Capítulo 41-

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-De nadie seré, solo de ti. Hasta que mis huesos se vuelvan cenizas, y mi corazón deje de latir...-

-Es precioso amor, ¿dónde lo leíste?- preguntó Verónica

-Bueno es de Pablo Neruda y cuando lo leí solo pude pensar en ti, en nosotras- respondió Ana

-Wow, es realmente hermoso cielo- le dijo Verónica con entusiasmo

Fue cosa de segundos para que Ana agarrara las manos de su chica y le dijera mirándola a los ojos:

-Es que yo solo quiero estar contigo, no para ilusionarte o tratarte mal, al contrario, para cuidarte tal y como lo he hecho siempre. Yo quiero quedarme, quiero que te quedes y que entiendas que no puedo estar sin ti. Si algún día decides que te vas porque es lo mejor para mi, que sepas que no lo es porque lo mejor para mi es estar contigo-

-¿Por qué me iría? Yo me quiero quedar contigo, amor- le respondió Verónica con algo de confusión

-Porque puede pasar, puede que quieras irte algún día para no volver en mucho tiempo. Por eso quiero que sepas que no quiero estar sin ti, que mi corazón te pide a gritos que siempre te quedes.- comentó  Ana casi llorando

-Hey amor, calmada, no me voy a ir y mucho menos para no volver en mucho tiempo, no sería capaz, ¿quién me diría tantas cosas lindas todos los días?- le dijo la castaña con una sonrisa en su rostro con ánimos de calmarla.

Su mujer a veces podía ser muy sentimental, tenía corazón de pollito cuando se trataba de alejarse de ella, tenía una nena consentida por novia.

Al instante Ana se acurrucó en el cuello de su amada, se sentía como si estuviese en las nubes y escuchando un coro de ángeles decirle que llegó al cielo. Bueno, es que eso era su mujer para ella, su cielo.

-Eres mi casualidad más bonita- le dijo Ana al oído
-Y tú la mía- respondió Verónica con una sonrisa

Después de un silencio, Ana dijo:

-¿Y si te hago el amor ahora?-

-¡ANA!...bueno, pero que sea rápido- murmuró Verónica mientras se quitaba la camisa rápidamente

-Espera amor, primero ¿me puedes contar por qué le caes tan mal a tus primas?- preguntó Ana con curiosidad y con sus ojos ahora clavados en su mujer con solo un brasier cubriendo su parte de arriba.

-Bueno..es que..mejor te cuento otro día.- alegó con nerviosismo

-No amor, cuéntame ahora- dijo Ana mirándola esta vez a los ojos con curiosidad

-Está bien, pero no te rías...- suspiró Verónica preparándose para saciar la curiosidad de Ana

-Bueno, estábamos en el funeral del esposo de una de mis tías, papá de una de mis primas. Y yo de repente me resbalé, pero alcancé a sujetarme de uno de los invitados, entonces le dije: "¡AY!, casi me mato yo también". Eso se escuchó en todo el velorio y desde ahí les caigo mal- murmuró Verónica con desdén

Ana estaba aguantándose la risa, tenía la cara roja de aguantarse la risa.

Verónica siguió hablando...

-Pero lo peor fue cuando me puse a ofrecer cerveza en el entierro y me emborraché. Por eso empecé a contar chistes pedorros y a pelearme con mi familia por intentar callarme. Luego dije: "MEJOR ENTIERRENMELA A MI" cuando estaban bajando el ataúd.-

En ese momento Ana no pudo aguantar la risa y se empezó a reír por 10 minutos. Terminó con la cara morada de tanto reírse mientras Verónica la miraba con seriedad en su rostro.  

-Ana, te dije que no te rieras. La verdad sí fue una falta de respeto, pero sí de algo sirve, yo era una adolescente y no era muy consciente de todo- trató de justificarse

Ana todavía no paraba de reírse, hasta corrió al baño para hacer pis de la risa.

Una vez se calmó, volvió donde su mujer y le dio un beso corto.

-Ya mi amor, perdón, vamos a la cama mejor- dijo Ana aún con una risa burlesca en su cara

Verónica accedió un poco a regañadientes...












Espero les haya gustado 🫶😋

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