Capítulo 25

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—¡Tetsu!

Akinori gritó corriendo en dirección al pelinegro.

El aeropuerto está vacío. Kenma agradece que no haya ningún reportero acosándolos.

—¿Desde cuándo te dice Tetsu?

—Este niño es un confianzudo —Akinori rió ante las palabras de Kuroo y se colgó de su cuello, fheliz de ver al hombre—. Hola, Ken-ken.

—Hola —murmuró, poniéndose de puntas para dejar un beso en sus labios. Kuroo le sonrió—. ¿Cómo estuvo tu viaje por Italia?

—Aburrido, como siempre. Los Tsukishima mandan saludos —Comenzó a caminar con el teñido a su lado—. No pasó nada interesante. ¿Qué tal ustedes?

—Tooru se tomó vacaciones en tu ausencia. Creo que volvió con Iwaizumi-san.

—Se lo preguntaré cuando lo vea.

Al final, no fue sorpresa para nadie ver a Oikawa llegando tomado de la mano con Iwaizumi a la empresa. Kuroo y Kenma festejaron con sarcasmo, ganándose golpes de un molesto pero feliz, Tooru.

—Hablamos muchas cosas.

Dijo cuando estaban en la oficina del pelinegro. Kenma tirado en el sofá intentando dormir, Kuroo en su escritorio concentrado en la computadora y Oikawa caminando por el cuarto aburrido.

—Sinceramente, pensé que tendríamos sexo pero me sorprendí mucho cuando entré a su departamento y él me dijo que teníamos que hablar —explicó cruzado de brazos.

—¿Y ahora son novios? —Kuroo preguntó.

—Sí. Oficialmente volvimos —sonrió. Lucía más alegre que nunca—. Solo que las cosas se sienten distintas.

—Es hasta que vuelvan a tener la confianza que se tenían.

—Supongo —Oikawa suspiró y se sentó frente al pelinegro. Observó fugazmente a Kenma dormir en el sofá—. ¿Podemos hablar de tu propuesta de matrimonio?

—Baja la voz —Su mirada nunca se despegó de la pantalla—. Si Kenma nos escucha, no va a ser una sorpresa.

—Está durmiendo.

—Vamos a buscar café, por las dudas.

Oikawa asintió, levantándose con él para salir de la oficina rápidamente. Kenma nunca se enteró de nada, pues realmente estaba durmiendo.

Cuando el atardecer comenzó a caer, Kenma estaba tirado en el sofá con Akinori a su lado, observando películas infantiles mientras Kuroo salía del cuarto, arreglándose la ropa.

—¿A dónde vas?

Preguntó el teñido cuando Kuroo dejó un beso en su frente y en la de Akinori.

—Mi abuela me llamó, tengo que ir a su casa.

—¿Está todo bien? —preguntó preocupado. Kuroo asintió con una sonrisa.

—Sí, tranquilo. Vuelvo en un rato.

—Ten cuidado.

—Traeme algo —Akinori canturreó concentrado en la película. Kuroo rió y salió de la casa.

Una vez la puerta se cerró, el niño miró a su padre.

—Papi, ya tengo el regalo para el cumple de Tetsu.

—¿Ah sí? —Kenma lo miró enternecido—. ¿Y qué es?

—Te muestro —murmuró bajándose del sofá.

Kenma lo siguió.

Kuroo, por otro lado, estuvo veinte minutos conduciendo a la casa de su abuela. Quedaba en un barrio privado y costoso; todas las casas de ese lugar derrochaban dinero.

Beneficio Mutuo | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora