En algún punto de su vida, Kenma dejó de creer en el amor y en todo lo bonito. Se resignó a que jamás tendría una vida soñada con Akinori y que sería igual de miserable hasta su último día.
Y eso pensó hasta que llegó tarde a la parada del autobús, encontrándose con Kuroo sentado ahí, esperándolo como le había dicho que lo haría.
Recuerda que ese día se la pasó pensando en si ese tipo estaba bromeando con él o no. Y cuando vió a Akinori, solo pensó en ir y buscar a ese tal Kuroo Tetsuro, quizás tenía suerte y no le estaba tomando el pelo.
Tampoco sabe en qué momento se enamoró de Kuroo. O bueno, le cuesta aceptar que se enamoró de un niño rico que no sabía cocinar.
Supone que todo empezó porque se deslumbró al ver lo dulce y tierno que era con Akinori. Kuroo realmente era capaz de dar su vida por el niño y cuando lo encontró con el niño en la enfermería, Kenma cerró todas sus dudas. Kuroo realmente era el otro padre de Akinori y a pesar de que en ese momento estaba enojado con él, en parte agradecía que su hijo tuviera un guardián además de él.
Sintió un gran alivio cuando Alisa le dijo la verdad. Kenma realmente creyó que Dios lo había escuchado.
Y por eso mismo estaba ahí.
También sonrió cuando Kuroo comenzó a hacerlo. Por un segundo, no le importó ni un poco la gente a su alrededor y comenzó a caminar, dirigiéndose sin apartar su mirada hacia Kuroo, con su corazón acelerado por correr al bajarse del auto y a su vez, por simplemente ver al hombre.
Por eso tampoco le importó el juez ni absolutamente nadie más que el pelinegro; Kenma ni siquiera subió los escalones, solo se paró frente a él y tiró su corbata, poniéndose de puntas y besándolo.
Recién en ese momento que Kuroo correspondió, Kenma regresó a la realidad y escuchó los silbidos y aplausos de la gente.
Y aún así, tomó la nuca del pelinegro y siguió besándolo, disfrutando de las mariposas que creyó muertas revolotear en su estómago y sintiendo las manos de su novio tomar su cintura, tirando de él para subir los escalones y así estar más cómodos.
—¿Eso significa sí? —Kuroo preguntó luego de separarse. Kenma limpió los labios del mayor sonriente y asintió.
—Sí, idiota.
—Qué feliz me haces.
—Lo siento —susurró. Kuroo solo asintió acariciando su cintura—. Debí haberte escuchado. En serio lo lamento.
—Ya pasó, no me importa —respondió—. Estamos en el presente.
—Pero-
—Kenma —Kuroo tomó su rostro, el teñido suspiró—. Suficiente con que estés aquí. Es algo que ya pasó y no me importa todo lo que pasó antes de este momento, ¿bien?
Kenma asintió. Kuroo sonrió y dejó un beso casto en sus labios.
—Te amo.
—Y yo a ti.
Y claro que el público gritó, especialmente Oikawa y Bokuto, que abrazaba a Tsukishima con lágrimas en los ojos y este aplaudía sonriente. Akaashi y Yamaguchi festejaban igual de eufóricos, con Akinori chillando a su lado.
Definitivamente todos estaban felices por aquella pareja.
Akinori terminó corriendo hacia ellos cuando se separaron, chillando de la emoción al sentir las manos de Kuroo alzarlo.
—¡Papá!
Exclamó abrazándolo con fuerza. Kuroo rió y dejó un beso en su mejilla, haciendo solo más feliz al niño.
—Oficialmente hoy nos convertimos en una familia.
Kuroo murmuró sonriente mientras tomaba la cintura de Kenma con su mano libre. El teñido rió y negó, escuchando la euforia de sus amigos en el público.
—Siempre fuimos una familia, Tetsuro.
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Beneficio Mutuo | Kuroken
Fanfiction-Tú... eres muy lindo. El desconocido parpadeó. La mirada cansada de un chico de veintitrés años cruzándose con la sorprendida y quizás divertida de un hombre que parece de veinticinco. Traje negro, corbata roja, cabello azabache y otra vez una mira...