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Pasar esos días con Herz me ayudó a conocer más de él y de su enfermedad.

La razón por la cual no le gusta caminar o correr, es por qué no puede hacerlo. Su enfermedad lo ha privado de muchas cosas, incluso personas se han alejado de él por eso.

Creen que no pueden amar a alguien que según "tiene los días contados"

Pero yo estoy segura de que el es muy fuerte, se que se pondrá bien

Y estaré para Herz.

Estaré a su lado para hacerle saber que vale la pena luchar, que vale la pena vivír. Después de la conversación que tuvimos cuando me acompaño a casa al darme de alta en el hospital, dijo algo.

Recuerdo sus palabras claramente.

No nesecito de un trasplante o tratamiento, se que moriré, solo estoy esperando ha que venga por mi, se que la muerte vendrá por mí.

No pude sacar esas palabras de mi mente. El se merece creer, se merece despertar y sentir que puede vivir, que va a vivir.

Y espero que se de cuenta de eso.

No soy una gran pastelera, ni se cocinar nada en lo absoluto, pero hare un esfuerzo por sacarle una sonrisa a Herz, esa que tanto me gusta ver.

Mi moneda de la suerte me ayudaría en todo.

Elí.

—Cirne la harina—me pidió.

Hice todo lo que me pedía, no me salté ningún paso. todo al pie de la letra. Mientras esperábamos a qué se horniaran nuestros ricos cakes de chocolate (ama el chocolate) termine de hacer una tarjeta que guardaría en la caja donde los guardaría.

Mi sorpresa sería llegar sin avisó y darle los cakes, y bueno charlar un rato, ya que nuestro picnic no pudo terminar bien.

Después de como una hora y media todo estaba listo, los cakes, mi largo vestido hasta las rodillas, sin ninguna arruga, mi cabello suelto y peinado.

Todo listo.

Bairon se encargó de llevarme y en Todo el camino no paro de molestarme junto a Sara. Al llegar mis nervios aumentaron de lo peor.

Al frente de su puerta, quise salír corriendo de ahí al último momento, pero mi grandioso mejor amigo tocó el timbre.

—Diviértete Sadie—me guiñó el ojo y se fue como si nada

Eso espero.

Cerré los ojos con fuerza y solté una pequeña risita.

—Pero si es la chica rara.

Abrí los ojos de golpe y me sentí avergonzada.

—Herz..

—Dejame adivinar—ladeo con la cabeza—trajiste algo de comer.

—Acertado—sonreí—cakes de chocolate especialmente para ti, ¡Sorpresa!

Lo siguiente que sentí fueron sus brazos rodeándome, su olor a colonia me hizo cerrar los ojos.

Un abrazo reconfortante.

Aunque la caja de cakes hacia estorbo, no me soltó, y antes de separarse susurra en mi oído.

—Gracias por alegrar mi mañana.

Me mordí el labio inferior con nerviosismo, y entonces una figura pequeña apareció por los pies de Herz.

Su gato.

El lo tomó y comenzó a acariciarlo.

—¿Que esperas? Pasá.

Un solo corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora