ANGELO
Escuchar lo que le sucedió a la familia de Bianca por culpa de mi padre ha sido peor que tener un puñal incrustado en el pecho mientras alguien me lo retorcía para torturarme.
Sí, he escuchado gran parte de la conversación. Aunque debo aclarar que no era mi intención, solo he salido para dar una vuelta y ver si se me pasaba el genio de mierda que me gasto estos días.
Joder, si hasta he cogido el puto bastón para que mi mujer se sintiera más tranquila -porque no ha dejado de insistir desde que lo encontró en el armario del cuarto-. Pero entonces las he oído y no he querido interrumpir, así que me he escondido detrás del cenador...hasta que se han ido.
Y aquí sigo, dándole vueltas a toda la información.
Desgraciadamente, la historia no es nueva para mí. Pero es la primera vez que la escucho desde la perspectiva de la víctima y no del victimario.
Tal vez eso es lo que me ha hecho atar cabos y darme cuenta de la triste verdad que Bianca ignora.
Su padre acudió al mío, desesperado porque su familia estaba pasando hambre y necesidades. Hizo un pacto con el diablo.
Braulio le prestó una cantidad obscena de dinero a cambio de que aceptara que el restaurante se convirtiera en la tapadera perfecta para distribuir la mercancía. Era perfecto, nadie sospecharía nada.
Sin embargo, poco tiempo después, parece ser que no pudo soportar la situación -seguramente su esposa o sus padres le dieron un ultimátum- y le suplicó a mi padre que lo dejara al margen, que solo quería vivir en paz. Aquel barrio nunca debería haber sido su objetivo, pero Braulio no soportaba que nadie se opusiera a él.
Y esa fue su venganza.
Le hizo creer que aceptaba, que le perdonaba la vida y todo estaba bien porque realmente ya había saldado su deuda.
Días más tarde, él mismo encabezó la comitiva de sus hombres y abrió fuego indiscriminadamente contra una familia inocente. Fue una suerte que los niños y la abuela estuvieran arriba, porque los habría aniquilado a todos sin compasión.
Yo mismo lo oí regodearse de su hazaña esa misma noche, cuando regresó a la mansión. Y sentí ganas de matarlo con mis propias manos.
Ojalá lo hubiera hecho entonces, nos habríamos ahorrado mucho sufrimiento. Esa siempre será mi cruz.
Me pregunto cómo reaccionaría Bianca si le contara la verdad. ¿Cambiaría en algo las cosas para ella saberlo? ¿O solo serviría para manchar la memoria de su querido padre?
Es esa incertidumbre la que me ha impedido contárselo hasta ahora. No quiero lastimarla todavía más.
Resoplo, agobiado por todos los problemas que tengo encima. Sé que es temprano, pero necesito una copa con urgencia.
Lo que no esperaba cuando entro en mi despacho era encontrarme a mis hermanos allí. A juzgar por la botella de whisky medio vacía que reposa sobre el escritorio, se me han adelantado.
—Vaya, esto sí que es una sorpresa —exclamo, con tono jocoso, al tiempo en que me abro paso por la estancia con pasos renqueantes a causa del maldito bastón y me hago con un vaso para servirme otro trago.
Massimo me hace de barman, luciendo tan impecable como siempre. Es el Salvatore con un gusto más refinado por la moda, incluso por encima de nuestra hermana. No en vano, posee varios estudios de moda que lanzan al mercado la ropa más exclusiva de la temporada.
Si Braulio levantara cabeza, probablemente se moriría de un infarto. Y la sola idea de imaginarlo me produce un placer sádico.
—Fabrizio necesitaba ahogar las penas —suelta, indolente, a lo que el aludido responde asestándole un codazo en las costillas, con muy mala cara.
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Peligrosa alianza (+21) #1 Camorra italiana
RomanceA sus veintitrés años, lo último que Bianca Messina tiene en mente es casarse. Siempre imaginó el día de su boda como el más feliz de su vida, un sueño hecho realidad. Sin embargo, la realidad no perdona y las circunstancias la obligarán a tomar u...