🐍CAPÍTULO 11🐍

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ANGELO

Estoy que echo chispas luego del maldito desaire que me ha hecho esa maldita niñata estúpida.

¿Con quién cojones se cree que está hablando, eh?

¿Cómo se atreve a hablarme de esa manera?

Lo hace porque sabe que ahora mismo no puedo responderle como se merece.

Aprieto las manos en puños y ni siquiera la mano que Massimo pone en mi hombro – quien por cierto no sé de dónde diablos ha salido – basta para aplacar mi furia.

Fabrizio y Sabrina nos deleitan con su presencia poco después y mi temperamento solo empeora al ver que va derecha a besuquearse con el condenado Messina en frente de mis putas narices.

Gruño, irascible y considerando la posibilidad de apuñarlo. Pero Alessandra, con gran habilidad, me sujeta del brazo y me lleva aparte.

Frunzo el ceño y miro a Carlos de soslayo, pero él solo asiente. Está demasiado ocupado regañando de nuevo a sus hombres para que dejen de competir con los míos por ver quién mea más alto.

—¿Y bien? ¿Qué pasa? — inquiero, al ver que ella se toma su tiempo antes de hablar.

Nunca ha sido de las que se andan con rodeos y en el tiempo que la conozco sé que eso no ha cambiado.

—Controla tu carácter con Bianca, Angelo. Te lo digo como consejo, es muy joven todavía y no conoce de la mierda con la que lidiamos. Tampoco te debe respeto, la pusiste entre la espada y la pared.

Y esa, directa y sin anestesia, es la Alessandra de siempre. La mujer que fue mi amante, con la que después tuve una gran hostilidad por las diferencias entre nuestros clanes, y la que acabó convirtiéndose en mi socia, pero sobre todo en una amiga a la que estimo de verdad.

Por eso, sé que su intención no es hacerme daño, solo abrirme los ojos. Y lo que más rabia me da es que tiene razón en todo. Pero mi maldito orgullo no me deja admitirlo porque no sé qué me pasa con la Messina, que desde que la vi por primera vez me tiene como un demente.

—¿Debo dejar entonces que se me insolente delante de mi gente? — le replico, rebotado.

Ella se ríe, dejándome descolocado.

—Ay Angelo, tu ego y tu bendito orgullo te pierden. Has empezado tú a provocarla. Y las mujeres como nosotras nunca bajamos la cabeza ante un desafío — suelta, guiñándome un ojo a sabiendas de lo mal que me sienta que siempre sepa elegir las palabras tan adecuadamente.

—Dime la verdad, Alessandra. ¿Crees que esto funcionará? ¿Que podremos entendernos?

No sé por qué, pero necesito su consejo.

Mi amiga ni siquiera se lo piensa antes de responder.

—Creo que sois más iguales de lo que quieres admitir y no será fácil. Pero si me preguntas creo que Bianca Messina es exactamente la mujer que necesitas en tu vida. La que puede ponerte en tu sitio y...robarte el corazón — susurra esto último con los labios pintados de rojo pasión curvándose en una sonrisa sabia, como si intuyera más que yo mismo.

Bufo, incrédulo. Eso son patrañas.

—Me asombra que me creas capaz de amar. Pensé que tú mejor que nadie me conocías. Si no me enamoré ni de ti, que eres la mujer con la que más tiempo he mantenido una relación, ¿cómo lo iba a hacer de esa niña altanera? — ironizo.

Pero nuevamente ella me borra la sonrisa de suficiencia.

—No te engañes, Angelo. Lo nuestro solo fue un desahogo, una forma de rebelarnos contra toda la mierda que vivíamos y lo sabes. Tú y yo habríamos acabado matándonos porque nunca nos hemos complementado de ese modo. Lo supe cuando conocí a Carlos — confiesa y aún hoy me asombra el amor que refulge en sus pupilas cada vez que lo menciona.

Peligrosa alianza (+21) #1 Camorra  italianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora