Caitlyn es una joven aspirante a detective a quien le es concedida una beca de estudios en un internado de lujo después de haber desenmascarado y capturado al asesino serial Rafael de la Mira. Acostumbrándose a su nuevo ambiente, Caitlyn conocerá a...
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"La noche que Adam van Thorpe murió."
24 de diciembre, 2032 [8:45 PM]. Amelia.
Adam tenía su modo de hacer las cosas, por lo que cuando empezaba a ver cambios en su comportamiento habitual, solía alterarla. Normalmente solo tenía detalles románticos o dulces con ella cuando intentaba disculparse por un error que, a duras penas, había reconocido. Siempre era igual. Incesantes disculpas y noches de arrepentimiento cenando en algún lugar caro. Alguna joya deslumbrante que pudiera impresionarla. Y flores, Adam amaba darle flores. Como decía, estas eran muestras de arrepentimiento, por lo que no entendía por qué Adam la estaba agasajando con regalos ahora. Es como si se estuviera disculpando por una acción que estaba por cometer, y no por un mal ya hecho.
Allá dónde mirase solo veía ramos de flores preciosas, peonías, margaritas y rosas. Las camelias eran sus favoritas, pero había comenzado a odiarlas cuando Adam se las ofrecía después de dejarle un ojo tan rojo como los pétalos de esta flor. No soportaba el empalagoso olor de las flores, y se sentía abrumada por la cantidad de las mismas, posicionadas por toda su habitación.
Su habitación era enorme, y muy solitaria. Una parte de ella se alegraba sabiendo que Adam no estaba cerca, y la otra se sentía humillada sabiendo lo que él hacía en las noches que no dormía a su lado. El alivio pudo más que su orgullo, pero no sabía cuánto más de su abuso sería capaz de soportar. La mayoría del tiempo que decidía estar con ella estaba o borracho o muy enojado para desquitarse con alguien más, así que buscaba a Amelia y ella aceptaba el dolor bajando la cabeza. No podía detenerlo, su padre le aseguraba día tras día que Adam sería más amable y cortés si ella era más complaciente. La verdad es que ya no tenía fuerzas para fingir ante todos que las cosas estaban bien entre ellos, cuando dejaron de ser la pareja ideal hace muchos años atrás.
Su vuelo salía esa noche, dentro de unas horas. No sabía que significaría su partida para Adam, pero estaba segura de que esa noche las cosas serían diferentes. No se quedaría despierta esperando a que llegara para golpearla, ni para que la despertara con un beso después de haberla despreciado. Esa noche cambiarían las cosas.
Intentó convencerse a sí misma de que todo saldría bien, de que su padre no la rechazaría tras volver a casa después de tanto tiempo. Que empezaría el año bajo sus términos. Tenía hecha las maletas y había dejado una nota sobre la cama, y sus sábanas bien planchadas. Antes de irse debía asegurarse de que todo iba bien en la fiesta, la gente hablaría si la organizadora del evento no estuviera presente al menos por un rato.
La música estaba en su punto, y cada estudiante demostró por qué el cierre del invierno era la noche más ocupada del año. Todos bailaban y celebraban, como si fueran amigos, cuando en realidad pasaban la mayoría del tiempo ideando como clavarle un puñal por la espalda al otro. Eso eran los lazos que se creaban en Eldridge, de deslealtad e hipocresía. En todos esos años que llevaba en el internado no había hecho ni una sola amistad genuina, ni siquiera una; lo que la llevaba a cuestionarse si era el internado o ella el verdadero problema.
