Kuroo, de alguna forma muy dramática, siente que ha sido dañado mentalmente.
Ver a Kenma abrazar a un niño que lo llama «papi» no le hace bien. Jamás pensó que el teñido tendría un hijo, más siendo tan jóven. Y le duele, de alguna otra forma dramática, que le haya ocultado tal información, aunque eso también le causa curiosidad: ¿Por qué no decirlo?
—Yo...
Se siente traicionado.
—No, no, ¡Kenma!
No recibe una respuesta porque el chico frente a él se desploma. Kuroo es rápido para tomarlo en brazos y mirarlo confundido.
—¿Kenma?
Pero él chico ya está inconsciente.
—¡Mierda!
Para hablar con él, tiene que esperar una hora. Y tendrá que ser en un hospital, donde Kenma se encuentra acostado a una cama. Antes no estaba enojado, Kuroo quiere decir, pero ahora lo está por el simple hecho de que los doctores le han dicho que su desmayo fue causa de estrés y hambre. Kenma no come hace dos días.
—¿Qué hago aquí?
Murmura el teñido confundido, observando el cuarto en el que está con los ojos entrecerrados. Tetsuro está sentado a su lado, mirándolo fijamente. Quiere admitir que puede respirar tranquilo una vez más porque el chico despertó, pero la rabia que siente ahora es más grande y no lo deja concentrarse en lo bueno.
—¿Puedes decirme por qué no comes hace dos días?
Kenma lo mira fugazmente y aprieta sus labios, desviando la mirada. En semana y media que lleva conociéndolo, Kuroo comprendió que al chico no le gusta hablar si no se lo piden o si no es para decir algo realmente corto. Es estresante intentar hablar con él cuando todavía no se acostumbra a su tranquila forma de ser.
—Kenma, mírame —Pide serio, el menor no le hace caso—. Vamos, no te hagas el ofendido. ¡Yo debería estarlo!
—Lo estás —Responde rápido—. Se te nota en la cara.
—Obvio que lo estoy —Ni siquiera lo niega. Kenma pasa una mano por su rostro—. Primero me entero por mí mismo, porque tú nunca te dignaste a decirme, que tienes un hijo. Y segundo te tengo que traer al hospital, ¡que no me molestó!, porque no comes hace dos días. ¿Podrías, por favor, explicarme qué se te pasa por la cabeza?
—No lo entenderías y no es de tu incumbencia.
Kenma sabe que no está usando el mejor tono con su jefe y la única persona que confió en él, pero Kuroo lo saca de sus casillas rápidamente y más cuando se trata de él pidiendo explicaciones que Kenma siente que no tiene por qué dar.
—Quiero entenderlo y siento que es de mi incumbencia —Kuroo devuelve y se gana otra mala mirada—. ¿Por qué no comes hace dos días?
Kenma parece quejarse. Echa su cabeza hacia atrás, dejando que golpee la almohada y cierra los ojos con fuerza. Le duele la cabeza y odia en donde está. Kuroo no se la está haciendo fácil.
—¿No me vas a dejar en paz?
—No.
Suspira ruidosamente y lo mira sin alzar la cabeza. La mirada filosa, molesta y seria de Kuroo eriza su piel. Y la vergüenza que siente ahora mismo está casi por encima del techo del hospital en el que están.
—No tenía dinero.
—¿Por qué no me dijiste? —Kenma desvía la mirada—. Oh, no, ahora no hagas eso —Kuroo se alza sobre su silla para tomar su mentón y devolver los ojos de Kenma hacia él—. Mírame y dime por qué no me dijiste que no tenías dinero.
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Beneficio Mutuo | Kuroken
Fanfiction-Tú... eres muy lindo. El desconocido parpadeó. La mirada cansada de un chico de veintitrés años cruzándose con la sorprendida y quizás divertida de un hombre que parece de veinticinco. Traje negro, corbata roja, cabello azabache y otra vez una mira...