Capítulo 46

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Poché

Han pasado dos días desde que trajeron a la bebé y no soy capaz de ir a verla, tal vez piensen que soy la peor madre del mundo pero es que no puedo verla y que me recuerde a su madre, que por mi culpa murió. Si alguna de las dos debía cuidar de ella preferiría mil veces  que hubiera sido ella y no yo.

Llegué al apartamento y enseguida el llanto de la bebé llegó a mis oídos.

—¿Lupita qué tiene la niña?—ella era la mujer que me ayudaba.

—Quiere su biberón pero a mi no me lo recibe y la seño Lina salió—el llanto aumentaba—¿Y si intenta usted?—no respondí y solo me fui a la habitación. Me quité la ropa y me puse una playera mas cómoda. Mi corazón latía a mil al escuchar su llanto.

Salí de la habitación y me acerqué a donde estaba la de ella, Lupita la tenía entre sus brazos tratando de calmarla pero sin éxito, abrí mas la puerta y por fin pude entrar. La observé detenidamente y mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas, por fin conocía a mi hija y pude ver el gran parecido a Diana, aunque a penas era una bebé se notaba que era la imagen de su madre.

—¿La quiere cargar?—preguntó Lupita.

—No...no sé hacerlo—dije en un susurro.

—Mire yo le enseño, si quiere siéntese en esa silla y yo la acomodo en sus brazos—asentí y me senté en una mecedora—la seño Lina la calma ahí—poco a poco me la fue entregando en mis brazos, era tan pequeñita que sentía que la iba a soltar—Pase su brazo por aquí así le puede dar el biberón—hice todo lo que ella me decía, hasta que la acomodó perfectamente, y lo curioso es que en cuanto la pegué a mi pecho ella paró de llorar, Lupita me dio el biberón y lo puse en su boquita, inmediatamente empezó a comer y no pude soportarlo mas mis lágrimas salieron, Diana me había dejado el regalo mas grande del mundo, tenía miedo que al verla me recordara lo que le hice a su madre pero pasó lo contrario, no sentí culpa sino paz, porque los recuerdos que llegaron fueron solo los bonitos, ella me observaba como Diana lo hacía, era idéntica a ella, pasó su manita por mi mejilla, luego sujetó mi dedo y sonrió, lo que provocó que yo también lo hiciera y me regañara por no estar con ella en estos dos meses.

—Perdóname mi amor, pero es que tienes una mamá muy bruta, cuando seas grande te darás cuenta—ella balbuceaba aún con el biberón en la boca—Sí, perdón por no estar cerca en este tiempo pero extraño mucho a tu mami Diana, pero a partir de hoy estaré pegada a ti como una pulga, todos los días sabrás de la gran mujer que tuviste por madre, ella me salvó cuando llego a mi vida y me salvó ahora porque te dejó conmigo, te amo mi amor, te amo mi pequeña Dianita—le di un beso en su frente y lloré pero ahora de felicidad por tener a este pequeño ser en mis brazos.





Lina

Salí porque tenía que atender un asunto en el restaurante, iba camino al apartamento seguramente mi nieta estaría llorando por su biberón porque a Lupita no se la acepta, subí lo mas rápido que pude, pero al entrar me encontré con un gran silencio que hasta me preocupé, iba de prisa a la habitación de la niña cuando Lupita me frenó.

—¡Ay me asustaste!—ella me hizo señas de que hiciera silencio—¿Qué sucede? ¿Mi nieta está bien?—

—Sí seño Lina, está dormida—

—¿Dormida? Pero no comió—caminé rápido y entré a la habitación, no había nadie—¿Dónde está?—pregunté alarmada.

—Venga—fruncí mi ceño y la seguí, me sorprendió que se dirigió a la habitación de Poché—Mire—abrió la puerta despacio y entonces pude ver lo que había ahí, era Poché profundamente dormida abrazando a su hija, me acerqué y pude ver como la niña estaba pegada al pecho de ella y dormía con mucha tranquilidad.

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