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Desperté.

Lo primero que ví fueron paredes blancas a mi alrededor. Me encontraba en una cama algo comoda, una cama de hospital. Me moví un poco y entonces lo ví.

Herz.

Traía un abrigo negro, con su cabello desordenado. Estaba dormido en un sillón de la habitación.

Supuse que ya sabía todo, no pude evitar sentirme mal, tal vez...las cosas cambiarían, temía que se alejará.

—¡Sadie!—alguien me tomo por los brazos.

Bairon.

El se separó y se veía... preocupado.

—Nos asustaste mucho—acarició mi mejilla—¡Óscar!—grito.

Mi padre entro a la habitación. Se acercó rápidamente y me abrazo.

—Estas bien pequeña—beso mi frente.

—Me asusté mucho, Sadie—Eli tomo mi mano, en cuanto mi padre se separó un poco.

—No estás comiendo bien—Bairon me regaño, poniendo las manos en su cintura—estas muy débil.

Mire a mi padre en busca de respuestas.

—Lo estás, Sadie...tien...

—Sadie—la voz de Herz se hizo presente.

Se acercó a la cama, pasando por el lado de Eli.

—Que bueno que despertaste.

Sonreí de lado.

—Creo que es mejor dejarlos solos—hablo Bairon—Herz no dudes en hablarnos si se siente mal.

El Asintió y entonces ellos salieron.

Herz se sentó en una silla al lado de la cama.

—Supongo que lo sabes—rompí el silencio algo...tensó.

—Lo sé.

Lo miré directo a los ojos, podía ver qué estaban tristes, como si les faltará algo, buscando algo.

—No quiero que te sientas mal por esto—continuó—es algo que puede entender perfectamente, y entiendo si no lo dijistes antes...se que no es fácil.

—Herz yo, creí...

—Que me alejaría—Baje la mirada—Sadie, yo jamás haría algo como eso.

—¿Cómo puedo estar segura?—me atreví a preguntar—solo te hubiera dicho, Hola Herz tengo cáncer y espero y no te alejes por eso, ¿Te hubieras quedado?

El suspiro pesadamente.

—Si, ¿Sabes por qué?, conozco el sentimiento.

—¿De que estás hablando?

—Que estoy jodidamente enfermo—apretó su mandíbula—tambien conozco ese miedo a que se alejen por saber que corres el peligro de morir—bajo el tono de voz—lo entiendo.

Lo que dijo se quedó rondando por mi cabeza, no podía ser cierto ¿Herz tiene cáncer? No no, esto no podía ser verdad.

—¿Qué?—fui cuidadosa al preguntar—¿Tienes cáncer?

El se tardó unos segundos en responder, que parecieron eternos.

—No—me miró—es algo peor—tome sus manos—Tengo...tengo...miocardiopatía hipertrófica.

—Herz...

—Esta bien.

Me acerque lentamente y lo abraze.
El me devolvió el abrazo fuertemente, con su cabeza en cuello. Sabía que esa enfermedad era muy grave, sabía que podía morir, sabía que esto lo estaba afectando. Está enfermedad, era un problema en el corazón que no tiene cura, lo único que podía salvarlo era un trasplante de corazón.

Un solo corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora