Obscuros Secretos #1 Astrid

TREINTA Y UNO: A veces vale la pena arriesgarse un poco

Niall

Salí del cuarto donde se encontraba Amelia internada.

-¿Cómo está ella?, ¿Todo bien?- me preguntó Hannah, asenti.

-Harvey y Aurora ¿Dónde están? - pregunté con el seño fruncido al percatarme de que ellos no estaban.

-Ellos están en la cafetería - explicó ella.

Me senté en una de las sillas fuera del consultorio y Hannah me siguió, sentándose a un lado mío.

-Dime quien lo hizo - pregunto de repente

-No, ya lo arreglaremos nosotros - dije refiriéndome a todos los chicos del grupo.

-Dime - dijo sería

-Me - ella volteo los ojos y me golpeó el hombro, yo reí.

-Tranquila, tomate la vida de una forma más relajada - voltee los ojos.

-No puedo cuando se trata de mis seres queridos - dijo seria.

-Tranquila, lo arreglaremos nosotros - repetí.

-Fue Connor, ¿Verdad? - dijo mirando a la nada, la voltee a ver y después regresé mi mirada a la puerta blanca frente a nosotros.

-No, no lo sé - negué

-No mientas, Niall - escuchar mi nombre ser pronunciado por ella se sentía increíble - lo averiguaré y no te perdonaré si me mientes - se me quedo viendo a los ojos y no pude evitar bajar mi mirada a sus labios.

Que ganas de volver a probarlos

-¿Podrías dejar de mirarme así y decirme quién fue el causante de esto? - miro a su alrededor.

-No puedo, esa es información confidencial - recargue mi hombro en el descansa brazos de la silla y puse mi barbilla en mi mano. Causando que mi rostro quedará cerca del suyo.

Le di una sonrisa.

-¿Qué? - pregunto con desagrado

-Te ves tan bonita así, de cerca - ella no se inmutó de su lugar

-Entonces de lejos, no - concluyó, me encogí de hombros

-Cada quien piensa sobre sí mismo como quiere - ella sonrió de boca cerrada y agachó la cabeza.

-Estas loco - negó

-Y tu eres jodidamente hermosa y sexy - aclaro, como era de esperarse se enrojeció.

Al haber cumplido mi cometido me levanté del asiento.

-Ya vengo, necesito arreglar unos asuntos - me acomode los pantalones al igual que mi camisa.

-Te acompaño - se paró de su asiento.

-No gracias, no necesito estorbos en esto - empecé a caminar y ella me siguió el paso - además, Amelia necesita que alguien la cuide, no la podemos dejar sola ahora - piqué el botón del elevador y metí mis manos en las bolsas delanteras de mi salón.