BIANCA
Angelo es un animal.
Me he casado con un salvaje capaz de torturar y matar sin escrúpulos.
Y es gracioso porque ya sabía todo eso y antes juraba que no me importaría. Sin embargo, vivirlo en primera persona ha sido demasiado para mí.
No ha sido por el tal Ernesto, pues la verdad es que la rabia que me ha producido su asqueroso comentario disipa cualquier lástima que pudiera haber sentido por él en otras circunstancias. Aunque eso no quita que el castigo me parezca extremo.
Pero se trata de mí. Este ciclo de violencia, sangre y muerte ahora es parte de mi día a día; estoy atrapada aquí y tendré que lidiar con ello me guste o no.
No obstante, dudo que pueda acostumbrarme alguna vez.
Eso es lo que me inquieta. La forma en que mi normalidad se ha ido al traste. Y todo por culpa de Angelo Salvatore. Ahora lo odio más que nunca. Y estoy decidida a seguir con mi venganza hasta las últimas consecuencias.
Él ha arruinado mi vida.
Y por más que proclame a los cuatro vientos que lo que acaba de hacer ha sido por mí, no es cierto; ha sido por su maldito ego, que se ha visto dañado por las afirmaciones de un simple subordinado.
Ese hombre no sabe lo que es querer a alguien de verdad, estoy convencida. Y no dejaré que me mangonee como acostumbra a hacer con todos en esta mansión. No soy su títere.
Ni siquiera me he dado cuenta de que he empezado a llorar hasta que no me percato de la humedad que empapa mis mejillas. Me las seco con ira. Odio llorar. Sobre todo por gente que no lo merece.
Entonces alguien me toca el brazo con delicadeza y mi sobresalto inicial se disipa cuando me percato de que se trata de Sabrina.
Mi cuñada está de pie a mi lado y la empatía en sus ojos me conmueve. Ella sí es una buena persona.
Se ha interesado por ver cómo estoy después de la salvajada que acabo de presenciar.
— Llora si lo necesitas, Bianca. Sé que lo que ha pasado ahí dentro no es fácil de digerir — comenta, pasándome un brazo por los hombros en ademán reconfortante.
Apoyo mi cabeza en el hueco de su clavícula – Sabrina es unos diez centímetros más alta que yo – y dejo escapar un hondo suspiro. Ya no siento ganas de llorar, pero sí que me gustaría desahogarme con ella. Es la única que parece entender cómo me siento.
— Angelo es un monstruo, Sabrina. Hace cosas así y mucho peores a diario. ¿Cómo podré soportarlo? ¿Cómo puedes tú?
No pretendo que suene como un reproche, es solo que no lo entiendo.
Ella no se molesta por mis palabras, al contrario. Pero su respuesta me sorprende en demasía.
— Es la única vida que conozco. Y sé que no es excusa y que para ti resulta difícil de digerir, pero te contaré algo sobre mi hermano que nadie excepto los Salvatore sabemos.
Asiento, entre intrigada y agradecida por la confianza que deposita en mí cuando apenas nos conocemos.
— Braulio...mi padre. —Veo el tremendo esfuerzo que le cuesta pronunciar esas últimas palabras y eso ya me dice mucho, porque recuerdo con claridad meridiana la reacción que tuvo Angelo cuando hablé de él. Parece que no le tienen demasiado aprecio...—. Obligaba a Angelo a presenciar sus torturas y asesinatos desde una edad muy temprana. La primera vez, él tenía ocho años — me cuenta, con tono desapasionado. No puedo saber lo que está pensando, pero a juzgar por cómo su semblante se ensombrece, diría que no es el peor recuerdo que conserva de él. Me horrorizo al imaginar al niño, aterrorizado, teniendo que ser testigo de semejante brutalidad y no puedo evitar compadecerlo. Ella sigue con su relato —. Y a los diez, él consideró que ya estaba listo para matar. Mi hermano se pasó una semana sin apenas probar bocado y sin poder dormir, por las pesadillas. Pero cuando estaba frente a él, tenía que disimular...si no quería sufrir un castigo ejemplar. A los doce años ya se había insensibilizado prácticamente por completo, no tuvo de otra. Así que no se lo tengas en cuenta por lo de hoy, estoy segura de que no ha pensado que te afectaría tanto. Él nunca se disculparía, por eso lo hago yo — finaliza, retorciéndose las manos a causa del nerviosismo al ver que permanezco en silencio.
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Peligrosa alianza (+21) #1 Camorra italiana
Lãng mạnA sus veintitrés años, lo último que Bianca Messina tiene en mente es casarse. Siempre imaginó el día de su boda como el más feliz de su vida, un sueño hecho realidad. Sin embargo, la realidad no perdona y las circunstancias la obligarán a tomar u...