica se apretaba, se ponía más roja y sus dedos estaban más empapados, ella aumentaba la velocidad.

De tan rápido que lo estaba haciendo, se escuchaba el ruido de su mano chocando con la intimidad de Verónica, cosa que excitaba aún más a Verónica.

Una vez Ana sintió unos chorros recorrer su dedos y a Verónica morder su mano, siguió haciéndolo pero ahora con la certeza de que ya se había venido. Sabía que su mujer estaría muy sensible y en cualquier momento empezaría a suplicar que se saliera de ella. Después de un rato paró, y con la mirada aturdida de Verónica encima de ella, empezó a chuparse los dedos lentamente, saboreando el sabor de su mujer.

Una vez absorbió todos su fluidos, prefirió deleitarse directamente de donde habían salido. Entonces recostó a Verónica sobre la cama, abrió sus piernas y se dedicó a chupar los fluidos de Verónica.

Verónica agarró su cabeza y presionó para que no fuera a parar. De repente, Ana metió su lengua por donde hace unos minutos estaban sus dedos, y Verónica soltó un gemido por lo bajo.

Cuando por fin Ana había absorbido todo, se paró, cerró las piernas de su mujer, se recostó y se volteó a un lado dándole la espalda a su mujer.

-Amor..yo quiero mimos- escuchó Ana detrás de su espalda.

A Verónica le encantaba recibir los mimos de Ana después de que le hiciera el amor lo más fuerte y dominante posible.

Ana se volteó y empezó a acariciarla y decirle cosas lindas al oído, mientras Verónica se quedaba dormida poco a poco en su pecho.

Al siguiente día, tendrían que verle la cara a los papás de Ana quienes claramente habían escuchado lo que pasó la noche anterior...












Volví <3

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