21. Threat

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15 de noviembre, 2032
Haley.

El tiempo pasaba, y se acercaba cada vez más la hora de que Quentin le pidiera el divorcio a su esposa. Entre los dos habían acordado que una vez Michelle diera a luz, le contarían la verdad juntos. Puede que la noticia no fuera bien encajada por muchos, y, en caso de que tuviera que abandonar Eldridge, Haley intentó buscarle un lugar en la compañía de su madre, y su más reciente proyecto. Quentin se lo había pedido explícitamente, si no era su profesor, tal vez podría ser su pareja. En unos meses tendría dieciocho, y sería una mujer adulta capaz de tomar sus propias decisiones. No veía la hora. ¿Por qué tenía que esperar para poder amar al hombre que deseaba? Miranda no necesitó esperar dieciocho primaveras para casarse con Ferdinand, y ambas estaban cercanas en edad; ¿por qué ella sí? Ojalá la vida fuera tan fácil como una obra de teatro.

Eldridge estaba revolucionado con el baile del cierre de invierno, puede que una de las más populares celebraciones del internado. Amelia se encargaba de que este evento se llevara a cabo, tal y como lo hizo el año pasado, y el que vino antes que ese. Estaba preocupada, por lo que Amelia había visto esa noche en la gala. Había pasado tiempo, y Haley la hizo jurar que no se lo contaría a nadie, pero la conocía, ella era incapaz de callarse nada. No le quiso dar más oportunidad de agobiarla, por lo que la preocupación se fue alejando de ella como una nube pasajera. Lo que Haley no sabía es que a esa nube le seguiría una tempestad.

Como siempre, esperaba a que todos los alumnos abandonaran el salón y cerraba la puerta tras ella para que nadie pudiera entrar. Saltó a los brazos de su profesor y buscó sus labios, pero este los evitaba con agilidad, siempre mirando a la puerta, y no a sus ojos.

—¿Qué pasa? ¿He hecho algo mal? —le preguntó al darse cuenta que no quería sus besos.

—Todo pasa, Haley. Nada está bien.

—No lo entiendo, ayer estábamos bien. ¿Qué ha cambiado?

—Tu amiga —dijo con un tono acusatorio y se zafó de su abrazo—. Amelia me está chantajeando.

—¿Cómo?

—Le ha contado de nosotros a Adam van Thorpe, y ahora él me está chantajeando a que siga escribiendo reportes positivos sobre su hermano, Caleb, para que no repita curso.

—Amelia no haría algo así, me lo prometió.

—Cualquier cosa que te haya prometido es una mentira —se pasó las manos por el pelo, parecía muy enfadado. Nunca lo había visto así—. No podemos seguir viéndonos.

—Espera, no. No puedes dejarme. —por cada paso que ella daba, Quentin retrocedía dos—. No he hecho nada malo, no puedes abandonarme.

—Como los Thorpe se vayan de la boca... será mi ruina. Mi familia, mi trabajo, mi reputación. No estoy dispuesto a arriesgarlo todo.

—¿Ni siquiera por mí?

Vio todos sus sueños hacerse pedazos antes sus ojos. Por más que intentara aferrarse a la idea de un futuro con Quentin, no hacía más que lastimarse a sí misma. No importaban las circunstancias, ni cuánto tiempo pasara, ella estaba marcada de por vida a siempre ser su sucio secretito, el juguete del profesor. No estaba preparada para dejarlo ir. Era patético, estaba consciente de lo humillante que era la situación para ella como mujer, pero una parte de ella quería seguir luchando por mantener en su vida lo único que le daba verdadera felicidad. Tenía tantas cosas que decirle, tantas cosas que aprender de él. ¿La seguiría amando cuando ya no fuera joven y deseable? Si algún llegaran a tener algo serio con él, ella sería Michelle, y, algún día, tendría su propia Haley. ¿Entonces por qué seguía amándolo, conociendo el inevitable futuro que le aguardaba?

Killing van Thorpe. (#PGP2024) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora