Capítulo 23

1K 144 83
                                    

La elegancia es lo que define a la familia Kuroo.

Dos mujeres bien vestidas están paradas frente a ellos. La primera es su abuela; la mujer más soberbia que podría haber conocido. Si bien tiene su lado bueno, Kuroo no recuerda haberlo conocido realmente. Solamente la veía feliz con su abuelo, el resto del tiempo era una regañadientes.

Y luego, atrás de ella siendo el mismo perro de siempre, está su hermana. Alta, delgada y con una mirada juzgadora. Kuroo podría decir que es el sinónimo de insoportable pero sería poco porque esa mujer es más que eso. Kaoru es detestable si no la conoces realmente.

Sin embargo, ninguna de las dos dejan de ser hermosas. Incluso su abuela, con las arrugas y la edad, sigue siendo perfecta: Ojos oscuros, pestañas largas y mandíbula marcada. No es tan alta pero tampoco tan baja. Su elegancia al usar la ropa es simplemente increíble; es de esas personas que pueden ponerse una bolsa de basura e igualmente le quedaría bien. Aunque claramente nunca lo hará, tiene demasiado dinero para derrochar y lo demuestra en su forma de vestir: Ropa formal femenina con un tapado negro, lentes de sol y perlas como decoración.

Kaoru está vestida de rojo. Una falda y una camisa de seda, aretes colgando de sus orejas y su cabello azabache planchado, corto. Su mirada es tan fría que incluso la puede sentir por debajo de sus gafas de sol.

—El diablo viste a la moda —Oikawa acotó. Le importó poco la mirada que recibió por parte de la mujer más grande.

—¿Qué hacen aquí?

—Vinimos a visitar a nuestra nueva familia, ¿O pensaste que no lo sabíamos? —Kaoru pregunta de brazos cruzados. Tetsuro suspira—. Papá dijo que estás haciendo caridad. ¿El cumpleaños es por eso?

—Mejor váyanse —Las miró suplicante—. Es un día muy lindo y no quiero que-

—No quiere que se lo arruinen —Oikawa vuelve a meterse, siendo el vocero del pelinegro—. Si quieren organizamos un almuerzo para quedar bien, incluso llamo a las cámaras, pero ahora váyanse. Nadie las invitó.

—Tooru siempre siendo tan directo —Kaoru lo miró por debajo de sus lentes de sol—. Dime, ¿Cómo estás después de lo de Iwa y Yukie?

El castaño iba a contestar pero el suave golpe de su amigo lo hizo callarse. Kuroo devolvió la vista a las mujeres, sintiéndose levemente amenazado.

—Hoy es el cumpleaños de un niño muy especial para mí —dice lentamente—. Pueden pasar pero no lo arruinen.

—Tenemos educación, Tetsuro. Por favor.

Amari y Kaoru entraron. La última pelinegra se encargó de tirarle su saco en los brazos a Oikawa. Este lo tomó por simple reflejo y gruñó cuando ellas se alejaron.

—La odio. Es una bruja —refunfuñó durante el suspiro de Kuroo—. Y todavía le debo un golpe por haber intentado coquetear con Iwa.

—Ya, cálmate —Kuroo tomó el abrigo y lo dejó suavemente sobre el perchero—. Si tú y yo no estamos tranquilos, Kenma no lo estará. Y eso será un problema.

Regresando al salón, donde se encontraban todos, Kenma alzó la vista para ver si las siluetas que estaban llegando eran las de Kuroo y Oikawa. Sin embargo se llevó una gran sorpresa al ver a dos mujeres idénticas al pelinegro. Su sangre verdaderamente se heló por un momento.

La mirada que Kuroo y Oikawa le dedicaron al llegar atrás de ella solo hizo que se sintiera repentinamente incómodo. Sin embargo sonrió para la foto.

—¡Papi, ven!

Akinori llamó chillón, estirando su mano a un avergonzado pelinegro.

—¿Papi? No lo soy...

Beneficio Mutuo | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora