11. When the devil knocks

124 22 20
                                    




20 de octubre, 2032

Ferro & Shirley.

Las noches en el bosque eran frías, pero no tanto entre los brazos de un hombre sin rostro. Era curioso como lo desconocido, y lo peligroso podían resultarle tan cautivador. Su acompañante no le miraba a la cara, tampoco le permitía darle besos en la boca o siquiera tocarlo; sin embargo, no le detenía cuando le ofrecía el calor de su boca en otros lados. Esa noche su nombre no era Shirley, esa noche tuvo muchos nombres, unos familiares, otros no tanto, y el resto, inalcanzable. Sus piernas estaban entumecidas por el extenuante ejercicio, le caía sudor frío de la frente y la nariz.

Los gemidos del hombre que lo sujetaba de las caderas y lo sometía, no se diferenciaba de entre los otros hombres que había conocido a lo largo de su vida. Podría jurar que todos le decían lo mismo, cosa que se debatía entre amar y odiar. Esa noche, teniendo a otro hombre dentro de sí, Shirley pensó en Ferro.

Ferro siempre lo trataba con cariño y dulzura, su bondad era parte del problema, pero nunca contaría con lo que hay que tener para decírselo de esa manera, así que Shirley buscaba atención en diferentes tipos de hombres.

Conocía cada rincón del catálogo, cada uno le aportaba lo que deseaba, pero esa sensación solo duraba un momento. Si tan solo pudiera detenerse en mitad del bucle de coito y castigo, donde, de alguna manera, encontraba la felicidad sería el más dichoso del mundo.

Si supiera como detener esa rueda de emociones, lo haría.

Vernon comenzaba a colocarse encima la camisa blanca que cubría el torso desnudo. No sabía que era él, pero no se arrepintió cuando lo vio a la cara. Vernon tenía mala reputación con las chicas, pero las mujeres por amor ignoraban cualquier señal de advertencia. El atractivo del contrario era innegable, pero era un completo idiota con más músculos que cabeza. Sin embargo, ahora que tenía a Vernon, estaba un paso más cerca de su verdadero objetivo, unirse al Skull & Gold.

No era la primera vez que usaba prendas de mujer para satisfacer, al contrario, pero algo se sentía diferente esta vez. No se esperaba que a Vernon le gustaran los hombres.

-Suelen darme las gracias cuando hago este tipo de favores. -comentó Vernon, siempre tan enamorado de sí mismo.

-No te creas mucho, has sido promedio.

-Pues me da a mí que quieres que lo hagamos otra vez, pero no sabes cómo pedírmelo. -se abrochó el cinturón de sus pantalones y lo miró orgulloso, con ojos lascivos-. Te ha encantado.

-Deberíamos irnos-repitió, casi en un titubeo.

Vernon camino hacia él, tomando su rostro por la barbilla. Shirley sintió el agarre, descortés y férreo, le quemaba la piel. Pensó que Vernon lo besaría, pero en su lugar, solo se quedó mirándolo fijamente.

-Está claro que tu novio no puede satisfacerte, por eso vas de app en app buscando más-examinó a Shirley detenidamente, como si estuviera viendo a un perro con sarna-, y yo te lo he dado.

-Tampoco te pases, Fer me quiere, pero... -no quería profundizar más en la conversación-. Me has sorprendido, no sabía que fueras.

Vernon lo urgió a guardar silencio, como la mayoría de los encuentros que había tenido Shirley, se encontraba ante un hombre que seguía en el closet. Le había dado donde más le dolía, su dudosa masculinidad.

Escucharon el crujido, como el de una seca romperse bajo un pie torpe e indiscreto. Claro, que podría tratarse de una ardilla, en Eldridge había muchas de esas. Las ardillas chillaban, correteaban y se escabullían entre los árboles, pero no tenían móviles con melodías y vibraciones. Vernon se puso alerta, merodeando por los alrededores.

Killing van Thorpe. (#PGP2024) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora