Capítulo XIII - Los declaro Julieta y papá

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Los declaro Julieta y papá

—¿Y no has pensado que podrías tener algo con Mick? —me pregunta Thor, mientras me ayuda a recoger la ropa que Matilda dejó tirada por toda la habitación. El único fin de esto es para molestar a su hermana, se ha convertido en un hábito molestarse entre ellas— Es un buen chico.

Dos semanas después y varias cosas han cambiado. Hanna aún no vive aquí definitivamente, pero viene seguido. Sebastian nisiquiera me dirige la mirada y pasa poco tiempo en casa, eso es lo único bueno que ha pasado, ya que al menos no tengo que soportar el tumulto de emociones, positivas y negativas, que siente mi cuerpo entero al verlo. Además, por la presencia de Hanna casi todos los días por aquí, ya no ceno con la familia. Es más, ninguno de los empleados lo hace ahora. Preferimos darle privacidad a ellos, a pesar de las peticiones de las niñas de invitarnos.

—Para nada —niego con la cabeza, levantándome del piso al levantar ya la última camiseta tirada— Mick no está interesado y tampoco yo. Es más, prefiero mantenerme lejos de todo lo relacionado al amor.

Thor me lanza una de sus típicas miradas de desaprobación antes de regañarme. Según él, desde que ocurrió lo del beso con Seb mi estado de ánimo ha decaído y ha tratado de hacerme reconocer que siento algo por él, ya que esa es la única manera de olvidarlo definitivamente. Yo me niego cada vez que menciona eso, alegando que lo que pasó fue sólo un beso sin sentido, que mis sentimientos por él son nulos y que estoy más bien que nunca, a pesar de las sensaciones que siento al verlo. Y no sé si realmente eso sea cierto del todo, pero me lo he repetido tantas veces que ya creo que es verdad.

Bajamos las escaleras para llevar la ropa a la lavandería, hablando de la última cita que Thor y Elijah tuvieron hace dos días. Mi amigo se ve radiante hablando de las cosas que hicieron y de cómo, poco a poco, ha ido perdiendo el temor de que su familia se entere de su relación. Por mucho tiempo estuvo obligado a vivir una vida que no era para él, con el fin de hacer felices a sus padres. Me alegra que ahora se esté preocupando por nada más que su bienestar. Nunca es tarde para hacerlo. Nunca es tarde para comenzar de nuevo. Él es el claro ejemplo de eso.

Llegamos a la sala y siento que quiero gritar de frustración al ver todos los peluches de Matilda repartidos por el lugar, los sillones tan bien ubicados ahora están en un rincón, las sillas del comedor ahora están ordenadas hacia otra dirección y muchos pétalos de rosas (que probablemente sacó del pulcro jardín de Elijah) están repartidos en medio de las sillas que están en dos filas. Veo a Emily irritada al ser obligada a sentarse entre los peluches y a Matilda con mi largo vestido blanco que sacó de mi armario y un velo del mismo color puesto torpemente en su cabeza dando órdenes a su hermana y a su padre que por primera vez en días cruza una mirada conmigo desde su lugar, vistiendo la chaqueta negra de un traje, un moño del mismo color sobre su camisa roja y su cabello corto algo alborotado. Siento mi corazón dar un vuelco al percibir su mirada sobre la mía y me obligo a calmarme cuando la quita.

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