40. Epílogo

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24 de marzo, 2033

Amelia.

«Al contrario de lo que muchos puedan creer, yo no quería a Adam muerto. Su muerte no trajo más que desdicha y amargura.»

Todos habían sido sacudidos por la noticia, ella más que nadie. Después todo, Caleb le confesó haber matado a su hermano porque creyó que eso le concedería su amor. Era incapaz de decirlo abiertamente, pero entre ellos jamás habría algo que no fuera el amor de dos hermanos. Si bien la muerte de Adam había sido un evento desafortunado, parte de la desgracia le ofreció tranquilidad. Era libre del compromiso con su abusador, también logró expulsar a Vernon y Heather de Eldridge, y recuperó la fortuna de su familia.

Los Forbes no volverían a depender de los Thorpe nunca más, y mucho menos lo haría ella. 

No quería mandar a Caleb lejos, donde ella no pudiera cuidarlo personalmente, pero era mejor que no estuviera cerca de Caitlyn por ahora. Sentía que ella y esa chica nunca llegarían a un término medio, como si hubiera venido a Eldridge con la actitud de ser su enemiga. Intentó llevarse la fiesta en paz, pero no sería posible, no en esta vida, ni en la siguiente. Eran demasiado diferentes. Caitlyn era muy persistente con su investigación, incluso ahora, que la policía ya tenía un culpable al que colgarle la muerte de Adam, amenazaba con no descansar hasta develar la "verdad".

¿Qué verdad era esa? El profesor Whitemore molestaba a niñas, le había hecho un favor al mundo deshaciéndose de ese hombre tan despreciable.

Temía de lo que pudiera pasar si Caitlyn tuviera un momento a solas con Caleb, él estaba muy vulnerable en estos momentos, se derrumbaría bajo la presión y lo contaría todo. En su momento consiguió convencerlo de no confesar, cuando ella no tenía sangre en sus manos, cuando no era cómplice, ahora que estaba implicada mucho menos podía permitirse tener un desliz que pudiera perjudicarla, o a su familia. 

La prensa rodeaba los bordes del internado día y noche, buscando tener una declaración de su parte, pero ella no cedió al hostigamiento, no les daría lo que buscaban. Eran como perros hambrientos, ladrando y ladrando, desesperados por un hueso que morder. Prefería obrar desde las sombras, en colaboración con su abuelo. Después de todo, fue Armand Forbes quien orquestó el complot contra el profesor Whitemore, con la colaboración de Amelia, por supuesto—ella misma había sugerido su nombre. Pero la idea de alejar a Caleb de Eldridge fue todo mérito suyo, su abuelo celebró su astucia y determinación por ganar.

Incluso con Adam muerto y distanciada de su familia, Amelia seguía sintiendo una responsabilidad con Caleb. Estuvieron en contacto día y noche desde su partida, él decía que el sonido de su voz era lo único que lo mantenía cuerdo durante su encierro. Se comunicaban usando el teléfono del centro de rehabilitación, uno alámbrico, para prevenir su contacto con el exterior. Los enfermeros tenían explícitamente prohibido dejar que Caleb hablara con alguien que no fuera ella, no hicieron preguntas, solo obedecieron. Conservaba el celular original de Caleb, pero ante la insistencia de Caitlyn decidió destruirlo. Por ahora podía controlarlo, pero no podría tenerlo retenido para siempre, y cuando decidiera caminar nuevamente bajo la luz del sol, su comportamiento sería impredecible.

Su padre, Theodore, no dejaba de llamarla. No tuvo la fuerza para bloquear su número, pero no contesto a sus llamadas. Ver "Papá" seguido de "Llamada perdida" le rompía el corazón, pero no sería capaz de perdonarle lo que le había hecho. Pensó que tal vez, con el tiempo, podría dejar atrás el rencor y ese resentimiento que envenenaban su corazón, pero ya no podía poner su confianza nuevamente en manos que no fueran las suyas. 

Había buscado otro dormitorio, no le gustaba dormir sola en las habitaciones secretas del Skull & Gold, desde que cerró el grupo todo estaba muy callado y solitario, y entre el silencio escuchaba la voz del fantasma de Adam, atormentándola cuando intentaba conciliar el sueño. No era supersticiosa, pero juraba que podía oírlo por los pasillos cuando soplaba el viento y veía su reflejo en los cristales empañados por la lluvia. Sin embargo, las cámaras ocultas dentro del castillo era el único lugar donde se sentía segura para hablar con su abuelo, sabiendo que nadie podría escucharla.

Miró a través de la ventana de cristal que daba una vista a los jardines principales del castillo, podía ver el sol ponerse tras los robustos árboles del bosque, cuyas hojas comenzaban a recuperar el color después del otoño. Tenía el teléfono en la oreja, y en su reflejo del cristal podía ver una gota de lluvia bajar por su mejilla, como si fuera una lágrima. Al otro lado de la llamada estaba su abuelo, como siempre, conspiraban solo por el beneficio propio.

—Ella no se detendrá, abuelo —se refería a Caitlyn. 

—Confío plenamente en que serás capaz de mantenerlo todo bajo tu control —reconoció, con un tono frío y oscuro. Casi no reconocía su voz después de que despertó del coma, ¿había sido siempre así de regio? —. Después de todo, eres mi nieta, y has manejado la situación mejor que nadie podría haberlo hecho.

—Ella es insistente, y no cree que el profesor Whitemore sea culpable.

—Bueno, es una chica inteligente. Preston es inocente, y si consigue demostrarlo, Caleb sería el culpable, ¿y eso no sería ideal porque...? —la dejó terminar la frase a ella, como si fuera una niña pequeña aprendiendo a cómo salir impune de un crimen.

—Caleb les dirá a todos que le ayudé a evadir la culpa.

—Como sabes, la verdad es moldeable al antojo del que tiene la habilidad de siempre salirse con la suya. Juegas con ventaja.

—¿Y cuál sería esa ventaja? —él no podía verla, pero estaba agotada y se estaba acariciando la garganta.

—Tú tienes a Caleb, es decir, todas las fichas están de tu lado —hizo una pausa, eso a ella no le gustó nada—. Si tú quieres yo puedo encargarme de que ese chico no diga nada, solo dame tu bendición y enterraremos este secreto como enterramos a los Thorpe.

—¡No! —fue casi un grito. Ya tenía bastante con cargar con la muerte de Adam en su conciencia, una segunda la volvería loca. Además, no podría vivir consigo misma si algo malo le pasaba a Caleb—. Por favor, no le hagas daño.

—No le debes nada a esas sanguijuelas, nena. 

—No es por eso. Yo amo a Caleb, no quiero que le pase nada. Yo puedo hacerle entrar en razón. ¿Confías en mí?

—Ciegamente. Eres mi luz, pequeño brillante.  

—Debo irme, abuelo. Te quiero.

Colgó y se quedó mirando su reflejo, unas manos le acariciaban los hombres. Podía sentir que eran fría, y en el cristal los dedos carecían de piel casi en su totalidad, eran puro hueso y tierra. Se le escapó un gemido al percatarse que su agresor no tenía cabeza, sus dedos putrefactos le recorrían la piel hasta llegar su cuello y aplicar presión aquí. Un rayo cayó, y ella salió del transe en el que estaba con un grito aterrador y escalofriante. Cuando se volteó a encarar a su agresor, no había nadie. Estaba completamente sola. Se acarició los hombros para entrar en calor, rezando para que de alguna manera pudiera ver la vida con ilusión y color, como cuando era niña. Nadie podría regresarle su inocencia, como nadie podría revivir a Adam van Thorpe.

Killing van Thorpe. (#PGP2024) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora