Capítulo 4.

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Poché

Terminé mi día y estaba guardando todo para irme a la casa.

—Poché—Paco y Abi llegaron a mi lado—La chef Lina quiere verte—los vi confundida—Dice que te espera en su oficina—

—¿Por qué será?—estaba aún confundida.

—¿Será por tu hora de almuerzo?—ahí caí en cuenta y solo me pegué en la frente.

—¿Qué pasó en el almuerzo?—preguntó Abi.

—La hija de la chef llevó a Poché a la oficina a comer con ella—abrió su boca en sorpresa—creo que se la quiere tirar—

—¿No le serías infiel a Calle verdad?—

—Por supuesto que no, le dejé muy claro que estoy casada y que amo a mi esposa—

—Bueno pero luego nos explicas, mejor ve no hagas esperar a la chef—asentí, dejé mi bicicleta y entré nuevamente.

Las manos empezaron a sudarme con forme iba avanzando, fui una idiota en aceptar su invitación. Toqué y en seguida recibí un adelante como respuesta, entré y ella se encontraba en su silla viendo unos papeles.

—¿Me llamó chef?—pregunté nerviosa.

—Sí, siéntate por favor—me senté y ella dejó los documentos a un lado para dirigirse a mí—¿Sabes el motivo de mi llamado?—su semblante era serio y frío.

—No—dije muy nerviosa.

—Bien te cuento entonces—se puso de pie—Poché tu siempre me has caído bien, eres trabajadora, luchas día a día por mantener tu hogar, eres eficiente en tu área y en las otras que te he asignado y eso es de admirar, eres como un camaleón pero justo hoy hiciste algo que no voy a tolerar—cerré los ojos imaginando lo que diría—¿Estuviste en este lugar a la hora de tu almuerzo?—asentí lento—Responde—

—Sí chef, comí aquí—

—Y justo con mi hija, no solo violaste la regla de entrar aquí sin mi permiso sino que lo hiciste con mi hija—alzó un poco la voz.

—Perdón por hacer eso, de verdad lo siento, sé que quebranté las reglas y que está en todo su derecho de despedirme pero... —me puse de pie para enfrentarla—necesito el empleo, tengo una esposa que mantener y no puedo quedarme sin trabajo, es difícil conseguir algo así que por favor le suplico que no me despida, le prometo que no volverá a pasar, no le volveré a hablar a la señorita Diana—mi voz se quebró, ella solo me observaba.

—Por supuesto que no lo volverás hacer—mis lágrimas bajaron, me va a despedir—agarra tus cosas y vete, estás despedida, lo de entrar y comer aquí me tiene sin cuidado pero no voy a tolerar el que te acerques a mi hija—asentí, salí de ahí con la cabeza baja, estúpida mil veces estúpida.

—¿Qué pasó?—preguntaron mis amigos.

—Me despidió—mis lágrimas bajaron nuevamente—me quedé sin empleo chicos—ellos me abrazaron y me permití llorar entre sus brazos.

—Ay amiga lo siento mucho, ya Paco me contó—dijo Abi.

—Soy una tonta—no me podía creer esto.

—Ven vamos a mi casa—dijo Paco pero negué.

—Gracias amigo pero no, voy a mi casa e intentaré pensar en algo, no puedo darme el lujo de estar sin empleo muchos días así que me voy, gracias por estar para mí—

—Ánimo, sé que vas a encontrar algo pronto—asentí con media sonrisa que mas bien pareció una mueca. Agarré mi bicicleta y me dirigí a mi casa.

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