Capítulo 4

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Kuroo puede llegar a ser un poco paranoico. Especialmente cuando alguien le dice que no confía en la persona en la que él sí. Se pregunta, desde que dejó a Kenma en su casa, si hay algo que el teñido les está ocultando.

Quizás Kenma es una persona normal y solo es malo respondiendo. O quizás en serio les oculta algo.

¿Cómo podría saberlo?

Bueno, las sospechas de Oikawa terminarían siendo ciertas, solo que Tetsuro y Kenma todavía no lo saben. Uno piensa en formas de sacarle información al otro mientras que este, sigue con su vida normal. Piensa que nadie sospecha de él.

—¡Papi!

Kenma sonríe algo cansado, pero aún así se agacha y deja que el niño corra a sus brazos y choque contra su cuerpo, abrazándolo con fuerza. No lo ha visto en una noche entera y siente su corazón volver a latir al ver su sonrisa.

—¡Papi, te extrañé!

—Y yo a ti, enano.

—¿¡Enano!? —Lo suelta, mirándolo indignado—. ¡No soy enano! ¡V-voy a ser más alto que tú!

—Lo que digas, enano.

—¡Papi!

Kenma ríe y vuelve a atraparlo en un abrazo, dejando que el niño lo tire hacia el césped y se suba encima de él.

Ese es su hijo. Akinori Kozume. Y es el niño más energético del mundo, incluso cuando él es el ser humano más tranquilo de todos.

—¿Dónde estuviste, Kenma?

Y ese es Shoyo, su principal razón de vida. La mirada que le dedica a él y luego a su cabello lo hacen sentir mal.

La historia es simple: Kenma Kozume no tiene hogar. Ni trabajo. Solo un hijo al que mantener, el cual, gracias a la ayuda de Shoyo, su mejor amigo, Akinori se queda en la casa hogar en la avenida Desmond mil cuatrocientos veinticuatro. Por eso dijo que ahí vivía, simplemente recordó la ubicación de donde se queda su hijo.

—No es importante dónde estuve —Dice levantándose del suelo con su hijo en brazos—. Lo importante es que traje mil yenes.

De su bolsillo, saca un billete arrugado y se lo entrega. El chico suspira y lo toma, guardándolo.

—¿Cómo pasó la noche Akinori?

—Estuvo tranquilo. Se durmió temprano... Pero hay algo de lo que necesito hablarte a solas.

Kenma relame sus labios y asiente, mirando a su hijo.

—Akinori, ¿podrías ir a jugar con los otros niños un rato?

—¡No, papi! No quiero. ¡Quiero estar contigo!

—Y lo estarás, por eso solo irás a jugar un rato —Lo deja en el piso. Akinori bufa—. Ve y juega con ellos.

—¡Está bien! —Infla sus mejillas, pretende estar enojado—. ¡Pero volveré, papi!

—Tomaré tu palabra.

Akinori sale corriendo de vuelta a la casa hogar. Tiene que meterse por abajo de una cerca rota para que no noten su ausencia adentro del departamento y por eso mismo Kenma suspira y devuelve su mirada al chico frente a él. Shoyo está de brazos cruzados, luce preocupado y él se espera lo peor.

—Anoche Teruko-san casi se da cuenta que Akinori no es de aquí —Kenma muerde su labio inferior con fuerza—. Me preguntó por qué a veces desaparecía de la nada.

—¿Y qué dijiste tú?

—Que era porque jugaba a los escondidas. Sabe lo revoltoso que es —Suspira—. Y últimamente le presta más atención.

Beneficio Mutuo | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora