3. Skull & Gold

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22 de julio del 2032

Caitlyn.

Caitlyn había descansado de maravilla esa noche, y como para no hacerlo. Su dormitorio era posiblemente el doble de espacioso que la casa en la que vivió la mayor parte de su vida. Y eso no era todo, también lo tenía para ella sola. En realidad, compartía habitación con otra chica llamada Hyesha, pero durante el tiempo que había estado en el internado todavía no la conocía. Tampoco oyó a nadie hablar de ella, eso le dio a entender que no era muy querida o conocida entre los internos.

Su cama era de casi de más de dos metros, con almohadas de plumas y sábanas blancas como la leche misma. La habitación oscura, a su gusto, aun así, el sol del verano se filtraba entre las cortinas de la imponente ventana que daba a un pequeño balcón de piedra ennegrecida por la edad y la humedad. Saludó a la gárgola que tenía a la derecha, tenía el rostro mojado por la lluvia de anoche, de sus alas de piedra caían gotas de rocío como en el césped del campo de prácticas.

Los días en Eldridge estaban cargados de drama, y personajes pintorescos con personalidades extravagantes. Agradecía que aún no conocía a todos. En ocasiones le daba la sensación de que estaba una obra de Broadway, qué triste despertarse en la cruda realidad. Solo había tenido interacciones con Shirley, y su espectáculo de novio, Ferro. Su apellido hacía que se le pusieran los pelos de punta.

Todos compartían un mismo comedor, una espaciosa habitación con estelas de luz que se colaban a través del diseño del cristal que cubría la ventana principal, con el escudo del internado dibujado. Aunque vivieran en comunidad, en la sala parecía haber grupillos y bandas muy bien formados. En el grupo alfa, el mejor estructurado, y el que más prestigio contaba, era un grupo de tres chicos, Shirley le susurró al oído sus nombres. Adam, Vernon y Timothy. En menos de lo que cantaba un gallo, les puso rostros a los nombres sin necesidad de la intervención de Shirley. Lo hizo de manera acertada, y no solo a base de suerte o intuición, a Caitlyn se le daba de maravilla leer a las personas, habilidad que, a veces, le cargaba.

Adam era el cabecilla del grupo, lo sentía en su sonrisa arrogante y actitud dominante. Shirley tenía cierto deje de admiración en la voz al hablar de él, a Ferro le habría molestado muchísimo el sonrojo de sus mejillas y el aleteo de sus rubias pestañas. Lo recordó del día en que había llegado al castillo por primera vez, estaba con esa chica, los que juntos se hacían llamar AARBES. Al tiempo que le introducían al segundo chico, Caitlyn se preguntó por qué los más imbéciles siempre eran los más guapos, no era justo para los sencillos nobles.

Vernon era musculoso, de ojos y cabellos azabaches. Sonrisa radiante e imponente. Al verlo, recordaba al equipo de futbol de su antiguo instituto, solo que, al lado de sus jugadores, los que una vez Caitlyn conoció en le parecieron copias de bajo presupuesto. Vernon tenía el brazo alrededor de la cintura de una chica, a la que tocaba indiscretamente mientras esta le ponía pan con mantequilla en los labios y celebraba sus bromas sin chiste.

El tercer chico le hizo sentir compasión, porque entre esos dos, a los ojos del mundo, y, ahora a los de ella, era el beta de la manada.

Timothy, delgaducho y temeroso, cabello marrón y ojos celestes. Cómo habría llegado a pertenecer parte del grupo de Adam, cuando parecía ser de esos a los que tanto repudiaban. Timothy a pesar de ser escalofriantemente delgado, contaba con un atractivo nostálgico en sus ojos que siempre parecían estar al borde del llanto. Tenía la nuez más grande que Caitlyn jamás hubiera visto en su vida, eso llamaba la atención sobre él.

Shirley le habló de una sociedad secreta a la que ambos tres, y otros más en Eldridge pertenecían. Algo hizo click en su cabeza, e inmediatamente salió la duda.

Killing van Thorpe. (#PGP2024) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora