Capítulo 35.

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Poché

Nunca imaginé encontrarla aquí ¿Qué hacía en Colombia?

—¿Nos vamos?—pregunté cuando volví.

—Sí ¿Estás bien?—preguntó confundida.

—Sí ¿Por qué?—

—Te ves pálida y nerviosa—dijo y sonreí para no preocuparla.

—Todo esta bien, solo que muero por ir a casa—dije y ella rió.

—Pues vamos—salimos del lugar y en todo el camino no dije más, todos mis pensamientos eran consumidos por ella—¿Qué pasa amor?—escuché que preguntó y hasta entonces salí de mis pensamientos.

—Nada, me siento un poco cansada, eso es todo—le di un beso—Entremos—le abrí la puerta y subimos al apartamento, entramos y lo único que hice fue quitarme la ropa para darme una ducha, me sentía mal por estar con ella y estar pensando en Daniela.







Diana

No sé lo que le pasó pero desde que volvió del baño se está comportando raro, se fue a duchar, intenté entrar pero la puerta tenía seguro, era su forma de decir que no quería que la molestaran y que necesitaba espacio para ella, hice lo mismo, me quité la ropa y me fui a duchar a la otra habitación, cuando salí ella estaba en la sala.

—¿Quieres ver una película conmigo?—preguntó mas relajada.

—Por supuesto—me limité a decir, fui a dejar mis cosas a la habitación y regresé. Me senté al otro extremo del sofá. Ella se levantó y fue a traer palomitas, las puso a un lado y luego se volvió a parar, no entendí hasta que me cargo como niña chiquita y me llevó a su lado.

—¿No pensabas que te iba a dejar allá verdad, tan lejos de mi?—sonreí como una idiota y me abracé a ella—¿Cuál quieres ver?—

—Rápidos y furiosos—mi respuesta fue inmediata, amaba estas películas.

—Genial, esa será—puso la número uno intentamos ver la saga pero son demasiadas y solo alcanzamos a ver dos jaja. Terminamos las palomitas y solo nos quedamos ahí yo sobre su pecho sintiendo sus latidos, por momentos hundía mi rostro en su cuello, amaba su olor a frescura, era mi olor favorito en ella. Acariciaba mi cabello y de un momento a otro fue metiendo su mano por debajo de mi camisa, sentí como mi piel se erizó a su contacto, no hizo falta hablar y solo me senté ahorcajadas sobre ella, la ropa desapareció y ahí en ese sofá me hizo el amor, María José era mi adicción, amaba su cuerpo desnudo junto al mío. 

A la mañana siguiente cuando desperté ya no estaba a mi lado, me levanté y se escuchaba ruido en la cocina. Estaba preparando el desayuno. 

—Buenos días—dije besando su cuello y abrazándola.

—Buenos días amor—se dio la vuelta y besó mis labios—¿Te he dicho que me encantan tus besos?—me reí.

—Sí, pero no creo que te gusten a como me gustan los tuyos—mordió mi labio inferior.

—Pues yo creo que sí, además me encantas toda tu—dijo en un susurro.

—Chef Garzón, se le está quemando el huevo—se giró rápido y empezó a revolverlos, pero ya era demasiado tarde pues ya estaba quemado.

—Jamás cuentes que se me quemó el huevo—dijo sonriendo y yo igual.

—Nunca mi amor—le di un beso y empezamos a preparar otra cosa.

—¿Vas a ir a la galería?—preguntó sirviendo nuestra comida.

—Si amor, quiero ver todo lo que hace falta para que esté lista lo antes posible—me emocionaba todo esto.

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