ANGELO
Ese maldito bastardo desquiciado de Ciro ha cruzado una línea muy peligrosa esta noche. Tengo que reconocer que no me lo esperaba ni por asomo.
La existencia de la sacra corona unita siempre ha sido un mal necesario al que hemos aprendido a acostumbrarnos con el tiempo, desde que murió mi padre hemos mantenido un tenso acuerdo de tregua que hasta ahora se había cumplido a rajatabla.
Se dicen muchas cosas del mayor de los Giambardella, historias espeluznantes que no pongo en duda, porque es un puto chalado, pero no lo tengo por un estúpido. Así que si ha tenido el cuajo de presentarse aquí y encima solo es porque algo quiere de mí y ello me lleva a pensar que o bien tiene un buen as en la manga o...es cierto que posee información sobre los anónimos.
Para empezar, porque es la única explicación lógica ante el hecho de que supiera de su existencia. Es algo que solo puede conocer el afectado – osea yo – y la persona que los envía. O su cómplice. A menos que lo haya obtenido de un intermediario que esté directamente involucrado con el chantajista. Es algo que también he visto en alguna ocasión, aunque no demasiado a menudo porque a los chivatos en la mafia ya sabemos todos cómo les va.
Sin embargo, a pesar de lo mucho que me desagrada tener a ese demente campando a sus anchas por mi territorio, no puedo arriesgarme a dejar pasar esta oportunidad si con ello consigo terminar con este asunto que me está trayendo de cabeza desde que recibí las malditas fotos.
Por supuesto que he pensado en la posibilidad de que pueda tratarse de una trampa, por eso no iré solo. Y en tal caso, Ciro no saldrá vivo para contarlo. Echaré su cadáver al mar amalfitano para que se lo coman los tiburones.
El mero hecho de imaginarlo me excita de un modo enfermizo. No voy a olvidar su falta de respeto al haberse atrevido a espirarme mientras estaba con Bianca, el haberse dirigido a ella siquiera. Todo lo que tiene que ver con mi esposa me hace sentir jodidamente protector.
Escucharé sus peticiones, a fin de cuentas puedo hacerme una idea de lo que querrá – la societá lleva demasiados años eclipsada por los grandes tiburones; o sea, la Camorra y la Cosa Nostra – y está cansado de pasar tiempo a la sombra. Los hombres como Ciro no son de los que se conforman con las sobras.
Pero voy a demostrarle que para jugar con fuego primero tiene que estar dispuesto a quemarse. Y luego ya veremos.
De momento, mi prioridad es mantener a Bianca al margen de todo lo que esté relacionado con nuestra reunión a toda costa. Ya he comprobado en mis propias carnes lo curiosa e imprudente que es y estoy convencido de que hará hasta lo imposible por estar presente.
Por encima de mi cadáver.
Ignoro las preguntas de Bianca y me acuesto, soltando un resoplido y dedicándole una mirada asesina que la disuade de seguir con el interrogatorio. No estoy de humor para nada, porque me hierve la sangre todavía y no quiero pagar mi mal genio con ella.
Al final, parece captarlo y de mala gana guarda silencio, tumbándose lo más lejos posible de mí.
Sin embargo, sé que no voy a poder seguir rehuyéndola eternamente y que mañana tendremos que hablar porque necesito prevenirla. A partir de ahora tengo que estar mucho más pendiente de su seguridad.
Es evidente que mis enemigos empiezan a sospechar que ella podría ser un punto débil con el que destruirme y no pienso permitirlo.
Por eso, ahora más que nunca necesito levantar un muro de piedra en torno a mi corazón. No puedo permitirme tener sentimientos o tendré que cavar mi propia tumba.
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Peligrosa alianza (+21) #1 Camorra italiana
RomanceA sus veintitrés años, lo último que Bianca Messina tiene en mente es casarse. Siempre imaginó el día de su boda como el más feliz de su vida, un sueño hecho realidad. Sin embargo, la realidad no perdona y las circunstancias la obligarán a tomar u...