Capítulo 26

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—¡Feliz cumpleaños, papá!

Akinori se tiró sobre Kuroo, asustándolo lo suficiente como para soltar un grito. Kenma se despertó del susto, encontrándose con la tierna imagen de Akinori abrazando con fuerza a un adormilado pelinegro.

Luego miró el reloj: Seis de la mañana.

Gimió lastimosamente y enterró su rostro en la almohada.

—Papi, hice el desayuno.

Pero tuvo que volver a la realidad cuando escuchó la voz de Akinori. Kuroo y Kenma lo miraron sorprendidos.

—Pero se me quemaron unas cositas... —rió inocente.

El olor a humo comenzó a inundar sus fosas nasales. Los tres se levantaron rápidamente, corriendo a la cocina y encontrándose con un sartén quemándose. No tenía fuego pero sí se estaba quemando por estar sobre la cocina.

—¡Akinori!

La pareja se quejó a la vez. Kenma tomó el sartén con un trapo y lo echó al lavaplatos, mojándolo y solo haciendo que más humo salga. El pelinegro solo suspiró negando.

—No vuelvas a hacer eso —dijeron los dos molestos. El niño solo asintió asustado.

—¿Qué intentabas cocinar?

—¡Un pastel!

El cumpleaños de Kuroo no se pudo festejar como correctamente se debería.

Había trabajo de por medio... Y mucho.

—Me encanta.

—No me gusta.

—¡Kenma!

Kuroo se quejó, haciendo reír al menor. Akinori bufó, bajándose del sofá molesto: Estaban viendo qué ropa usaría el niño para la boda.

Ya tenían todo listo, solo faltaba la ropa. Habían hecho todo en tiempo récord: Solo necesitaron una semana para poder planear una boda de casi doscientas personas.

—Iré a probarme otro... —Akinori refunfuñó dirigiéndose al pasillo. Kenma asintió, cruzándose de brazos.

—Escucha —Kuroo lo llamó. El teñido lo miró—. Tenemos que elegir el sabor del pastel. ¿Chocolate con vainilla o vainilla con frutos rojos?

—No quiero que a nuestros invitados les dé diabetes —Kenma se quejó divertido. Kuroo suspiró—. Crema y chocolate. Lo de siempre.

—Pero será muy simple...

—Pero nadie nunca come los frutos rojos, Kuro.

El pelinegro se quejó, recostando su cabeza sobre su regazo. Kenma acarició su cabello, mirándolo con una sonrisa. Usualmente no sonreía mucho, pero su prometido lo hacía ser tan distinto...

—¿Todos confirmaron que viajan a Italia? —preguntó luego de un silencio. Con los ojos cerrados, Kuroo asintió—. ¿Ninguno necesita ayuda para viajar? ¿Estás seguro?

—Sí, tranquilo...

—Tranquilo tú. Estás demasiado tenso, lo noto en tu rostro —Kenma acarició su mandíbula. Kuroo lo miró con una mueca.

—Quiero que las cosas salgan perfectas.

—Pero tienes que estar calmado —murmuró acariciando ahora sus labios—. Salgan como salgan, nos casaremos.

—Está bien.

—Es irónico. Se supone que yo soy el ansioso de la relación.

Kuroo terminó riendo, cerrando sus ojos otra vez.

Beneficio Mutuo | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora