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Ya tenía todo listo.

Esto sin duda me dejaría muy cansada, pero valdría la pena. Siempre quise dibujar y pintar algo en un lugar grande como está pared.Tenia en mente varias ideas, ahora solo era dejarme llevar.

Recogí mi corto cabello y me puse una camiseta blanca grande (de Bairon) con unos shorts cortos que dejaban ver mis delgadas piernas. Me sentía cómoda.

Bairon se encontraba en el restaurante y se acercaba de vez en cuando para saber si necesitaba algo o me sentía mal.

Aunque me sentía bien.

De verdad.

Había comenzado por unas hojas que sostendrían una flor. Línea por línea, concentración al máximo. Era tan lindo dibujar y sentirte conectada con lo que haces, lo que pintas y creas.

Alguien se aclaró la garganta pero no le di importancia.

Continué con mi dibujó.

—Veo que de verdad son tu pared y tu.

Herz.

Sonreí pero no voltee a verlo.

—Te lo dije.

—¿No vas a mirarme?

—¿Por qué lo haría?

Se escuchó su risa, y sentí su palma en mi hombro suavemente.

—Te traje algo.

Eso sí que llamo mi atención.

Será una flor, otra carta, un...

—¿Comida?—dije en cuanto lo mire y sostenía una canasta.

El me miró confuso.

—¿No era lo que esperabas?

—No, bueno digo si, pero no...

El soltó una risita.

—Entendi, ya entendí.

—¿Que traes ahí?

Puse nuevamente la vista en mi dibujó.

—Un batido con proteínas, unos cakes de frambuesa, que yo mismo prepare. También traje pizza cacera.

—¿Cacera?

—Mi mana la preparo, especialmente para ti.

Si le caí bien.

Sonreí para mí misma y volví a dibujar.

—Gracias por esto—susurre.

—No hay de qué—saco de la canasta el embase con el batido de proteínas—te hará bien.

Sonreí de lado y lo tomé.

Herz me miró a los labios y tragué grueso. Pasó su pulgar lentamente por mi labio inferior.

—Tienes algo aquí.

Baje la mirada nerviosa.

—¿Estás coqueteando conmigo?

—No preguntes lo obvio.

Ambos reímos.

Empecé a dibujar con el a mi lado, aunque casi no hablamos. Era como si solo estuviera apreciando lo que hacía.

El dibujo estaba casi terminando así que tenía que ocupar una escalera.

—¿Podrías traer la escalera de allá?—señale la escalera que estaba en el fondo.

—Claro.

Se levantó del suelo dónde se encontraba comiendo unos cakes y haciéndome compañía. Me ayudó a subirme y sostuvo la escalera todo el tiempo que dibuje.

Un solo corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora