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Solo unos minutos.

—Hope, solo faltan unos minutos—le dije, sosteniendo su mano.

Su madre me dedico una sonrisa.

Después de recibir la quimioterapia, Hope estaba cansada y quiso quedarse en una habitación del hospital descansando.

Me quedé a su lado, dibujando en mi libreta.

—¿Qué dibujas?—preguntó.

—Mm..a alguien lindo—dije sin apartar la vista de mi libreta.

—¿Puedo ver?

La mire divertida.

—Cuando este terminado.

Pasamos unos minutos en silencio y supuse que se había quedado dormida, pero entonces preguntó.

—¿Te gusta alguien?

Cerré mi libreta y le di toda mi atención.

—¿Por qué la pregunta?

—No se, curiosidad.

En fin, era una niña, ¿Podía hablar de esto? Tal vez si.

—Hay un chico que me atrae—confesé—pero no se si me gusta.

—¿Por qué es diferente?

Lo pensé un momento.

—Porque ahora me atraer, pero pude crecer esa atracción y empezarme a gustar.

—No entiendo.

—Ni yo—reí—pero eso es lo de menos, ¿Cómo te sientes?

—Ya mejor, ya puedes ir a hacer cosas de grandes.

Reí ante lo que dijo.

—Muy bien, pero antes—me gire y tome mi bolso, saque la carta y una barra de chocolate—tu premio campeona.

Ella sonrió felizmente.

—Gracias Sadie.

Salí del hospital y fuí directo a mi casa.

Eli no estaba. Creyó que me quedaría en el hospital, así que fue a visitar a su Madre. Ya que estaba sola y no tenía comida, mande a ver pizza.

Sin nada que hacer decidí acosar a Herz.

-¿Herz está presente?

Creí que no me responderia, pero su respuesta fue inmediata.

-Tenia que ser la rarita, ¿Cómo estás?

-Ja ja. Estoy con hambre, espero pizza. ¿Cómo estás tú?

-Voy a salir, te escribo luego.

-Bien.

Ahs.

Ingnorada por completo.

Encendí la televisión de la sala y empecé a ver la nueva serie esa de Merlina.

Casi termino el primer capítulo y entonces escuché el timbre, supuse que era la pizza, así que tome el dinero y abrí la puerta.

Literalmente me quedé sin parpadear.

Su cabello rojizo despeinado, con esa camisa roja sin mangas, esa sonrisa tranquila, pero juguetona.

—Herz, ¿Qué haces aquí?—pregunté en estado de shock.

Baje la mirada hasta sus manos, la pizza estaba en sus manos.

—Aqui vives, que coincidencia.

—¿Eres repartidor de pizza?

Un solo corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora