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—No puedo creer que no lo besaras, Sadie—Bairon se quejo—lo tenías ahí de frente, el quería besarte.

—Lo se, ya no me atormentes más—gire los ojos

Eso era lo que menos quería, tan solo de recordar que no lo bese por mi nerviosismo me hacían querer ponerme a llorar, no era exagerada tal vez un poco, pero bueno cuando lo tenía tan cerca no supe que hacer, tuve que salir con la escusa de los cakes y me aleje, ese recuerdo venía una y otra vez, como pude no hacerlo, en fin fui una chica rara complicada.

—Sadie.

—¿Si?

—¿Me ayudarás con la pared?

—Si claro, pero nesecito ayuda—le di un vistazo a nuestro alrededor.

Nos encontramos en el restaurante para la remodelación. En dos semanas Bairon tendría su graduación y ya quería abrir el restaurante lo más pronto posible. Todos estaban ocupados en algo, martillando, pintando, limpiando y no era que podía ayudar mucho tampoco, solo me encargaría de aquella pared que Bairon quería que pintara.

—Por que no lo llamás.

—¿A quién?—fruncí ligeramente el ceño, Bairon alzó una ceja y supe que se refería a Herz—No, ni lo pienses.

—Sadie—pronuncio mi nombre muy despacio—Sadie, hazlo Sadie, hazlo Sadie.

—Ya te dije que no lo llamaré y no hablaremos del asunto.

Tres Doritos después.

Hola Herz, disculpa la llamada tan importuna, no se que haces o si te interrumpí en algo que hacías, el motivo de mi llamada lo justifica, solo..

—Sadie.

Dijo mi nombre casi en un susurró, jugué con mi lápiz dónde me encontraba dibujando y solo sonreí.

—¿Qué haces?

Pensando en tus deliciosos cakes, tienes que pasarme la receta.

—Es bueno saberlo—me mordí el labio con nerviosismo—Te...te gustaría ayudarme en algo.

¿En qué puedo ayudarte?

—A pintar.

Pintaremos tu cuarto de rosa, no espera...de naranja o quisas morado.

Eso me hizo reír, ya estaba burlándose.

—Hablo en serio, Herz.

Estoy hablando muy en serio Sadie alias "Chica rara"

Ya está ¿Puedes o no?

Si.

—Entonces estaré esperando, Herz Wuilians.

El rió antes de colgar.

Yo me relaje en la silla suspirando y aún escuchando el sonido de su voz en mi mente.

Note que Bairon me miraba raro, me incorpore y Fruncí ligeramente el ceño.

—¿Qué?

—¿Que de que?

—Esa miradita rara.

—Tu eres rara.

—¡Bairon!—perdi la paciencia—¿Dime o no te ayudaré con la pared?

—Ahora me amenazas—nego con la cabeza—que rápido crecen los niños.

—No soy un niña—me cruze de brazos.

—Eso es exactamente lo que eres, no lo discutiremos—se levanto de la mesa hasta llegar donde unos hombres que ayudaban con la remodelación de el restaurante.

Un solo corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora