Capítulo 18

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—¡Papi!

Casi a medianoche, Kenma llegó a la casa de Shoyo y se llevó a Akinori, contándole fugazmente a su amigo que había decidido regresar a casa porque lo extrañaba. Hinata no tenía por qué saber que el pelinegro había roto su corazón.

Por eso, cuando llegó a su casa, se cambió y se tiró a la cama con Akinori, escuchando los parloteos de su hijo mientras veían televisión.

—Mañana tengo que ir a la escuela. No quiero ir más, papi —Se quejó, robándole una risa.

—Mejor duérmete, ¿si?

Refunfuñando, Akinori lo abrazó y en poco tiempo terminó durmiéndose. Kenma se quedó viendo televisión, acariciando su espalda y suspirando al recordar la manera en la que Kuroo sostenía a esa chica. ¿Acaso él en algún momento conseguiría a alguien que lo sostenga así o era mucho pedir?

Casi a las dos de la mañana, escuchó golpes en su puerta. Kenma, que todavía no podía conciliar el sueño, suspiró y dejó a Nori durmiendo, tomándose su tiempo para taparlo y acomodarlo.

—Kenma.

No se asustó cuando escuchó la voz de Kuroo en el pasillo. Sabía que el pelinegro tenía la llave de su casa por preocupación. Desde que Akinori se había enfermado, tenía una copia en caso de que pasara algo.

—¿Qué haces aquí?

Preguntó en un susurro, mirando al niño dormir. Kuroo entró al cuarto; pasos lentos y con la mirada perdida en Akinori.

—¿Qué haces tú aquí? Tooru me dijo que te fuiste.

—¿Cómo querías que no lo hiciera? Estabas besándote con una mujer.

Respondió brusco, arrepintiéndose al instante. Kenma se dió vuelta, encontrándose con la mirada de Kuroo.

Suspiró.

—No es tu obligación... No tienes por qué dejar de hacer algunas cosas estando yo presente, ¿Si? Pero preferí irme. No es tu culpa... —Bajó la mirada. Kuroo apretó sus labios, asintiendo—. De... De todos modos, ¿Por qué estás aquí? Deberías estar en el departamento de esa chica para este punto.

—Cuando volví y Tooru me dijo que te habías ido, decidí venir a buscarte —respondió intentando verlo a los ojos. Kenma evadía su mirada—. Lo siento.

—Ya te dije que no es tu culpa.

—No me importa. Quiero disculparme igual. No debí haber hecho eso estando tú ahí, no te respeté ni un poco.

—Te dije que no lo hagas.

—¿Papi...?

La pequeña discusión se vió interrumpida por Akinori, quien se despertó debido a las voces. Adormilado vió a Kuroo al lado de Kenma y se arrastró por la cama hasta llegar a él, abriendo sus brazos. Kuroo lo alzó, suspirando y desviando sus ojos del teñido.

—Despertaste, campeón.

—Quédate a dormir con nosotros —murmuró descansando su mejilla en su hombro. Kuroo sonrió, negando—. Y mañana me llevas a la escuela, papi, por favor...

—No puedo. Tengo que trabajar, enano.

—Papá... —Akinori se quejó, abrazando su cuello. Kenma suspiró.

—Kuroo se tiene que ir —dijo intentando alejar al niño. Akinori se negaba a soltarlo—. Nori, vamos...

—¡No!

Y rompió el llanto, sosteniéndose con firmeza del pelinegro. Kuroo lo miró en pánico, Kenma se enojó.

—Akinori, me tengo que ir.

Beneficio Mutuo | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora