5. I did it for my pride

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24 de diciembre, 2032

Ferro & Shirley.

Los ojos de Shirley se cruzaron por un breve momento con los de Ferro, le fue imposible retener una lágrima cuando le escuchó las palabras que salieron de su boca. « No me arrepiento de nada. » Los recuerdos venían a la mente de Isaac Shirley con la misma facilidad con la que se iban, imitando el devenir de las olas. Incluso después de todo, incluso el odio y la distancia, seguía preocupándose por Ferro. Por eso debía poner la espalda recta, y responder no más de lo necesario cuando el inspector le hiciera las preguntas.

Por muy sobrecogido que estuviera en su asiento, el inspector no le importó perturbar su momento de razonamiento con sus innumerables incógnitas. Trató ignorarlas, cubriendo sus oídos con las manos, centrándose en recrear la música del mar en una noche de calma. En las playas de Gales, su ciudad natal, no había cuerpos desmembrados, ni sangre en lugar de arena.

Si cerraba los ojos, la voz del inspector se hacía cada vez más lejana. Además, visualizaba el pisar caracolas y el sabor del agua salada arrugando sus labios.

—Necesito que intente hacer memoria, y me diga qué sucedió esta noche.

—Ya se lo dije —tenía voz quebrada por la conmoción, y el dolor —. Éramos niños, jugando, pasándola bien. De repente, sucedió, sin más. En lo que a esta noche respecta, sé tanto, o menos que usted.

—Otros como usted me han dicho lo mismo.

—Tal vez debería comenzar a escucharlos.

—En los interrogatorios suelen dejarse de por fuera detalles cruciales —se inclinó sobre la mesa, pasándole un sobre color beige, había una pluma encima—. Eres amigo de mi hija, por lo que, en consideración a ella, te ofreceré este trato.

—¿De qué va esto?

—No es un interrogatorio, es una charla entre amigos —le sonrió—. Le ofrezco un trato: inmunidad. Sea cual sea el desenlace de esta situación, tú saldrás de él con las manos limpias. Porque habrá un juicio, lo sabes tú, y lo sé yo —en eso estaba de acuerdo con él —. Cuando su familia sepa las cosas se pondrán feas, y créeme, no querrás estar en medio. Un pase limpio, y lo único que pido es un nombre.

« No me quieres ayudar porque sea tu amigo, o porque lo sea de tu hija, lo que quieres es resolver esto fácil. De mí no tendrás ni una palabra, te lo aseguro. » Incluso si no estaba dispuesto a aceptar lo que se le ofrecía, su curiosidad innata lo llevó a abrir el sobre, y analizar el documento. Habría sido una verdadera vergüenza decir algo de lo que se pudiera arrepentir, y que en aquel sobre solo hubiera una hoja en blanco. Pero no, en verdad estaba el documento con la impunidad.

Una casilla le pedía ser firmada, sería tan fácil como tomar la firma y dejar ir dos o tres lágrimas más, para hacerlo creíble.

Sin embargo, la misma pregunta rondaba su mente una y otra vez. Solo cabe una firma aquí, dice nada de segundos. ¿Qué pasaría con Ferro?

¿Estaría firmando una sentencia de muerte? ¿Le habían ofrecido a Ferro el mismo trato? ¿Lo habría aceptado? No. Ferro tenía muchos defectos, [era despiadado, cruel y celoso] pero, si algo no se le podía poner en duda, eso era su lealtad.

—Si temes que él te haga algún mal, no te preocupes; no te hará daño.

—¿Él?

—El señorito Profaci.

—Su nombre Ferro —respondió con hostilidad, limpiando con el dorso de su mano la lágrima que le caía por el rostro. —Y él nunca me haría daño.

Killing van Thorpe. (#PGP2024) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora