Kenma llegó a casa realmente tarde, dejando caer su bolso al lado de la puerta y después sacándose los zapatos. Cuando escuchó sonido desde su cuarto, se dirigió directamente a este. Kuroo estaba viendo televisión en silencio y una sonrisa apareció en sus labios al verlo entrar.
—Buenas noches —saludó abriendo sus brazos.
Kenma se tiró sobre él. Kuroo rió, comenzando a acariciar su espalda. Probablemente esto había sido lo más cerca que habían estado desde que Kenma empezó a practicar.
—Mañana nos vamos a Italia —murmuró sobre su hombro. Kuroo asintió.
—¿Emocionado?
—Un poco, quiero que todo termine ya. Estoy cansado —Kuroo subió sus caricias a su cabello—. No tengo tiempo para estar con Nori ni contigo.
—Así es el trabajo. Después podremos estar los tres juntos, tranquilo.
Kenma murmuró algo pero Kuroo no llegó a entenderlo. Tampoco le importó cuando empezó a sentir besos en su mandíbula, eran vagos y lentos pero aceleraban su corazón.
Cuando los labios de Kenma llegaron sobre los de él, Kuroo fue el que se encargó de mandar sobre el beso ante la vagancia del menor. Tomó su cintura y lo giró sobre la cama, quedando encima. Kenma pasó sus brazos por detrás de su cuello, ladeando su cabeza para tener más contacto con sus labios. La desesperación se sintió en el ambiente al instante. Los dos necesitaban esto.
Kuroo bajó sus besos al cuello de Kenma rápidamente, robándole suspiros cansados. Ahora las manos del teñido llegaron a su cabello, despeinándolo mientras abría sus piernas, sintiendo al hombre acomodarse mejor entre estas.
Kenma soltó un último suspiro y Kuroo acarició su cintura, alzando la vista para encontrarse con el teñido dormido.
Soltó una risa, bajándose de encima de él para acostarse, tapándolo con las mantas y soltando un suspiro.
—Buenas noches...
Kenma nunca pensó que alguna vez visitaría Italia.
Y tampoco pensó convertirse en modelo de un día para el otro por la necesidad de un empresario multimillonario que después terminaría convirtiéndose en el padrastro de su hijo.
Pero ahí estaba.
—Benvenuti nella bella Italia!
Kuroo corrió, tirándose sobre un rubio con mala cara. El hombre que los había saludado, de pecas y cabello verde, sonrió dulcemente.
—Hola... —Kenma saludó.
—¡Hola! Soy Yamaguchi Tadashi —dijo acercándose para darle un abrazo rápido. Luego bajó la mirada y su sonrisa solo creció más—. Y tú eres...
—Akinori Kozume —murmuró tallando su ojo izquierdo—. Mi papá me dijo que usted es el que lo contrató. ¡Cuide bien de él, por favor! —exclamó haciendo una reverencia. Yamaguchi rió enternecido.
—Lo haré, tranquilo —Recuperó su postura—. Kenma Kozume, realmente es un placer tenerte aquí. Se nota a kilómetros el talento que tienes —Tomó sus manos. El teñido le sonrió tímidamente—. Aunque lamento haber avisado con tan poca antelación, pero-
—Pero el idiota de Oikawa no respondía las llamadas. ¡Ya bájate, insoportable!
El rubio de mala cara alejó de un empujón a Kuroo de él. Este rió maliciosamente, sosteniendo su estómago.
—Como sea —Se acercó. Kenma se dio cuenta que era demasiado alto—. Soy Kei Tsukishima, el marido de Tadashi.
—También es jugador de vóley profesional —Kuroo se colgó de sus hombros. El chico intentó alejarlo—. Y mi mejor amigo desde mucho, mucho, mucho tiempo.
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Beneficio Mutuo | Kuroken
Fanfiction-Tú... eres muy lindo. El desconocido parpadeó. La mirada cansada de un chico de veintitrés años cruzándose con la sorprendida y quizás divertida de un hombre que parece de veinticinco. Traje negro, corbata roja, cabello azabache y otra vez una mira...