Capítulo 3

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—¡No hay tiempo que perder!

Kenma Kozume no entiende exactamente a dónde está yendo. Solo sabe que tiene que regresar a «casa» antes de las diez. Mientras tanto, deja que Kuroo Tetsuro tire de él por las calles.

Tiene miedo, claro que sí. No sabe cómo expresarse ni tampoco se siente lo suficientemente seguro con un tipo que le saca una cabeza y ríe como psicópata. ¿Pero qué puede perder? Si Kuroo Tetsuro le paga, él estará complacido de trabajar. Todo sea por tener dinero suficiente para subsistir.

—¿A-A dónde vamos?

Pregunta observando su espalda. Kuroo se da vuelta para decirle, rápidamente, que a su edificio. El no entiende, ¿será que lo está llevando a su departamento? ¿Al final todo fue un engaño?

—¿A qué?

—¡A presentarte a Tooru, obvio!

Kuroo olvida, cortamente, que está tratando con alguien que ni siquiera sabe de dónde viene su apellido. No puede decirle cualquier cosa a Kenma y esperar que este lo entienda al instante. Es un proceso de confianza que él, por simple emoción, se ha olvidado de trabajar. Por eso se da vuelta y se detiene.

—No tienes idea de quién es Tooru —Kenma niega apenado. Kuroo simplemente asiente—. Él es mi mano derecha en todo. Diseñador de modas y temporalmente mi secretario. Me dijo que le volviera a hablar cuando tuviera algo para salvar la empresa.

—¿Y ya lo tiene?

—¡Claro que sí! —Sonríe—. ¡Eres tú!

Kenma sigue sin entender realmente a todo lo que se refiere el hombre, pero recalca que, si le paga, él hará caso en silencio.

No sabe cuántas cuadras caminan, pero es consciente de que, cuando ve la empresa de la que el desconocido es dueño, siente su boca llegar al suelo. ¿Será que Kuroo Tetsuro es realmente quien dice ser?

Por naturaleza, Kozume es desconfiado. Y Kuroo es todo lo contrario. ¿Podrán sobrevivir trabajando juntos? Espera que sí.

El edificio está claramente vacío, incluso la letra K, que cuelga desde una parte alta, está apagada. ¿Es acaso esta la luz que veía desde la ventana de donde solía hospedarse o solo es casualidad? Por lo que ve, el cartel, es rojo. Pero tampoco puede concentrarse mucho porque el pelinegro, al notar que no entra a con él, toma su muñeca y tira otra vez.

Kenma piensa que camina muy rápido. Simplemente no puede seguirle el paso, pero tampoco está en posición para quejarse. Después de todo, ¿quién es él y por qué su opinión valdría más que la de Kuroo Tetsuro?

—¡Tooru!

La puerta de lo que parece ser una oficina es abierta de manera estruendosa. Un chico de cabello marrón y gafas da un salto en su lugar, soltando un grito por el susto. Luego los mira horrorizado: La mirada segura de Kuroo Tetsuro y el chico que ni Dios conoce a su lado.

—¿Qué se supone que haces aquí? —Pregunta entre dientes.

—¡Tú volverás a trabajar conmigo! —Lo ignora.

—¿No te acuerdas que te deje bien en claro que no lo haría hasta que consiguieras algo que salvara la empresa?

—¡Y aquí lo tengo!

Es el momento de Kenma Kozume. Tetsuro toma sus hombros y lo adentra a la oficina. Él no sabe qué hacer realmente y se siente incómodo ante la mirada tan despectiva que le da el tal Tooru. Lo mira de arriba y abajo, preguntándose, probablemente, de qué basurero Kuroo lo sacó.

—¿Y este quién es?

Tetsuro lo mira mal.

—¡No seas tan irrespetuoso! —Oikawa solo rueda los ojos—. ¡Mucho menos con quien salvará la compañía!

Beneficio Mutuo | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora